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miércoles, 18 de mayo de 2011

BERLUSCONI: UNA DERROTA A DOMICILIO

El plebiscito que Silvio Berlusconi planteó a los electores en Milán, centro de su imperio mediático y financiero y feudo del poder de la derecha italiana desde hace 20 años, se selló con un fracaso sin precedentes, para el primer ministro y para la alianza entre el Pueblo de la Libertad y la Liga Norte que ha gobernado durante la última década el país.



Umberto Bossi y Berlusconi, hundidos y escondidos, ni siquiera comparecieron en televisión para comentar la inesperada victoria parcial del candidato del centro-izquierda a la alcaldía milanesa, Giuliano Pisapia, con el 48% de los votos, sobre la alcaldesa saliente Letizia Moratti, que no pasó del 41% y que perdió 11 puntos respecto a la última elección.

Las crónicas del primer sorpasso del centro-izquierda en la capital del norte en 18 años (desde 1993 no lograba forzar la segunda vuelta) refieren los comentarios crudos del entorno de Berlusconi ("un baño de sangre, un desastre") y anotan una conversación telefónica entre ambos líderes definida con una palabra: hielo.

Bossi acusa a Berlusconi de haber convertido las municipales de Milán en un referéndum en el momento más bajo de su popularidad. Dos datos refrendan esa idea: solo 28.000 milaneses dieron su voto al cabeza de lista, 24.000 menos que hace cinco años.

Y en el municipio de Arcore, escenario de las sonadas fiestas, el PDL entregó también la cuchara ante el centro-izquierda.

Los colaboradores del desaparecido primer ministro dejaron saber que el líder está "estupefacto y desmoralizado" por la victoria de la "extrema izquierda", aunque piensa que los errores son de los otros: culpa del partido que le obliga siempre a hacer todo solo, culpa de Moratti que no sabe comunicar, culpa de la Liga que no se ha esforzado y ha recibido menos votos de los esperados.

"Una tragedia de proporciones bíblicas", resumieron en la sede romana del PDL, según Il Corriere della Sera.

El inesperado triunfo del Partido Democrático (PD) en Milán, que le coloca en una situación de clara ventaja para la segunda vuelta, que se celebrará dentro de dos semanas, es además irónico para el centro-izquierda, porque Pisapia, el abogado de 62 años al que todos consideraban un outsider, procede del entorno de Nichi Vendola, el gobernador de Puglia.

No es la extrema izquierda, pero es la izquierda.
La izquierda que se opone a la división de los sindicatos y que esgrime ideas laicas y concretas.

Su victoria en las primarias del PD y ahora en la primera vuelta de Milán, unida al hundimiento del candidato oficial del PD en Nápoles, donde pasa a ser la tercera fuerza política, ante el candidato de Italia de los Valores, envía un mensaje claro al aparato de centro-izquierda donde batallan desde hace décadas Massimo D'Alema y Walter Veltroni: muchos italianos esperan una oposición real desde la izquierda real al populismo berlusconista y al populismo de la Liga y rechazan las componendas de sus dirigentes con el teórico enemigo. En ese sentido, quizá Milán y Nápoles, tan lejanas, supone el principio de un cambio histórico.

El deprimido centro-izquierda italiano ha logrado tomar aire en el lugar más simbólico posible: Milán, el feudo de Silvio Berlusconi.

Por primera vez en 18 años, la izquierda prevaleció sobre el centro derecha en la capital financiera de Italia, la ciudad fetiche del magnate y primer ministro.

El Partido Democrático (PD) salió globalmente reforzado de las elecciones municipales parciales al mantener de forma clara Turín y Bolonia e imponerse en el primer turno en Trieste, aunque en su histórico bastión de Nápoles se hundió hasta el 20% y pasó a ser la tercera fuerza política.

La victoria del candidato del PD a la alcaldía milanesa, Giuliano Pisapia, envió un mensaje claro tanto a Berlusconi como al centro izquierda.

El educado y casi anónimo abogado de pelo blanco, de 62 años, había vencido por sorpresa en las primarias del PD al candidato oficial y logró imponerse también a la alcaldesa Letizia Moratti, apoyada por el PDL y la Liga Norte.

Con el 75% de los sufragios escrutados, la lista de Pisapia sacaba casi siete puntos a la del PDL y la Liga: 48% frente a 41,6%.

El inesperado milagro milanés, que ningún sondeo preveía, deberá ser confirmado en la segunda vuelta dentro de dos semanas.

De momento, irritó a la Liga del Norte y abrió las primeras grietas en la coalición del Gobierno nacional.

Berlusconi insistió en volver a ser cabeza de lista de la alianza y quiso convertir el voto local en un plebiscito.

Pero sus electores le negaron incluso el objetivo de igualar las 52.000 preferencias que obtuvo en 2006. Las previsiones calculaban que no pasaría de la mitad.

"Ha cambiado el viento del norte", resumió Pierluigi Bersani, líder de la oposición. "Espero que la Liga tome nota que apoyando a Berlusconi, pierde".

La participación, con trece millones de electores censados, alcanzó el 70%, solo un punto menos que hace cinco años, aunque en Milán y Turín acudió más gente a las urnas que en 2006.

En la Nápoles invadida de basura la abstención subió diez puntos, hasta el 40%. Tras 16 años de Gobierno municipal del centro-izquierda, el electorado mostró desafección y dispersión.

El candidato más votado fue, como se esperaba, el empresario Gianni Lettieri, del Pueblo de la Libertad, con un 38% de los sufragios.

La sorpresa es que deberá jugarse el desempate no con el aspirante del PD sino con el ex juez Luigi de Magistris, de Italia de los Valores, que con sus apelaciones a la legalidad rozó el 27% de los votos, el mejor resultado alcanzado por la formación del ex fiscal Antonio di Pietro.

Las urnas dejaron también un aviso a la casta que se eterniza en los cargos: el movimiento antipolítico Cinco Estrellas del cómico Beppe Grillo arañó en Bolonia un histórico 10% que dejó en el aire la victoria en la primera vuelta del PD.

Fuente:El País

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