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martes, 8 de enero de 2013

ALEMANIA: EL PARTIDO LIBERAL INTENTA SALIR DEL FONDO DE LA TABLA


El partido Liberal (FDP) de Alemania, tiene la costumbre de reunirse en la vieja ópera de Stuttgart para celebrar sus éxitos y alabar sus dirigentes, siempre bajo la sombra benefactora y simbólica de los Reyes. Pero, este año, los famosos reyes fracasaron en imponer algo parecido a la unidad en el pequeño partido bisagra de la política germana y tampoco fueron capaces de salvar la vida política al presidente de la formación, Philipp Rösler, un médico de 39 años nacido en la localidad vietnamita de Khan Houng y adoptado por una familia alemana. Rösler es también el ministro de Economía.


En medio de un caos que tiene en estado de alerta, incluso, a la canciller Angela Merkel, el FDP celebró su encuentro anual con una agenda polémica y destructiva. Los militantes y los líderes del partido llegaron a Stuttgart para determinar si es necesario prolongar o acabar la vida política de su actual presidente, una discusión existencial que fue mencionada por un militante distinguido del partido.

Por primera vez en la historia del encuentro de Reyes del FDP, uno de los principales oradores, el ministro de Cooperación y Desarrollo, Dirk Niebel, aprovechó la ocasión para exigir la destitución del presidente del partido, dos semanas antes de las elecciones regionales en Baja Sajonia. “Siento un gran desgarro interno cuando observo la actual condición del FDP", dijo el ministro y enemigo declarado del líder del partido. "Esta situación no puede continuar", añadió el ministro, en medio de una ovación.

Bajo la presidencia de Philipp Rösler, (fue elegido en mayo de 2011) el FDP ha sido expulsado de seis Parlamentos regionales y en dos de ellos sufrió una derrota humillante, En Berlín, por ejemplo, obtuvo el 1,8% de los votos, tres décimas menos que el odioso NPD, el partido de los neonazis, y en el pequeño land de Sarre se salvó de vivir una vergüenza histórica al obtener un 1,2% de los votos.

Todo era diferente cuando Rösler asumió el liderazgo del FDP. En un congreso del partido, el dirigente obtuvo un 95,1 % de los votos de los delegados, un resultado excelente para un novato de la política nacional. Pero el partido estaba cansado de los errores cometidos por Guido Westerwelle, quien sucumbió a un raro estado de megalomanía y prepotencia, después de obtener en las elecciones nacionales de 2009, el mayor triunfo en la historia del partido.

En menos de un año, Westerwelle se convirtió en el ministro de Asuntos Exteriores más impopular en la historia de postguerra del país y cometió el error de convertir a su partido en una formación que practicaba el amiguismo con la industria hotelera, cuando presionó para que el Gobierno aprobara una polémica reducción fiscal que beneficiaba al sector, después de que su partido recibiera una importante donación de un rico hotelero alemán.

Pero Rösler no supo darle al partido un nuevo rumbo y se encerró en una burbuja que lo aisló. Esta situación quedó reflejada el domingo, de forma patética, cuando el público que acudió al encuentro aplaudió a rabiar al jefe del grupo parlamentario del partido, Reiner Brüderle, quien mezclo la ironía, la experiencia (tiene 67 años) y una feroz crítica al SPD y los Verdes para entusiasmar a los militantes.

El discurso de Rösler, en cambio, fue recibido por un diplomático aplauso del público. El líder nunca logró despertar la emoción, ni menos la pasión. Rösler, aunque hizo un esfuerzo intelectual al improvisar su discurso, fracasó en buscar el apoyo de su partido para un año clave y en el que está en juego la supervivencia del FDP. "Somos el partido de la libertad", dijo, una frase fuera de contexto en un país que goza de un excelente certificado democrático. "Eres un imbécil", le respondió un militante.

"El FDP asume la ruta del Titanic" señaló la revista Stern en su página web, al comentar el resultado del encuentro. "El FDP es un grupo perdedor y dividido", constató el periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung.

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