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viernes, 14 de septiembre de 2018

ALEMANIA: LAS CAMPANAS NAZIS DE LAS IGLESIAS

En cuanto descubrió que había una esvástica en la campana de la iglesia de la ciudad de Herxheim Am Berg (Alemania), Sigrid Peters se rehusó a tocar el órgano durante los servicios. La campana, fuera de la vista de todos y ubicada hasta la cima de una escalera de madera en la torre, sigue ahí desde que fue puesta en 1934 por un fervoroso alcalde nazi en este pueblo de 750 habitantes en la región suroeste vinícola alemana.


Es más pequeña que las dos campanas que la flanquean y está cubierta de polvo y excremento de paloma. Pero se alcanzan a distinguir fácilmente la esvástica y la inscripción: “Todo por la patria.- Adolf Hitler”.

Peters lamentó la presencia no divulgada del objeto. “La gente se ha estado casando debajo de una esvástica sin saberlo”, dijo.

Cuando Peters, una profesora jubilada de música, reveló la presencia de la “campana de Hitler”, desató furor. Organizaciones judías demandaron que fuera sacada, el consejo eclesiástico local prohibió que fuera repicada y un organismo regional incluso ofreció pagar por el remplazo.

El pastor Helmut Meinhardt opina que la discusión sobre la campana se ha degenerado en histeria. CreditLena Mucha para The New York Times


Después una veintena de otros pueblos alemanes revisaron sus propias iglesias y encontraron campanas similares. Se deshicieron de ellas con rapidez. En un caso, en el norte de Alemania, los residentes actuaron de manera directa al sentir que las autoridades estaban vacilando: irrumpieron en el campanario local y borraron la esvástica con un esmeril. En la puerta dejaron una nota: “Limpieza primaveral 2018”.

Pero en Herxheim el pueblo está dividido. A Peters la han llamado traidora y le han dedicado palabras peores. Han hecho llamadas de broma a la pizzería local para pedir “pizza nazi”.

Muchos residentes se han atrincherado: quieren que la campana se quede, pese a —o quizá justamente por— que Herxheim ahora ha sido llamado “el poblado nazi”.

“No vamos a dejar que el resto del mundo nos diga qué hacer con nuestra campana”, dijo el alcalde Georg Welker, quien fue votado al cargo en diciembre del año pasado como candidato independiente con una plataforma que prometía mantener el objeto en la iglesia.

Welker, de 72 años y antes pastor del pueblo, quiere poner una placa en la entrada de la iglesia que explique la historia de la campana.

“Es un monumento de la historia”, dijo Welker, durante un recorrido reciente del pueblo. “No debemos olvidar esa historia o hacer como que no sucedió. Por eso la campana debe quedarse”.

Varios habitantes de Herxheim insisten en que la campana debe ser retirada y otros son reacios a quitar parte del edificio donde fueron bautizados o casados. CreditLena Mucha para The New York Times

Sin embargo, esa historia es justamente la razón por la cual otros opinan que debe ser sacada de la iglesia.

“Se trata de una campana que colgaron durante el nacional socialismo y que está dedicada a un asesino en masa”, dijo Markus Krauss, trabajador metalúrgico que vive en el pueblo junto con su esposa y cuatro hijos. “Nuestra identidad posguerra está construida en romper con ese periodo de la historia”.

Por mucho tiempo, Alemania ha enfrentado su pasado —un régimen que asesinó a millones de personas en campos de concentración y exterminio— con ojos bien abiertos. Sin embargo, el principal partido opositor en el parlamento ahora es de ultraderecha y con tintes neonazis, lo que ha complicado el panorama. Un líder de ese partido, Alternativa para Alemania, hace poco se refirió a la era nazi como un punto tan relevante como “una caca de pájaro” en la historia mundial y otro dijo que debe haber un giro “de 180 grados” respecto a cómo los alemanes piensan su historia.

A finales de agosto, una multitud, con personas que hicieron el saludo nazi, salió a perseguir a personas de tez oscura y a migrantes en la ciudad de Chemnitz, al este.

La bióloga y escritora Bettina Heberer dijo que algunos de los comentarios de sus vecinos sobre la campana "suenan como de ultraderecha".

Incluso en Herxheim, cuando el tema de la campana se hizo público, el entonces alcalde sugirió que no todo lo que hizo Hitler fue malo. “También creó cosas que usamos el día de hoy”, dijo. Fue forzado a renunciar.

Pero varios de los habitantes del pueblo comparten su opinión. Un grupo de residentes reunido en la plaza central hicieron una lista de infraestructura, como el tramo local de la autopista, o autobahn.

“¿Todo eso debemos destruirlo?”, se cuestionó Roland Pox, quien vive al lado de la iglesia. “Es absurdo”.

Welker, el alcalde y exlíder estudiantil de izquierda, ha hecho sus propias declaraciones polémicas. Hace poco dijo que los “ciudadanos alemanes” también fueron víctimas del nazismo, con lo que pareció sugerir que los judíos asesinados no eran ciudadanos. (No fue su intención, a decir suyo).

“Estas son personas que conozco”, dijo Bettina Heberer, bióloga y escritora que dijo estar alarmada por algunas de las declaraciones “como de ultraderecha” de sus vecinos. “Ahora me pregunto: ‘¿Me podré sentar junto a ellas en el próximo festival vinícola?'”.Continue reading the main storyFoto

Los habitantes antes de un concierto de órgano en la iglesia, organizado para recaudar fondos para la restauración del inmueble. CreditLena Mucha para The New York Times

Aunque el hallazgo de la campana con la esvástica fue una novedad para Peters, varios en el pueblo sabían desde hace años que ahí estaba. Welker, cuando aún era pastor en los años ochenta y noventa, con frecuencia llevaba a los adolescentes que hacían su confirmación a verla.

Uno de ellos, Eric Hass, ahora es trabajador vinícola e historiador aficionado. En 2005 preparó una exhibición para el sesenta aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial que incluía una fotografía de la campana. Pero dijo que pocos la notaron o pensaron que merecía ser debatida.


Hass cree que esa respuesta quizá se debe a que ese periodo histórico parecía tan alejado que una reliquia como la campana no parecía tener mucha importancia simbólica. Alternativa para Alemania ni siquiera existía; ahora es el tercer mayor partido del país.

Dora Jotter tenía 12 años en 1934 cuando llegó la campana a la iglesia; quiere que en su funeral doble la campana. CreditLena Mucha para The New York Times

Algunos quieren mantener la campana por los vínculos emocionales; se casaron con su repique o sus hijos fueron bautizados debajo de ella.

Dora Jotter ha vivido en Herxheim toda su vida. Tenía 12 años cuando llegó la campana, en 1934, y escribió un ensayo escolar sobre el momento.

Ahora de 96 años, Jotter dice que fue un evento “significativo” de su niñez. Tanto así que quiere que doble esa campana durante su funeral; se lo pidió personalmente al alcalde.

Welker le aseguró que así será. Sin embargo, la decisión final no depende de él porque, aunque la campana pertenece al pueblo, la torre con la campana pertenece a la iglesia y esa aún se rehúsa a que pueda sonar.

El pastor de la iglesia, Helmut Meinhardt, cree que el debate ya ha degenerado en histeria, como cuando Peters acusaba que “escuchaba la voz de Hitler” cada vez que repicaba la campana.

Cuando a Meinhardt le preguntaron si él también lo oía, respondió que solo escuchaba un do.

“Al día siguiente, en línea me acusaron de ser el ‘pastor nazi'”, recordó.

En medio del encono, algunos habitantes han cambiado de parecer sobre la campana. Heberer, la bióloga, antes creía que lo mejor era dejarla en la iglesia y poner una placa. “Pero las víctimas y familiares de las víctimas de los nazis no la quieren y eso es más que suficiente”, dijo.

“Tenemos que sacarla. Es nuestra obligación moral”.

Herxheim está en el suroeste alemán y es una región vinícola.

Fuente: The New York Times




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