Cuando esta semana de mayo 2011, uno mire la cartelera uruguaya de teatro tendrá más de 70 espectáculos entre los que elegir, más de 20 de los cuales fueron estrenados en los últimos 20 días.
La cifra es llamativa si se la compara con otras ciudades importantes de la región con una población similar, como Córdoba (1.378.000 habitantes), que en igual período tiene una oferta de 12 espectáculos, según el portal argentino especializado en teatro Alternativa Teatral.
Si bien mayo fue siempre un mes de gran actividad teatral –como en otras actividades, en Uruguay el año empieza intensamente después de la Semana deTurismo–, el mes actual particularmente parece haber ganado aun más dinamismo.
El humor predomina.
Recientemente se estrenaron Sinapsis, de Danna Liberman, en Espacio Teatro; Impro Night, de Emilio Duarte, en Small Club e Imprevisto 2, en el Undermovie, así como Muchachachara 2, en la misma sala.
Se incorporaron asimismo títulos de humor negro como Critaturas (Teatro Anglo), Los caprichos de mi madre (Teatro La Candela) y El fantasma de la calle Obes, bajo la dirección de Sandra Masseda.
La cartelera infantil, que siempre tuvo su zafra durante las vacaciones de julio, este año se adelantó con varias propuestas. En la Alianza se suma Manuelita, ¿dónde vas?, de María Elena Walsh, bajo la dirección de Daniel Romano, a otros seis títulos que ya estaban disponibles para los más chicos.
Frente a tantos estrenos, es inevitable que surjan algunas preguntas, empezando por la más básicas como qué tanto se corresponde esa amplia oferta con la demanda o cómo viven los teatreros el “fenómeno”, y si en verdad lo viven como tal.
Para responder a estos interrogantes, El Observador consultó a cinco directores teatrales, de diferentes edades y perfiles, que actualmente tienen obras en cartelera, y al director de la Comedia Nacional, Mario Ferreira, que en consultas anteriores hacía referencia a lo que a su criterio era una cartelera teatral desmedida.
“Estoy convencido de que el exceso de espectáculos no le hace bien al teatro. Si hace algunos años nos escandalizábamos cuando veíamos 35 espectáculos en cartelera, imaginate el año pasado cuando fueron 80. Ni París ni Nueva York tienen esa cartelera”, afirmó Ferreira.
Lo que aquí se ofrece son 6 miradas de quienes viven el teatro desde adentro. En algunos casos las respuestas difieren totalmente, pero también hay curiosas coincidencias, como que prácticamente ningún director teatral de los consultados tiene en cuenta la cartelera a la hora de programar el estreno de sus obras.
“Si el espectáculo es atractivo no importa la fecha”, dice uno. Otro agrega un “jamás” con cierto orgullo.
Lo llamativo es que la respuesta no ofrece distinciones entre quienes confían en que hay productos que funcionan y hasta pueden colmar expectativas económicas y quienes buscan saciar una pasión incontrolable de hacer lo que les gusta, más allá de las ganancias.
Otro punto en común es la visión del público como un gran interrogante. Cuánto aumentó o disminuyó en los últimos años, no se sabe. La sensación térmica es bastante confusa, pero la mayoría está de acuerdo en que es importante apostar a nuevos públicos. De ahí a que se sepa cómo conseguirlo es otra historia.
“¿Cómo creás la necesidad de ir al teatro? ¿Se puede hacer desde el marketing?”, se preguntó uno de los directores consultados.
La cartelera teatral bajo la mirada de seis directores
1. ¿Qué le parece que solo en mayo se estén superando los 20 estrenos teatrales?
2. ¿Miró la cartelera a la hora de decidir cuándo estrenaría sus obras?
3. ¿Qué expectativa de ganancia tiene con cada una de ellas?
4. ¿Qué tan mala publicidad para el teatro es un mal espectáculo?
5. ¿El público se está renovando o sigue siendo el mismo?
6. Para usted, ¿cuál debe ser el rol del Estado con relación al teatro?
ÁLVARO AHUNCHAIN
Obras en cartel: Todos los caminos conducen a broma (Teatro Agadu), Locos por el verano (estrenó el miércoles pasado en teatro Alianza).
1. Es un fenómeno que se repite desde que tengo memoria, incluso en períodos de crisis económica.
Son “demasiados” en comparación con las carteleras de países desarrollados. Pero esto no es un problema. Los teatristas que se quejan de la sobreoferta me resultan arrogantes: ¿por qué a su juicio “sobran” otros espectáculos y no los de ellos mismos?
2. Siempre miro la cartelera. Pero no para conocer “la competencia”, de otras obras. Entiendo que la mayor amenaza no son otras obras sino que, debido a la inseguridad pública y a la aculturación porteña, la gente prefiera quedarse en casa.
3. Mesurada. Aquí y en cualquier parte del mundo, si nuestras expectativas fueran económicas, nos dedicaríamos a otra cosa. Vivo de la publicidad y hago teatro por pasión. A veces con el teatro gano dinero, pero no es mi objetivo.
4. ¿Y quién define qué es un mal espectáculo? ¿El público? Eso sería suponer que las revistas de la calle Corrientes son buenos espectáculos. ¿La crítica?
Te podría nombrar decenas de espectáculos que me maravillaron, que nunca fueron ni siquiera nominados al Florencio. Cada artista debe hacer lo que quiere y puede. Y cada espectador decidirá si lo que ve es bueno o malo.
5. La renovación se produce por el impacto que en distintas épocas causan los dramaturgos y directores jóvenes.
6. Aun en los países más liberales el arte es subsidiado. Es un error dejar librada la cultura al libre juego de la oferta y la demanda. Creo que en Uruguay los subsidios a través de los fondos concursables y los de incentivo cultural son eficientes, pero hay un gran déficit en el apoyo del Estado a la producción audiovisual. Es vergonzante que canal 5 no produzca una ficción nacional. Un florecimiento de la ficción atraería más público al teatro.
SEBASTIÁN BARRIOS
Obras en cartel: Los caprichos de mi madre. Jueves en teatro La Candela.
1.En parte es saludable. Creo que ha habido una apuesta y con ella un crecimiento del nivel de las producciones nacionales. Pero también creo que debería haber mayor rigor en la elección de los contenidos, en la elección de jurados, en la elección de proyectos por parte de las salas y en la elaboración y evaluación en las bases de los concursos.
2. A veces sí, a veces no, depende del proyecto.
3. He sido premiado por proyectos que me permitieron ganar un dinero acorde al trabajo y otros que no. No pretendo vivir de una recaudación con un espectáculo que está en cartel una vez por semana. Pero sí crecer y desarrollarme profesionalmente y transitar experiencias estéticas que contribuyan a mi desempeño frente a otros trabajos paralelos que me permitan vivir con dignidad.
4. Aun en los casos en que el espectáculo es malo, malo, malo (aunque es relativo juzgarlo) no creo que le juegue en contra al teatro. Es como el cine, cuántas veces vemos películas malas y no por eso dejamos de ir.
5. No tengo muy claro si sigue siendo el mismo. Lo que creo que cambió (por la cantidad de producción y variedad) son los días en que el espectador va al teatro. A veces funciona un espectáculo un martes y no un sábado.
6.El Estado debe plantearse o replantearse el valor de la cultura para nuestra sociedad. A partir de ahí, todo... pensar en políticas, contenidos, hablar de derechos y todas esas cosas que, lentamente, comienzan a ejecutarse.
SOFÍA ETCHEVERRY
Obras en cartel: Sentir distante.Miércoles en el Teatro El Galpón.
1. No me parece mal. Mayo es época de estrenos, al igual que octubre. Lo que sí ha explotado son los stand up o espectáculos eminentemente humorísticos.
2. No. La fecha de estreno tuvo que ver con el cierre de un largo proceso, y con el momento en que pudimos conseguir la sala.
3. La relación entre cantidad de localidades - precio de la entrada - fijo de la sala - personas involucradas en el proyecto hace que uno no pueda tener muchas expectativas, salvo que la obra se autosustente, que cubra los gastos fijos.
4. La experiencia teatral es como ir a un cumpleaños de 15 o a un casamiento y pasarla bomba o que te caigan mal los postres. Vas a querer seguir yendo, o por un rato no te va a interesar ir ni loco.
5. No lo sé. Pero creo que cada espectáculo debería ser pensado más a partir de un espectador: ¿Con qué espectador “modelo”, por decirlo de una forma, este espectáculo dialoga mejor?
6. Promover la creación y la generación de público, ambas cosas. No tengo idea de cómo generar nuevos públicos, pero si pienso: ¿cómo creás la necesidad de ir al teatro? No lo podés hacer desde el marketing, sospecho, sino desde la experiencia misma de asistir al teatro y que esa experiencia sea beneficiosa desde algún punto de pista para el espectador. Y luego, poder generar el hábito.
JORGE DENEVI
Obras en cartel: Cómo evitar enamorarse de un boludo, El hábito del arte, Las conquistas de Norman y Busco al hombre de mi vida, marido ya tuve.
1. Bien. No lo veo nada mal. Cuantos más estrenos, mejor. Eso no quita público al teatro porque el público sabe elegir. A los buenos espectáculos va y a los malos, no. No hay otra.
2. No, para nada. Si el espectáculo es atractivo no importa la fecha.
3. Siempre tenemos expectativas, generalmente no colmadas. El actor uruguayo vive en la miseria, esa es la verdad. Pero siempre hay éxitos: Cómo evitar enamorarse de un boludo está fuera de todas las previsiones.
4. Ninguno. Siempre hubo, hay y habrá malos espectáculos.
5. No se ha podido atraer al público joven. Tiene otras inquietudes. El teatro uruguayo piensa en viejo.
6. El Estado (y fundamentalmente este gobierno) invierte de manera pésima el dinero en cultura. No sabe para dónde agarrar. Que toquen lo menos posible porque la van a embarrar.
MARIO FERREIRA (*)
Director de la comedia nacional.
(*) Debido a la extensión de sus respuestas se realizó una síntesis de ellas.
La cantidad de estrenos no me sorprende.
El número de obras en cartel ha ido aumentando cada vez más. Hay distintos apoyos económicos que se destinan desde la órbita pública para producir espectáculos,mejorar salas,etcétera y esto sin dudas incrementó el número de propuestas. Ofrecer apoyos para fomentar la creación es estupendo y está muy bien que todos puedan ser candidatos para acceder a ellos. En este aspecto es saludable, desde luego.
Si lo observo desde otro ángulo creo que la cantidad enorme de espectáculos hizo que el movimiento teatral pierda consistencia y exigencia artística. Y desconcierto general: en el público y en los propios hacedores.
Se me ocurre que un posible camino es revisar los criterios con que las salas programan sus temporadas. Quince años atrás había una mayor identificación de los lugares con determinadas propuestas y ese “orden” era funcional a las necesidades de los espectadores, que son en definitiva los destinatarios del trabajo que hacemos. No sé si es una solución, ni siquiera sé si hay que buscarla, pero esto es algo que rescato como positivo de otros momentos y que se ha perdido.
Fuente:El Observador
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