La disidencia iraní residente en Holanda, cree que Zahra Bahrami, la activista con doble nacionalidad asesinada por el régimen de ultra derecha que gobierna Irán, la semana pasada, pudo ser torturada hasta la muerte. Un acto bestial que habría sido ocultado. Los latinoamericanos conocemos bastante de estos temas porque las dictaduras de los años 60-70 y 80 asesinaron a miles de disidentes.
"Es la opinión que extraemos después de leer los blogs publicados por iraníes. Ejecutar a un súbdito extranjero resulta chocante incluso en Irán. Además, la teoría de la tortura explicaría que el cuerpo de la finada no haya sido mostrado aún", han declarado al rotativo De Telegraaf, desde la organización holandesa Juventud Progresista de Irán.
Los hijos de la fallecida sostienen que la ejecutaron por haber participado en las manifestaciones contra el Gobierno, registradas en 2009.
Luego se ha sabido que su madre fue condenada en Holanda (en 2003), por traficar con cocaína. Uri Rosenthal, ministro de Exteriores holandés, dice que los antecedentes penales de Bahrami "no modifican la farsa de su proceso en Irán". Teherán niega el aspecto político del caso, que considera un asunto interno.
La ejecución ha puesto contra las cuerdas al Gobierno holandés. En particular, al liberal Rosenthal, que no habría sabido manejarse adecuadamente como jefe de la diplomacia nacional.
Al no haber calculado bien el peligro que corría la detenida, el político declinó hablar con su homólogo iraní. Su omisión ha sido objeto de un duro debate parlamentario, donde le han pedido explicaciones sobre su supuesta falta de interés por el caso. Holanda congeló las relaciones diplomáticas con Irán al confirmarse la muerte de Bahrami.
Antiguo catedrático de Politología, Rosenthal justifica su postura diciendo que optó por una "diplomacia silenciosa". Señala, asimismo, haber sido objeto de un "engaño" por parte de las autoridades de Teherán. Le informaron mal del curso y plazos del juicio.
"No se adoptaron medidas al más alto nivel, porque incluso el embajador iraní en Holanda dijo que había tiempo para apelar. O bien para pedir una medida de gracia", asegura el ministro.
El embajador holandés en Teherán habló varias veces de Bahrami con las autoridades locales. También lo hizo con el presidente, Mahmud Ahmadineyad, que se mantuvo en silencio. La Unión Europea protestó de su lado contra la condena a muerte. Todo sin éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario