7 homicidios y 4 ataques a balazos– eran investigados por cinco fiscales de Instrucción de Buenos Aires. Hasta ayer 31 de agosto 2010, ésa era la cuenta alrededor de “Marcelito” (Marcelo Alejandro Antelo, 22 años) a quien la Policía investiga como un asesino serial que, según testimonios, mataba y robaba inspirado por un pacto con San La Muerte.
“Marcelito” fue detenido el sábado en el Barrio Rivadavia, del Bajo Flores, luego de que el 26 de agosto el juez Enrique Velázquez ordenara su captura por el homicidio del estudiante de Filosofía Rodrigo Ezcurra (27), ocurrido el 11 de abril pasado.
Pero ayer quedó formalmente acusado de un ataque con armas contra un hombre que terminó con un balazo en una pierna y un segundo asesinato.
Ambos episodios ocurrieron en febrero y como el resto de los casos investigados, dentro del Barrio Rivadavia.
“Solicité formalmente al juez Fernando Caunedo que Antelo quedara detenido en relación a los dos casos que investigo”, confirmó al diario Clarín la fiscal Estela Andrades de Segura.
En estas causas, “Marcelito” fue reconocido por fotos y se determinó que en ambos casos se usó la misma pistola calibre 9 milímetros.
Los hechos investigados por Segura de Andrade son, cronológicamente, los primeros que se le atribuyen al detenido. Por eso, explicó la fiscal, “también pedí que nos remitieran para su estudio las otras causas en las que se lo menciona como autor. Mi idea es investigar todo junto”.
Para los investigadores (que según fuentes judiciales y policiales tuvieron que lidiar con el miedo de los vecinos del Barrio Rivadavia ) es central encontrar un teléfono celular mencionado por uno de los testigos que aceptaron declarar.
Con este aparato se habría grabado el momento en el que “Marcelito” cuenta cómo mató a Ezcurra en el marco de su pacto con San La Muerte: un homicidio por semana a cambio de protección, droga y prosperidad.
En la mayoría de los casos en cuestión, el asesino mató por la noche y usó distintas armas (entre ellas, una pistola robada a un Policía Federal el 26 de marzo).
En algunos de ellos, como en el de Ezcurra, también hubo un robo: al estudiante de Filosofía le sacaron su billetera, su celular y su bicicleta último modelo.
Pero en otros casos no aparece más motivación que el crimen en sí mismo.
“A Pablo Villa, un indigente del barrio asesinado el 22 de julio, lo tiró a un container y le prendió fuego. Como gritaba, le empezó a pegar con un palo y como seguía gritando, lo mató a balazos ”, contó a Clarín una fuente judicial.
En este caso, el asesino fue reconocido por una testigo.
Poco después del homicidio de Villa, el 1° de agosto, fue encontrado en el interior de una volqueta el cuerpo calcinado de un joven de entre 20 y 25 años, no identificado (la Policía lo marcó como NN) pero conocido en el barrio como “El Diablo”.
A él también le pegaron un balazo para rematarlo.
A esta altura del asombro, si bien la lista de homicidios se limita a este año, nadie asegura hoy por hoy que antiguos casos archivados no sean desempolvados.
Un ejemplo: el 11 de septiembre de 2008, un vecino del Barrio Rivadavia descubrió el cuerpo totalmente calcinado de un hombre adentro de una volqueta.
Sólo se pudo establecer que le habían pegado un balazo en la cabeza.
El caso quedó a cargo de la fiscal Marcela Sánchez, que en marzo de 2009 lo envió a la Justicia de Menores porque el arma del crimen le fue secuestrada luego a un adolescente. Hoy este homicidio es estudiado bajo una nueva luz.
La investigación contra “Marcelito” se centra en hechos de este año, pero ayer se descubrió que en 2008 había sido acusado de otro homicidio.
Le dictaron falta de mérito.
Fuente:Clarin
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