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lunes, 14 de enero de 2013

COSTA CONCORDIA: 1 AÑOS DESPUES PERMANECE VOLCADO EN LA COSTA ITALIANA


1 año después de cobrarse la vida de 32 personas al naufragar, el lujoso crucero 'Costa Concordia' yace semihundido frente a la isla toscana del Giglio, a la espera que lo enderecen y arrastren hasta un puerto, una empresa inédita en la que participan una Torre Babel de 430 técnicos de todo el mundo, entre ellos algunos latinoamericanos.


El enorme navío, que cuando cruzaba el Mediterráneo parecía la octava maravilla del mundo, ahora se presenta como un elefante herido y moribundo, rodeado de técnicos, buzos, grúas, plataformas, e iluminado día y noche por un hotel flotante de tres pisos que aloja a los cientos de especialistas de unas veinte nacionalidades.

El crucero, emblema de la ingeniería naval y el lujo, encalló el 13 de enero del 2012 frente a una de las islas más bellas del Mediterráneo, entre los primeros parques naturales protegidos de Italia por su valor marino. Allí, el buque se convirtió en una bomba ecológica, que se desactivará cuando se lleven la nave toda entera, un verdadero desafío técnico, científico y medio ambiental.

'Un proyecto de esta magnitud jamás ha sido realizado en el mundo', sostiene Franco Porcellacchia, vicepresidente del grupo Costa, propietario de la embarcación y director del proyecto.

'Aquí colaboran los mejores talentos de todo el mundo', reconoce Pocellacchia, que contrató buzos, especialistas en el manejo de grúas, expertos en extraer restos arqueológicos marinos, ingenieros y proyectistas.

En total 110 expertos en las más diversas profesiones, entre ellos muchos italianos, yanquis, pero también brasileños, holandeses y sudafricanos, participan en el proyecto, coordinado por la firma yanqui Titan, asociada a la italiana Micoperi, vencedora de la licitación para el retiro del Costa Concordia.

La operación, considerada “titánica”, costará al menos unos 400 millones de euros y como no ha sido jamás realizada por nadie en el mundo, surgen muchas incógnitas y dudas.

“He tenido que introducir miles y miles de parámetros en mis cálculos”, confesó David, un informático belga de 34 años.

“Yo soy un experto en el manejo de grúas gigantes. He trabajado en todo el mundo. Estoy tres meses consecutivos y luego descanso para luego regresar”, explicó el italiano Vittorio Pitzalis, mientras bebe una cerveza en el pequeño y sugestivo puerto del Giglio, convertido de repente en una Torre de Babel ordenada, con gente de todo el mundo que trabaja sin parar todos los días.

Un desafío desmedido para salvar un medioambiente casi incontaminado y también recuperar el prestigio de Italia, sobre todo de su tradición marina, manchada por la cobardía del comandante del “Costa Concordia”, Francesco Schettino, quien abandonó la nave durante el naufragio antes que los pasajeros, violando una de las normas más antiguas del comportamiento en el mar.

Mientras submarinistas han rescatado especies de nacras o moluscos en vías de extinción de los alrededores del “Costa Concordia”, ingenieros ya lograron estabilizar la nave, que yace aún con una inclinación de 65 grados.

“Está estable, pero no está apoyada sobre una base sólida”, explicó Porcellachia.

La nave, de unas 110.000 toneladas, será enderezada a través de un sistema que le permitirá rotar sobre un fondo artificial, formado por un lado por placas de cemento y por el otro de una plataforma, según explicaron los técnicos el sábado durante una conferencia de prensa.

La compleja y difícil operación se completará con el reflotamiento y remolque del barco hasta un puerto, el cual aún no ha sido establecido, para lo cual han proyectado unos enormes cajones de aire comprimido.

Para Nick Sloane, coordinador por parte de la estadounidense Titan, un equipo de 20 técnicos vigilará toda la operación de reflote, que se efectuará en buena parte con equipos de control remoto.

“Se necesitarán al menos seis semanas para que Costa Concordia pueda volver a flotar”, calculó.

Cuando se complete la retirada del crucero, probablemente en septiembre, se limpiará el lecho marino y se volverá a plantar la flora, según el compromiso adquirido públicamente de no perjudicar el turismo y el medio ambiente de Giglio, una de las joyas naturales de la península.

“Estamos muy satisfechos, estamos logrando cumplir los dos objetivos que nos fijamos: trabajar en condiciones seguras y preservar el medio ambiente de la isla”, aseguró Pocellacchia.



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