Esas conversaciones extraordinarias fueron algunos de varios momentos que, según lo describe Esper en el libro A Sacred Oath, lo dejaron casi sin palabras cuando brindó sus servicios al cuadragésimo quinto presidente.
A Esper, el último secretario de Defensa confirmado por el Senado durante el mandato de Trump, también le preocupaba la especulación de que el presidente pudiera hacer un mal uso del ejército el día de las elecciones al ordenarles a los militares que incautaran las urnas, por ejemplo. Esper les advirtió a sus subordinados que estuvieran alertas ante cualquier llamada inusual de la Casa Blanca en las vísperas de las elecciones.
El libro, que saldrá a la venta el martes, ofrece una perspectiva asombrosamente sincera de un secretario de Defensa retirado e ilumina episodios clave de la presidencia de Trump, entre ellos algunos que eran desconocidos o poco explorados.
“Sentí como si estuviera escribiendo para la historia y para el pueblo estadounidense”, dijo Esper, quien se sometió al proceso estándar de autorización de seguridad del Pentágono para verificar información clasificada. También envió su escrito a más de dos docenas de generales de cuatro estrellas, algunos miembros del gabinete y otras personas para que opinaran sobre la precisión y legitimidad.
Para continuar con su opinión de Trump, Esper —quien a lo largo del libro se esforzó para ser justo con el hombre que lo despidió y al mismo tiempo denunciar su comportamiento cada vez más errático después de que su primer juicio político terminó en febrero de 2020— dijo con cautela, pero sin tapujos: “Es una persona sin principios que, a causa de su egoísmo, no debería estar en un puesto de servicio público”.
Un vocero de Trump no respondió de inmediato a una solicitud para ofrecer comentarios.
Esper describe un gobierno completamente rebasado por la inquietud sobre la campaña de reelección de Trump, en el que todas las decisiones estaban ligadas a ese objetivo. Esper escribe que pudo haber renunciado y consideró la idea varias veces, pero creía que el presidente estaba rodeado de tantas personas sumisas y gente que le susurraba ideas peligrosas que habrían puesto a un partidario del régimen en su lugar. Esper decidió que el verdadero acto de servicio era quedarse en su puesto para garantizar que no pasara algo así.
Una de esas ideas surgió de Trump, quien estaba descontento sobre el constante flujo de drogas a través de la frontera sur, durante el verano de 2020. Trump le preguntó al menos dos veces a Esper si el ejército podía “disparar misiles a México para destruir los laboratorios de drogas”.
Fuente: The N. York Times
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