3 compañías farmacéuticas de alto nivel, están probando sus versiones de un fármaco que funcionaría contra un amplio espectro de cánceres, independientemente de su origen: mamas, próstata, hígado, pulmón.
Las drogas persiguen a una aberración que involucra a un gen cancerígeno, fundamental para el crecimiento de los tumores. Persisten grandes incertidumbres, pero tales fármacos podrían significar tratamientos para la mitad de todos los cánceres. Los laboratorios Merck, Roche y Sanofi trabajan en sus propias versiones.
En el centro de esta búsqueda están pacientes como Joe Bellino. Hace siete años entró en el hospital por una operación de hernia y se enteró que padecía liposarcoma, un cáncer poco común. Un tumor enorme rodeaba el cordón que conecta a los testículos con el abdomen.
Las compañías han ignorado al liposarcoma porque no visualizan un mercado de fármacos para un cáncer que ataca a pocos. Sin embargo, es ideal para probar la medicina de Sanofi porque, casi siempre, los tumores presentan el problema genético exacto que debe atacar la droga: la fusión de dos proteínas grandes.
Si funciona la droga, debería detener a estos cánceres agudos. Luego, Sanofi la probaría en un amplio espectro de tumores con una alteración genética similar. Si falla contra el liposarcoma, la farmacéutica aceptaría la derrota.
Las células normales y saludables tienen un mecanismo que les indica que deben morirse si su ADN está demasiado dañado como para repararse. Las células cancerosas tienen el ADN excesivamente dañado, así que, normalmente, se autodestruirían.
Pero una proteína conocida como p53, clave en provocar la autodestrucción, es bloqueada por las células cancerosas. Lo logran por dos vías: haciéndola mutar para que no las mate o 'pegándole' otra proteína que la inactiva.
El sueño de los investigadores ha sido, desde hace 20 años, reanimar a la p53 en las células cancerosas para que se mueran, como deberían.
Lo primero que se intentó fue reparar un gen involucrado en la mutación de la p53, pero no se logró. Luego, se puso foco en crear una molécula que pudiera separar a la proteína que la inhabilitaba. Tampoco se pudo.
Roche, Merck y Sanofi perseveraron, probando miles de moléculas. En Sanofi, en 2009, encontraron un compuesto prometedor y obtuvieron resultados alentadores en ratones con sarcoma, cáncer que aparece en huesos, músculos y nervios.
Las investigaciones siguieron avanzando y las tres compañías se preocupan ahora por los retos sin precedentes de probar la droga en muchos tipos de cánceres a la vez.
Roche fue la primera en empezar las pruebas con una droga p53 en pacientes. Comenzó, como es requerido, con un intento por establecer una dosis suficientemente fuerte para que fuera efectiva, pero no demasiado tóxica; les llevó tres años.
A las autoridades sanitarias en Estados Unidos de América y Europa les preocupaba que los medicamentos pudieran tener efectos inesperados. "Las drogas de este tipo nunca se le habían administrado a un ser humano", dijo Gwen Nichols, de Roche.
Los estudios sólo examinaban la seguridad, pero Nichols dijo que había indicios alentadores de que los fármacos podrían estar funcionando.
Parecería que las células se estaban muriendo cuando se hacían biopsias y exámenes. Lo siguiente son los estudios de eficacia. Si son exitosos, les seguirán pruebas clínicas para diversos tipos de cánceres.
Más recientemente, Merck empezó su estudio para encontrar la dosis segura. Está aceptando sólo a pacientes con leucemia mieloide aguda, uno de los tipos de leucemia más comunes entre adultos.
Una vez que la compañía encuentre la mejor dosis, planea darles su fármaco sólo a entre 15 y 30 pacientes y buscar la eficacia. ¿Y si la droga no separa a las dos enormes proteínas y permite al ángel de la muerte hacer su trabajo? No presentarán la droga.
Sanofi está en una posición muy parecida. Acaba de comenzar sus pruebas de seguridad en Europa. Agregará a centros médicos en Estados Unidos este año. Como Merck, se centrará exclusivamente en pacientes que es más factible que respondan a su droga, en este caso, para quienes padecen liposarcoma, como Bellino.
Sus tumores pueden ser tan grandes como una sandía, ilustró Andrew Wagner, un experto del Instituto Oncológico Dana Farber y médico de Bellino.
El paciente dijo que esperaba estar entre los primeros en probar una nueva droga contra la enfermedad. Sin embargo, será muy tarde para él cuando se haga la prueba. Murió del cáncer el 13 de noviembre.
Fuente:The New York Times
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