El Ejército de Egipto ha depuesto al primer presidente elegido por las urnas en la historia del país, el islamista Mohamed Morsi, después de solo 1 año de Gobierno y tras cuatro intensas jornadas de multitudinarias manifestaciones de protesta. El comandante en jefe del Ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fatah al Sisi, compareció pasadas las nueve de la noche en televisión, flanqueado por líderes opositores y religiosos y la plana mayor de las Fuerzas Armadas para comunicarle a la nación que el país tenía un nuevo presidente interino, el jefe de la Corte Suprema Constitucional, Adly Masour, quien ahora liderará un periodo transitorio que culminará con nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias. Los militares suspendieron también la polémica Constitución de corte islamista aprobada el año pasado por las urnas, con el respaldo de Morsi.
El Ejército sacó ayer sus tropas a las calles después de que venciera el plazo de 48 horas dado el lunes por el genral Al Sisi al presidente Morsi para que integrara en su Gobierno a la oposición. Fuentes militares dijeron que el presidente quedaba bajo recaudo del Ejército, sin que se supiera su paradero exacto.
Las Fuerzas Armadas prohibieron la salida del país tanto a Morsi como a destacados líderes islamistas asociados con él. Tanques ligeros y vehículos acorazados se desplegaron en los puntos de El Cairo en los que en los pasados días se han fortificado los partidarios de Morsi y cerca del palacio oficial de la presidencia, en Heliópolis.
El tiempo concedido expiró a las cinco de la tarde (la misma hora en la España peninsular). Minutos antes, Morsi emitió un comunicado en el que en realidad cedió a las exigencias de los militares. 'Los planes de la Presidencia incluyen la formación de un Gobierno de coalición que gestionaría un próximo proceso electoral parlamentario, y la formación de un comité independiente para las enmiendas constitucionales que presente el próximo Parlamento', dijo. No era ya suficiente. La oposición se había negado ya a ingresar en el Ejecutivo. En su comunicado, el presidente se atribuyó la 'legitimidad constitucional que los egipcios construyeron juntos'.
Tras el final del ultimátum, y mientras el Ejército sacaba a sus tropas a la calle, el asesor de Morsi en materia de Política Exterior, Essam el Hadad, dijo en otro comunicado: 'Por el bien de Egipto y la exactitud histórica, vamos a llamar a lo que está sucediendo por su nombre verdadero: un golpe militar'. 'En estos días y esta época, no hay golpe militar, enfrentado a una cantidad considerable de la población, que pueda tener éxito sin un considerable derrame de sangre', añadió.
Essam el Eriam, vicepresidente del partido político de Morsi, afiliado a los Hermanos Musulmanes, confirmó la prohibición de viaje a altos funcionarios y líderes islamistas. A él le impidieron salir del país a Jordania. 'Fui encarcelado, por orden de Hosni]Mubarak, ocho años y medio, cinco de ellos por orden de un tribunal militar', dijo en otro comunicado.
'Me quedaré en mi país y moriré en su territorio'. Esas restricciones de movimiento se aplicaron simultáneamente sobre el líder supremo de los Hermanos Musulmanes en el país, Mohamed Badie, y otros influyentes miembros de esa sociedad islámica, creada hace 80 años y que durante los 30 años de régimen de Mubarak fue acallada y suprimida, muchos de sus miembros encarcelados.
Los soldados se posicionaron en la tarde de ayer en la entrada a la universidad de El Cairo, en la localidad de Giza, donde el martes murieron 23 personas en una serie de violentos disturbios. Los vehículos artillados acudieron también a Ciudad Naser, el distrito en el que han acampado los partidarios de Morsi, según dijeron los oficiales sobre el terreno, para protegerles y evitar enfrentamientos con los opositores, que se manifestaban en dos puntos cercanos: el palacio presidencial en Heliópolis y el cuartel general de la Guardia Republicana, donde los manifestantes creían que se hallaba Morsi a recaudo militar.
Los islamistas partidarios del presidente se habían armado con palos, porras y cadenas, dispuestos a luchar por defenderle.
El Ejército mantuvo consultas durante la jornada con Mohamed el Baradei, popular exdirector de la Agencia Internacional de Energía Atómica, elegido esta semana por los partidos opositores como interlocutor en el proceso político de transición, y que estuvo presente durante el anuncio televisado del general Al Sisi. Junto a él se hallaban el gran imán de la mezquita suní de Al Azhar, el jeque Ahmed al Tayed, y el patriarca copto, Teodoro II.
La Constitución suspendida, de corte islámico, fue aprobada por las urnas en diciembre, con un 64 % de los votos pero solo un 35 % de participación. Fue uno de los motivos que a principios de año reavivaron las protestas populares, que han ganado una tracción tal que el domingo se reunieron en las calles de Egipto hasta 17 millones de personas, según estimaciones del Ministerio del Interior.
El descontento se ha alimentado también de otros factores, como un fallido decreto con el que Morsi pretendió atribuirse poderes casi absolutos y, en general, el maltrecho estado de la economía, con escasez de gasolina y apagones eléctricos constantes en todo el país.
Morsi ganó las elecciones de hace un año con el 51 % de los votos, 13,2 millones de papeletas, en segunda vuelta. Su contrincante fue Ahmed Shafik, quien fue Primer Ministro del régimen de Mubarak en los últimos meses de su mandato.
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