Detrás de este vaivén de acusaciones hay un conflicto territorial con raíces históricas e intereses lucrativos jugosos. Atenas se puso en alerta este lunes por la actividad del Oruç Reis. Medios turcos mostraron este buque, escoltado por cinco fragatas turcas, dirigiéndose a aguas del sur de la isla de Kastelorizo. Según Ankara, este plan de prospecciones, que terminará el próximo 23 de agosto, es la respuesta turca a la firma, la semana pasada, de un acuerdo greco-egipcio contrario a sus intereses.
Aunque la base del conflicto son las inmensas bolsas de hidrocarburos que alberga el fondo marino del este del Mare Nostrum, y hace años que se avecinaba marejada, las aguas se enturbiaron la semana pasada cuando Grecia acordó con Egipto la delimitación de sus respectivas Zonas Económicas Exclusivas (ZEE). Esta delimitación se solapa con la que Turquía y el Gobierno de Libia reconocido por Naciones Unidas indicaron en un Memorándum de Entendimiento firmado el pasado noviembre.
Las ZEE son áreas extraterritoriales cuyos recursos un determinado país puede explotar. Según la Convención de la ONU sobre el Derecho al Mar (CONVEMAR), ésta se puede extender hasta 200 millas náuticas (unos 370 kilómetros) de la costa. Dado el tamaño y las características del Mediterráneo, ninguno de los países que baña puede adjudicarse tal extensión, por lo que están forzados, en el mejor de los casos, a alcanzar acuerdos. Normalmente se delimita mediante una línea equidistante entre ambas costas.
Un problema llega con las islas. Kastelorizo está a más de 500 kilómetros de la Grecia continental, pero a apenas dos de la costa turca. Aunque Atenas no ha explicitado sus aspiraciones, Turquía sostiene que islas como Kastelorizo no pueden originar una ZEE griega de extensión equivalente a lo sugerido por la CONVEMAR. "Esta isla está ubicada en el lado opuesto de la mediana entre Turquía y Grecia", indica Necdet Pamir, experto en energía del partido turco CHP.
"Según la CONVEMAR y las decisiones judiciales sobre casos similares", añade Pamir, "dichas islas no tienen ZEE o tienen un área muy limitada. Turquía continuará sus operaciones en la zona que acepta como plataforma continental". Entre sus alegaciones, Ankara se ampara en el hecho de que España no ha reclamado derechos exclusivos sobre sus islotes próximos a Marruecos, como es el caso del archipiélago de las Chafarinas.
A finales del mes pasado, Turquía anunció nuevas exploraciones cerca de Kastelorizo, pero acabó manteniendo el Oruç Reis en puerto en respuesta a una iniciativa diplomática de Alemania, apoyada por España, para mediar. La titular de Exteriores española, Arancha González Laya, aseguró hace dos semanas, tras una reunión con su homólogo turco Mevlut Çavusoglu, que este le había transmitido "el deseo de Turquía de iniciar un diálogo constructivo con sus vecinos en el Mediterráneo Este". Fuentes diplomáticas españoles explican a EL MUNDO que España apoya, tras los recientes viajes de la Ministra a Turquía y Grecia, "la búsqueda de soluciones duraderas en las futuras negociaciones".
Se trataría de un esfuerzo ciclópeo pues, en toda su extensión, implicaría abordar conflictos enquistados como el de Chipre -donde Turquía demanda compartir los beneficios de los hidrocarburos con el norte turcochipriota-, el palestino-israelí, el estatus de diversas islas del Egeo o incluso guerras como las de Libia o Siria. Sin posibilidad aparente de un gran acuerdo sobre las ZEE entre todos los países ribereños, los acuerdos bilaterales o trilaterales parecen ser el objetivo prioritario.
Todos los esfuerzos pacificadores parecen haberse ido al traste este lunes, con la decisión turca de responder al acuerdo Atenas-El Cairo reactivando las prospecciones. "Es el lado griego el que ha quebrantado el acuerdo y roto la confianza", protestó la semana pasada el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin. El Ministerio de Exteriores heleno, por contra, ha urgido este lunes a Turquía acabar con sus "acciones ilegales" al sur de Kastelorizo y ha descrito las operaciones turcas como "un nuevo escalamiento serio".
A falta de diálogo se está imponiendo la política de músculo. Aunque no se teme un choque bélico, y de hecho tanto Turquía como la mayoría de países de la Unión Europea, defienden una vía dialogada o un régimen de sanciones, las espadas están en alto sobre las aguas. En los últimos tiempos, patrulleras turcas y griegas han mantenido hostilidades en aguas del Egeo y del Mediterráneo. Una acción mal interpretada podría desencadenar rápidamente escaramuzas.
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