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miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA OPINION DE AMY GOODMAN: EVE ENSLER, CALVA, VALIENTE Y HERMOSA

Calva, valiente y hermosa: palabras que apenas alcanzan para comenzar a captar a la extraordinaria Eve Ensler, quien se sentó a mi lado la semana pasada, en medio de su batalla contra el cáncer de útero, para hablar de Nueva Orleáns y de la República Democrática del Congo. Es la autora de la conocida obra de teatro “Monólogos de la Vagina” y creadora de Día V, un movimiento activista mundial para detener la violencia contra mujeres y niñas, Eve cuenta cómo “el cáncer ha sido un enorme regalo”.


El emotivo ensayo de Eve “Congo Cáncer”, publicado en el periódico londinense The Guardian, comienza diciendo: “Algunas personas pueden pensar que es posible que una mujer se deprima cuando se le diagnostica cáncer de útero, luego se le practica una importante cirugía que deriva en un mes de infecciones debilitantes para luego rematar con meses de quimioterapia; pero la verdad, ese no fue mi veneno.

Eso no ha sido lo que late dentro de mí tarde en las noches y me mantiene despierta y en marcha. Eso no ha sido lo que me empuja a momentos de insoportable oscuridad y depresión.”

Su veneno, afirma Ensler en el ensayo, fue la epidemia de violaciones, torturas y violencia contra mujeres y niñas en la región oriental de la República Democrática del Congo.

Eve, que escribió “Monólogos de la Vagina” en 1996 como una forma de celebrar el cuerpo de la mujer y la potencia femenina, cuenta: “Durante los primeros tiempos de la obra y en todos los lugares del planeta a los que iba, las mujeres literalmente hacían cola después de la función.

Al principio pensé: qué bien, vienen a contarme acerca de sus maravillosos orgasmos y sus excelentes vidas sexuales, voy a poder agregarlo a la obra. Pero, de hecho, el 90 o 95 % de las mujeres hacían cola para contarme que habían sido víctimas de violación, maltratos, incesto o abuso.

Claro que ya sabía que existe violencia contra la mujer, yo misma soy sobreviviente de violación y maltratos, pero no tenía idea de que sus proporciones fueran como las de una epidemia.

No tenía idea de que y estas son cifras estadísticas de la ONU, una de cada tres mujeres en el planeta es violada o golpeada durante su vida. De repente, esa puerta se abrió para mí.”

Fue entonces que Ensler comenzó a producir la obra con el objetivo de recaudar fondos para las líneas telefónicas de apoyo para situaciones de crisis por violación y para organizaciones de mujeres de Estados Unidos de América.

“Se nos ocurrió la idea de Día V que puede significar tanto ‘Día para terminar con la Violencia’, como ‘Día de la Vagina’ y que reclama que el Día de San Valentín sea un día de amabilidad y buena voluntad para con las mujeres.

Empezamos con una producción de ‘Monólogos de La Vagina’ en Nueva York en la que participaron actrices asombrosas como Whoopi Goldberg, Susan Sarandon y Glenn Close.

Esa noche fue como un catalizador, simplemente dio impulso a este movimiento y hace ya trece años. Ahora estamos presentes en ciento treinta países.

El año pasado hubo cinco mil eventos en mil quinientos o mil seiscientos lugares. Se han recaudado cerca de ochenta millones de dólares, que se han volcado por completo a iniciativas de carácter local y comunitario.”

El movimiento Día V llevó a Eve a algunos de los lugares con situaciones más graves en la Tierra: Haití, la República Democrática del Congo y la Nueva Orleáns post-Huracán Katrina.

Eve pasó un año con mujeres de Nueva Orleáns, recopilando, en una serie de monólogos, las descripciones que las mujeres daban de sus vidas y del impacto del Huracán Katrina.

Esta recopilación se llama “Nadando contra la corriente”. Increíblemente, en plena quimioterapia, Eve va a dirigir dos funciones especiales a mediados de septiembre en Nueva Orleáns y en el Teatro Apollo de Harlem.

Congo oriental, una región devastada por la guerra en el país más empobrecido del mundo, es donde Eve Ensler y Día V han volcado la mayor parte de sus esfuerzos más recientes.

Desde 1996, cientos de miles de mujeres y niñas han sido violadas en la región oriental de la República Democrática del Congo, víctimas de lo que Día V llama “feminicidio.”

El mes pasado, rebeldes de Ruanda y del Congo tomaron poblaciones de la región oriental del país y violaron en grupo a casi doscientas mujeres y cinco niños.

Las violaciones múltiples tuvieron lugar entre el 30 de julio y el 3 de agosto de 2010 a pocos kilómetros de una misión de paz de la ONU y fueron denunciadas recién luego de transcurridas tres semanas.

Estas violaciones son brutales, dejan a las víctimas con heridas profundas y fístulas que requieren cirugía. Día V ha trabajado conjuntamente con el Hospital Panzi de Bukavu, única institución médica de la región donde las mujeres pueden recibir tratamiento médico adecuado. Al lado de este hospital, Día V está construyendo una zona segura controlada por mujeres llamada “La Ciudad de la Alegría”.

Eve afirma que fueron las propias mujeres quienes desarrollaron la planificación de La Ciudad de La Alegría: “Pasamos meses y meses con mujeres del Congo, haciendo entrevistas, hablando con ellas acerca de qué era lo que más querían, lo que más necesitaban y todo el mundo hablaba de un lugar donde poder sanar, entrenarse, convertirse en líderes, donde tener el tiempo y un respiro para reconstruirse a ellas mismas y reorientar sus energías hacia sus comunidades.”

Si todo sale bien con su propio tratamiento, Eve se les unirá en febrero para la apertura de La Ciudad de la Alegría.

El trabajo de Dia V, según me dijo Eve, define lo que ella llama “un tipo de V de tres vías entre Haití, el Congo y Nueva Orleáns” y explica además: “Las personas hacemos cosas de manera inconciente y somos llevadas a ciertos lugares inconcientemente, es entonces cuando nos damos cuenta de que existen todas estas interconexiones asombrosas.

Cuando estaba en Nueva Orleáns y trabajábamos en ‘V elevado a la décima potencia’ hablábamos acerca de dónde íbamos a poner en escena esa enorme muestra y me dijeron que tenía que ir a ver la Plaza Congo, un poco sorprendida les pregunté si en verdad existía un lugar llamado Plaza Congo en Nueva Orleáns y de hecho la Plaza Congo era el lugar a dónde los esclavos acudían los fines de semana para reclamar su herencia originaria.

La mayoría de los esclavos que llegaron a Nueva Orleáns provenían del Congo. Esto fue, y es, una asombrosa conexión.

Claro que también estamos ahora trabajando en Haiti y vemos este tipo de V de tres vías entre Haití, Congo y Nueva Orleáns. Fue entonces, una vez que habíamos hecho todo eso, que habíamos traído activistas a Nueva Orleáns el año pasado, al doctor Mukwege del Hospital Panza, a quien rendimos homenaje en ese gran evento y a Christine Schuler Deschryver.

Al estar al lado del doctor Mukwege, que es uno de los grandes médicos y líderes del Congo, y realizar la marcha desde la Plaza Congo hasta el estadio Superdomo junto a él, comprendí de qué manera el mundo se encuentra tan profundamente interconectado.

Nuestra historia va creando un futuro que, si no investigamos la historia, hace que continuemos con el mismo tipo de opresión y colonialismo, de violación y destrucción que continúan hoy en el Congo, en Haiti y en Nueva Orleáns.”

Con un pañuelo en la cabeza tras haber perdido su cabello durante los tratamientos contra el cáncer, Eve Ensler está a días de comenzar su cuarto round de quimioterapia. Le pregunté cómo hace.

“Las mujeres del Congo me salvaron la vida. Todos los días me levanto y pienso para mis adentros: puedo seguir. Si una mujer en el Congo se levantó esta mañana después de que parte de su interior le fue extirpado, ¿qué problema tengo yo en realidad? Y pienso en cómo bailan.

Cada vez que voy al Congo, bailan y cantan y siguen adelante a pesar de haber sido olvidadas y abandonadas por el mundo. Y pienso que tengo que mejorarme, que tengo que vivir para ver el día en que las mujeres del Congo sean libres, porque si esas mujeres son libres, las mujeres de todo el mundo seremos libres y seguiremos adelante.”

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

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