Un pequeño cartel con la inscripción 'Cerrado por duelo' sobre la puerta principal de la vidriería de la familia del agente Carlos Rodríguez, ultimado el lunes por la bala disparada a sangre fría por un delincuente juvenil en el violento atraco de Pocitos. Un barrio entero expresa en silencio su dolor por la muerte del joven al que vio nacer y aprendió a querer.
En Montevideo, aún conmocionado un joven que por azar se encontraba dentro del local de Correos y fue tomado como rehén por los ladrones, no duda en afirmar que el policía ultimado 'es un héroe, me salvó la vida'.
Nacido en una familia de clase media, con un padre de oficio zapatero y hoy al frente de una vidriería, Carlos decidió a los 18 años buscar mejores horizontes en Montevideo, donde ingresó a la Policía Nacional. Trabajó durante muchos años en la seccional tercera y hace poco fue trasladado a la décima.
En Tacuarembó y en Montevideo era conocido como 'El Flaco'. No estaba casado ni tenía hijos. Sus compañeros lo lloran y describen como un tipo 'amable, simpático. Con una verdadera vocación de servicio'. También así lo recuerdan en su departamento natal.
Justo Ballesteros y Yolanda Araújo vieron crecer a Rodríguez. 'Su familia es muy buena, de trabajadores. Hace años que somos vecinos. 'El Flaco' era tímido, tranquilo, callado, muy humilde', cuenta Ballesteros muy emocionado.
'Era un buen botija, defendió lo que tenía que defender y le tocó caer ante una manga de bárbaros y asesinos', remata.
El joven cliente de El Correo que fue utilizado como escudo humano narró ayer a Subrayado que los primeros en disparar fueron los delincuentes y que Rodríguez no quiso abrir fuego porque él estaba en el medio. Fue allí que recibió un disparo y cayó al piso. Luego, uno de los menores se acercó y le disparó en la cabeza. Horas después, Rodríguez fallecía.
Caminando, Ballesteros recordó la última vez que vio con vida a Rodríguez. Fue en Montevideo, un día que Ballesteros había viajado por razones personales. Hacía años que no lo veía y no lo reconoció cuando el joven agente vino a saludarlo.
'Recuerdo que estaba en la capital buscando la calle Bulevar Artigas, pasé por la comisaría y estaba él en la puerta y me saludó diciendo "y Ballesteros, ¿cómo le va?', contó bajo una profunda emoción. Rodríguez lo dirigió para que llegara a Bulevar Artigas.
Pero no solo Ballesteros recuerda a Carlos como una persona sana y amable. Yolanda Araújo, vecina también del barrio recordó algunos aspectos de la juventud del agente policial. 'Me acuerdo cuando charlábamos alguna vez con él, era un chico tranquilo, proveniente de una familia trabajadora, muy humildes y de buenas costumbres', destacó.
Ayer el cuerpo de Rodríguez fue velado en la Jefatura de Montevideo durante dos horas. Luego fue trasladado hacia Tacuarembó donde prosiguió el velatorio. Su sepelio se realizará hoy a la hora 11:00 en el Panteón Policial del Cementerio departamental.
Las redes sociales también sirvieron como desahogo. Sergio Da Rosa, vecino de Tacuarembó e integrante de la comisión organizadora de la Fiesta de la Patria Gaucha colocó en su muro frases que reconocieron la actuación policial.
'Quisiera hacer notar la valentía y el coraje de Carlos Rodríguez y su compañero, entrando al lugar a cumplir con su deber a pesar de la alerta recibida de gente armada en actitud agresiva. En Carlos quisiera homenajear a todos los Policías que tratan de hacer respetar la ley y las normas para proteger a los ciudadanos civiles sin considerar los riesgos para su propia seguridad. A la familia, los amigos, los compañeros de tareas, mi pésame y mi solidaridad en su dolor', escribió Da Rosa.
Carlos Dollenart, de 39 años, fue el otro policía herido de gravedad durante la rapiña. Ingresó junto a Rodríguez al local de El Correo y los delincuentes dispararon siete veces sobre su cuerpo. De 3 impactos lo protegió el chaleco antibalas pero los restantes le provocaron heridas varias en miembros superiores e inferiores, mejilla izquierda con fractura de maxilar inferior y pequeña contusión en cara anterior de tórax.
En La Española fue estabilizado y ayer fue trasladado hacia el Hospital Policial, donde fue ingresado a cuidados intermedios. El parte médico de ayer destaca: 'al ingreso lúcido, con buena oxigenación, presión arterial normal. Se revaluarán todas las lesiones y se realizarán nuevos estudios. Continuará tratamiento instaurado inicialmente. La situación global es estable, no teniendo en este momento riesgo de vida inmediato'.
Dollenart es policía desde hace 17 años. Actualmente cumplía función en Radio Patrulla y antes fue efectivo de la seccional primera. Está casado y es padre de tres hijos: el más chico de 7 y la más grande de 12 años.
Su esposa, Marisol, lo acompaña del otro lado de la puerta del CTI. Aunque la tristeza y la impotencia gobiernan en ese pasillo del centro asistencial la mujer tiene la fortaleza para aun reconocer que sabía del riesgo de la profesión de su marido. 'Es así, es una profesión jodida', dice con resignación.
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