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viernes, 10 de septiembre de 2010

LA OPINION DE E. OLIVER: CUANDO UN JERARCA DEPENDE DE OTROS...CUIDADO !

Dijo el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Dr. Luis Almagro, que "actualmente la Cancillería tiene menos personal que en la década del 70", justificando así la necesidad de incrementarlo.


Comprendo que obtuvo el dato de algún mando medio de su cartera, ya que durante esa década el Dr. Almagro tenía entre 7 y 17 años de edad. Pero ASEGURO que lo informaron mal. No sé si fue sin querer o queriendo, pero le mintieron feo.

En 1975, cuando ingresé, el local constaba del Palacio Santos y el edificio contiguo de tres pisos recién inaugurado y aun casi vacío.

Recién un año después empezaba la obra de la mole que todos conocen ahora y que se intercomunica con todo el bloque.

Éramos muy pocos, nos cruzábamos a diario y todos sabíamos quién era quién. Tanto es así, que el conmutador de la cabina telefónica tenía internos de dos dígitos (del 20 al 50), abarcando todas y cada una de las dependencias existentes.

Estando un rato en la cabina, se podían aprender de memoria todos los números, y saber perfectamente los nombres de las personas que trabajaban en cada lugar.

Lo mismo pasaba con los diplomáticos acreditados en el exterior. Era más difícil memorizar las misiones que los funcionarios existentes en cada una.

No puedo decir con exactitud cuántos éramos en total, pero con lo relatado, es fácil hacer un cálculo estimativo de una cifra que se mantuvo con mínimas variantes hasta 1984.

Hasta ese año, ya con todos los edificios habilitados, no hubo más cambios que unos pocos diplomáticos ingresados por los concursos anuales y alguien en comisión que trajera el Ministro o el Secretario General de facto de turno. Seguíamos siendo pocos.

Recién en 1985 "se abrieron las compuertas" y la cosa cambió. De ahí hasta 1997 en que me jubilé, fue ingresando gran cantidad de personal (diplomáticos, asesores, redistribuidos, en comisión, pasantes).

Todos ellos, en dos años de estadía o poco más, fueron integrando las planillas presupuestales y aun descontando jubilados y fallecidos, superaron ampliamente en número a aquella escueta plantilla de los 70'.

El dato concreto que tengo es de 1987, porque conservo la lista del Departamento de Personal. Fue el año en que ingresó el Dr. Almagro, cuando los funcionarios del MMRREE eran 631.

Ese total correspondía a 334 diplomáticos (cumpliendo funciones en Cancillería y con destino en el exterior); y a 297 Administrativos, Técnicos y Personal de Servicio (estables en Cancillería, presupuestados, contratados y en comisión).

Un disparate de gente, comparada con la que hubo en la década del 70. Imposible reconocerlos a todos, saber en qué dependencia trabajaba cada uno, y mucho menos memorizar el número de sus teléfonos internos. Otro tanto ocurrió con el personal diplomático de las misiones.

Y eso que en mi lista no están los integrantes de las agregadurías militares existentes en las embajadas, ni los cónsules honorarios, ni el personal administrativo de las misiones, ni los agregados culturales que no pertenecieron al personal del ministerio.

Desde 1997, si bien nunca más me aparecí por "Butantán" (apelativo que provenía de mucho antes de mi ingreso, muy bien puesto por un diplomático que no conocí, que al visitar el serpentario brasileño de San Pablo se debe haber sentido como en casa), mantengo contacto hasta hoy con personas de mi época que están en actividad.

Por eso sé que el funcionariado siguió creciendo bastante después que me fui. Tanto, que cuando pregunto por algún conocido de antes, me responden que van a averiguar en qué dependencia trabaja, si es que no se jubió...

Actualmente, hacer una recorrida por todo el complejo edilicio buscando a alguien, llevaría todo el horario laboral. Y no lo digo yo, lo dicen los que siguen trabajando allá.

Y para saber cuántos diplomáticos hay en el exterior y seguir sumando, basta visitar la página www.mrree.gub.uy/ y contarlos, misión por misión.
¡Si habrá cambiado la cosa desde la década del 70!, ingresando siempre más de los que se iban.

Así que ¡vamos, Luis!, que nos conocemos bien y desde hace mucho. No me gusta verte pifiar en público por culpa ajena, ¡no hay derecho! ¡Cuidado con tu derredor!

Te lo dice quien reconoció tus valores desde que ingresaste a ese mundo extraño en el que las personas como vos son minoría. Bien sé lo que cuesta subsistir ahí adentro, y también sé que se consigue... teniendo ojos en la nuca, ¡y bien abiertos!

Elizabeth Óliver de Ábalos
5 de setiembre de 2010

http://blogs.montevideo.com.uy/blognoticia_39158_1.html

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