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martes, 12 de abril de 2011

LIBIA: OPCIONES Y CIRCUNSTANCIAS

El principal objetivo de la resolución 1973 de la ONU fue proteger a civiles libios. Podría discutirse si para ese fin hay que bombardear tanques que defendían un frente militar en una ciudad fantasma. La coalición puede decir que allí había civiles, incluso que los rebeldes son civiles. Es difícil de defender. Pero no es ilegal. La resolución de la ONU da ese margen.


La oposición libia ha vuelto a ganar impulso. Los avances vuelven a hacerle creer en sus opciones de llegar a Trípoli. Queda mucho y está por ver la ayuda que recibirá desde el aire o de otros modos (cargamentos de armas o comandos extranjeros). Ahora repaso las opciones que hay hasta el final de la guerra.

Antes, ha habido montones de comentarios en los posts anteriores sobre la necesidad y justicia de la intervención. Estos son los hechos: las tropas de Gadafi estaban a las puertas de Bengasi. Había en Libia hasta entonces centenares de muertos en varias semanas de revuelta. No había ninguna noticia ni imágenes de masacres ni genocidio. Muertos y crueldad, sí; centenares de muertos, no.

Pero Bengasi y Tobruk eran distintos. Bengasi es la capital de los rebeldes. No era la primera vez que Gadafi tenía problemas con el este del país. Las ciudades por las que había pasado antes -Bin Jawad, Ras Lanuf, Brega, Ajdabiya- eran menores y de donde los civiles habían huido. No había opciones de revancha. El ataque final era Bengasi.

El asesor de la Casa Blanca, Dennis Ross, dijo hace un par de días en una reunión privada que Bengasi hubiera sido “Srebrenica con anabolizantes”. En Bosnia murieron 8.100 hombres. Ross hablaba de la posibilidad de 100 mil muertos. Quizá exageraba. Pero es probable que Gadafi no fuera con rodeos. Su amenaza era ir casa por casa en Bengasi y Tobruk. Entonces sí que no había nada que hacer.

En suma, las pruebas no indicaban una masacre previa. Pero el riesgo era inminente. Los que defienden que debería haberse dejado llegar a Gadafi a Bengasi juegan con la ventaja de que nunca sabremos qué hubiera ocurrido. Son quejas lícitas.

Pero confiar de alguien cuyas tropas acabaron en un día de 1996 con 1.270 presos en una cárcel de Trípoli, es mucho confiar. Es un debate intelectual aceptable.

Pero ahora ya está hecho. Y bien hecho. No puede haber discusiones ahora que obvien la amenaza sobre Bengasi.

Ahora, qué pasará en esta guerra. Hay cuatro finales. Aquí pongo del más probable al más improbable.

1. Libia partida en dos. La oposición avanza hasta Sirte, el feudo de Gadafi. Allí le esperan tanques y misiles del régimen. Aunque reciban armas y formación de otros países, los rebeldes no logran pasar. Los cazas de la coalición no pueden atacar porque las armas de Gadafi están en una ciudad y es peligroso para civiles. Se declara un alto al fuego.

Aquí se dejarían las armas y empieza una partida de ajedrez diplomático. Hay dos opciones esenciales: negociaciones o esperar a que Gadafi caiga por la presión de sanciones. Las dos son difíciles. Es muy complicado que la oposición acepte hoy reformas o, incluso, elecciones (aunque desde fuera se lo planteen). Por el otro lado, a pesar de las sanciones, Gadafi parece que tiene dinero y, por tanto, tiempo.

La oposición también tiene recursos. La mayoría del petróleo está en el este, entre Brega y Torbuk. Ya han creado una compañía de petróleo y un banco central. La gran opción sería la paciencia. Podrían hacer el ensayo de crear una Libia más o menos libre.

Esta situación no tendría por qué ser pacífica del todo. A pesar del miedo, en el oeste del país, ahora controlapor Gadafi, hay simpatizantes de la oposición. La prueba es la defensa increíble de ciudades como Zawiya, Zintan o Misurata. Si se firma un alto al fuego, esos elementos podrían crear disturbios en el lado de Gadafi.

Lo mismo podría ocurrir al contrario. Según dicen aquí, entre un 10 y un 20 por ciento de los libios son informantes de la seguridad del Estado. Muchos siguen en el este, aunque los rebeldes tratan de eliminarlos con métodos poco democráticos. La paz podría ser tensa.

2. La guerra acaba en Trípoli. La oposición avanza hacia Sirte. En poco o en mucho tiempo, vence la resistencia de Gadafi y logra avanzar hacia Trípoli. Si dan con el coronel es probable que no le dejen escapar.

Es difícil. Sin un descalabro económico o desbandada, la oposición no podrá ganar a un ejército armado. Todo puede ocurrir y más ahora, que nadie sabe aún qué tipo de fuerzas se encontrarán en Sirte. Pero no parece sencillo. Como dice una de las encargadas para los medios del gobierno en Bengasi, “aprendemos sobre la marcha. Nuestra experiencias política es de un mes y una semana”.

3. Gadafi desaparece. Si Gadafi se ve sin dinero y sin ejército, podría plantearse huir. También, algunos de sus fieles podría entregarle. Esta opción es complicada porque todos los caminos de Gadafi acaban en el Tribunal Penal Internacional de La Haya. Ningún país puede garantizarle una salida sin que después de un tiempo le traicionen y le entreguen a La Haya, donde ya tiene una causa abierta.

Lo mismo ocurre con sus secuaces. Aunque le entreguen para huir a un exilio tranquilo, es probable que desde La Haya también les busquen por casos contra ellos. No tienen dónde esconderse. Su mejor opción es defenderse hasta el final en Trípoli.

4. Gadafi remonta. Aunque la zona de exclusión aérea y la protección de civiles no esté activa, puede volverse a poner en marcha para evitar el avance de Gadafi hacia el este. Por ese motivo, la remontada es la opción más improbable.

¿Qué pasará? No se sabe. Es evidente que una guerra causa muerte y dolor. Pero por ahora la intervención ha sido fructífera. Además, algunas de las opciones que hay hoy son razonables y de poca sangre. Veremos qué ocurre.

Todo esto no responde a otra pregunta legítima de los críticos de la intervención: ¿cómo sería un gobierno de la oposición? Nadie lo sabe. Lo mejor es prepararlo desde hoy. Las especulaciones ahora sobre quiénes son los rebeldes y sus relaciones ocultas son exageradas. He leído varios artículos. Todos dicen cosas distintas y con apenas datos fiables.

Ni la misma oposición sabe bien ahora mismo cómo sería su régimen si mandara en Trípoli. Está claro que no sería una democracia como la británica. Pero hay muchas opciones. Por ahora no jugaré al adivino.

Jordi Pérez Colomé

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