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viernes, 30 de noviembre de 2012

PALESTINA: ES AHORA ESTADO OBSERVADOR DE LA ONU

La Asamblea General de Naciones Unidas admitió ayer jueves a Palestina como 'Estado observador' tras una votación en la que 138 países se pronunciaron a favor, 9 en contra y 41 se abstuvieron. Esta decisión abre un nuevo capítulo en un conflicto que se prolonga por más de 60 años. La votación no supone la admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de la ONU, un paso que corresponde al Consejo de Seguridad, ni tiene consecuencias inmediatas en cuanto a la creación efectiva de un Estado. Pero da a los palestinos renovada legitimidad en su lucha y llama la atención mundial sobre la urgente necesidad de poner fin a un problema que explica en gran medida el clima permanente de inestabilidad y violencia en Oriente Próximo. Israel y Estados Unidos de América se encontraron solos en la Asamblea General de la ONU frente a un amplísimo bloque de países de todos los continentes, tanto con gobiernos democráticos como autoritarios, de derecha como de izquierda, que se pronunciaron a favor de la reclamación palestina. Únicamente la República Checa, Canadá, Panamá, Nauru, Palau, Micronesia y las Islas Marshall votaron junto a ellos. La mayor parte de los países de Europa, incluidos España, Francia, Italia o Portugal, votaron a favor de la resolución, patrocinada por 13 naciones, que iguala el nivel de representación de Palestina al del Vaticano. Otros, como Alemania, Gran Bretaña y algunos países del Báltico, optaron por la abstención. La suma total da un número de votos afirmativos algo menor que el que esperaban los palestinos, que cuentan ya con el reconocimiento bilateral de 132 naciones y confiaban llegar a los 150 y un número de votos negativos menor que el que esperaban Israel y Estados Unidos, que confiaban en el respaldo de algún miembro de mayor relevancia que ese grupo de islas del sur del Pacífico. En la presentación de la resolución, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, aseguró que esta iniciativa 'no pretende deslegitimar a Israel sino legitimar a Palestina'. Aseguró que este paso ha sido dado no para obstaculizar las negociaciones de paz con Israel, sino 'porque Palestina cree en la paz y porque su pueblo está desesperadamente necesitado de ella'. En su respuesta, el embajador de Israel ante Naciones Unidas, Ron Prosor, manifestó que los palestinos nunca habían reconocido 'la existencia de Israel como el Estado del pueblo judío', afirmó que su país quiere 'acabar de una vez y para siempre con este conflicto', pero advirtió al líder palestino que 'no es con resoluciones en Nueva York sino con conversaciones en Jerusalén como se conseguirá'. Abbas recordó que, así como esta misma Asamblea General emitió hace exactamente 65 años 'el certificado de nacimiento de Israel' en la resolución sobre la partición de la colonia británica de Palestina, ahora 'debe emitir el certificado de nacimiento de la realidad de Palestina'. La embajadora de Estados Unidos, Susan Rice, fue la primera en tomar la palabra tras la votación para recordar que 'esta resolución no crea un Estado que no existe ni cambia la situación sobre el terreno', lo que únicamente ocurrirá mediante negociaciones entre palestinos e israelíes. Rice prometió que su Gobierno hará todos los esfuerzos para reanudar el diálogo. Pese a todo su esfuerzo por reducir la transcendencia de esta votación, el resultado deja claramente en evidencia la posición insostenible en que Israel se encuentra para continuar la ocupación y la difícil situación de Estados Unidos como su único e incondicional valedor. Para USA el problema es doble, puesto que sus intereses en la región son múltiples y está obligado a jugar un papel decisivo en la promoción de las negociaciones de paz. Ahora solo les queda a ambos un intento de contención de daños. Poco antes de la votación, la secretaria de Estado usamericana, Hillary Clinton, hacía 'un llamamiento urgente a las dos partes para que eviten acciones que, de alguna manera, pudieran dificultar la reanudación de negociaciones'. Washington pretende evitar que los palestinos acudan, como pueden hacer con su nuevo estatus, al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya contra Israel, lo que, definitivamente, alejaría cualquier posibilidad de diálogo e intenta evitar también que Israel tome represalias, en forma de sanciones económicas o nuevos asentamientos, contra los palestinos. Al mismo tiempo, la Administración procurará que el Congreso yanqui no congele la ayuda económica a los palestinos, lo que será difícil porque el apoyo a Israel en el Capitolio es mucho más categórico que en la Casa Blanca. Ayer mismo, un grupo de congresistas, tanto demócratas como republicanos, anunció su propósito de cesar los fondos para la Autoridad Palestina. Si los escenarios más catastróficos no se producen, si nadie trata de aprovechar este momento en su particular beneficio, no es imposible que la votación en la Asamblea General abra el paso a nuevas negociaciones de paz. Pocas veces como en esta jornada en la ONU se habrá visto con tanta nitidez que Palestina está ahí, soberana o no y que la solución de dos Estados vecinos y pacíficos es la única que beneficia a ambos. Pero esa evidencia, tan solemnemente corroborada en Nueva York, no ha hecho más fácil en el pasado el diálogo palestino-israelí ni tiene por qué, necesariamente, hacerlo ahora. Múltiples factores conspiran en estos momentos contra las negociaciones: la proximidad de las elecciones en Israel, el reciente ascenso de Hamás, la interinidad en la que vive la Administración de USA, especialmente su política exterior, la debilidad de Europa para convertirse en agente promotor de la paz. Todo eso se podría superar si los principales protagonistas, Israel y los palestinos, tuvieran voluntad de llegar a un acuerdo. Como se demostró en Oslo en 1993, ambos son capaces de entenderse, por encima de cualquier adversidad, cuando quieren hacerlo. Sin embargo, Israel considera que el reconocimiento obtenido por Palestina en la ONU supone una violación de los acuerdos alcanzados en Oslo, por cuanto equivale a la ruptura del compromiso de hacer las cosas de forma bilateral, sin tener en cuenta los numerosos asentamientos judíos construidos unilateralmente desde esa fecha y la reciente negativa del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de aceptar las fronteras de 1967, aceptadas por Barack Obama, como la base para negociar el estado palestino. Para Obama esta votación de la Asamblea General es, en cierta medida, una frustración y un fracaso personal. Obama llegó, en la presión a Netanyahu, todo lo lejos que puede llegar un presidente de USA que quiera conservar su puesto. Es sabido que el primer ministro israelí no respondió a esa presión. Ahora, también los palestinos desatienden sus recomendaciones y acuden a un foro con larga tradición de proporcionar largas sesiones de aplausos pero muy pocos resultados tangibles. El reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de Naciones Unidas supone un éxito diplomático y jurídico para la Autoridad Palestina (AP), pero tiene también enormes implicaciones prácticas que pueden poner en apuros a Israel y desbaratar el funcionamiento de varias importantes agencias de la ONU. Entre todas las consecuencias de la votación de la Asamblea General la más destacada es la posibilidad para la Autoridad Palestina de denunciar ante el Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya los presuntos genocidios, crímenes de guerra o contra la humanidad cometidos por autoridades israelíes desde 2002. Para poder recurrir al CPI, la Autoridad Palestina deberá primero suscribir el estatuto de Roma ratificado por 121 Estados, entre los que no figuran Israel ni Estados Unidos. Cuando lo haya hecho podrá pedir al fiscal que abra una investigación, una de las 3 modalidades previstas para que el tribunal empiece a indagar. Las otras 2 vías no parecen al alcance de Palestina. Si se confirma que el presidente palestino, Yasir Arafat, fue envenenado, el Estado palestino podrá solicitar al fiscal del CPI que abra una investigación sobre el magnicidio. El cuerpo de Arafat, que murió en 2004, acaba de ser exhumado en Ramala (Cisjordania). El 'traslado, por una potencia ocupante, de parte de su población civil al territorio que ocupa' está también tipificado como crimen de guerra. Israel ha creado asentamientos de población judía en Cisjordania y también en el sector oriental y árabe de Jerusalén. Hace ya tres años la Autoridad Palestina intentó que la fiscalía del CPI abriese diligencias sobre los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel durante su ofensiva militar Plomo fundido en Gaza (2008-2009), pero el fiscal decidió en 2011 que fuesen los órganos competentes de la ONU los que determinasen si Palestina era un Estado y debía de tener en cuenta su solicitud. Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, ya sondeó la posibilidad de pedir el año pasado el ingreso de Palestina en la ONU como miembro de pleno derecho, pero esa decisión requiere la aprobación del Consejo de Seguridad donde USA estaba dispuesto a vetarla. De ahí que buscase una vía alternativa, la de la Asamblea General, donde sabía de antemano que gozaba de una amplia mayoría para que la 'entidad' Palestina, que goza de un mero estatuto de observador desde 1974, se convirtiese en Estado observador no miembro como lo es El Vaticano. La Asamblea no es competente para admitir a un nuevo Estado miembro. A partir de hoy Palestina seguirá sin poder votar en la Asamblea General ni presentar candidatos para los cargos de la ONU, pero sí podrá adherirse a las principales convenciones internacionales e incluso ingresar en agencias de Naciones Unidas como la FAO, en la Organización Internacional del Trabajo, en la Organización Internacional de Migraciones, la Organización Mundial de la Salud etcétera. Palestina ya ingresó el año pasado en la UNESCO por lo que USA dejó de financiar esta institución de la ONU. La legislación yanqui prohíbe contribuir al presupuesto de cualquier organización que acepte a Palestina como miembro de pleno derecho por lo que es probable que Washington cancele su aportación a otras agencias. Votar a favor de Palestina en la Asamblea implica, para países como España, Francia o Italia, que aun no mantienen con ella relaciones diplomáticas, su pleno reconocimiento bilateral. El siguiente paso debería ser aceptar que, por ejemplo, la delegación palestina en Madrid se convierta en Embajada y que se reconozcan los pasaportes palestinos que expida. A la amenaza de USA de retirar la financiación a varias agencias de la ONU, se añaden otras más directas. Washington tiene congelada una ayuda de 154 millones de euros a la Autoridad Palestina y Ottawa otra, de 231 millones, que no tienen la intención de desbloquear si se sale con la suya. El Gobierno canadiense ha advertido incluso, según el diario de Toronto The Globe and Mail, que la delegación palestina en Ottawa podría ser cerrada y su representante, Said Hamad, expulsado. Más graves son los avisos formulados por Israel. La Hacienda israelí, que recauda impuestos y aranceles por cuenta de la Autoridad Palestina, podría dejar de revertírselos provocando su bancarrota. La administración del presidente Barack Obama teme además, según el diario Jerusalem Post, que el primer ministro Benjamín Netanyahu legalice algunos asentamientos en Cisjordania y ponga en marcha la construcción de otros en el llamado sector E 1 que imposibilitaría la creación de un Estado Palestino con capital Jerusalén Este. Abbas, que ha amenazado con dimitir en múltiples ocasiones, no parece estar dispuesto a que, después de su éxito en la ONU, Israel le ponga aun más contra las cuerdas. En su última entrevista con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, le dijo, según el rotativo israelí Haaretz, que si Netanyahu tomaba represalias le invitaría a la Mukata, la sede de la Autoridad Palestina, y le daría las llaves. Es decir que disolvería la Autoridad Palestina colocando a Israel ante un desafío más serio que el de Gaza.

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