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jueves, 2 de agosto de 2018

MIDES: NO TENEMOS RECURSOS PARA AYUDAR A NADIE MAS

Primero fueron agresiones verbales que al poco tiempo se convirtieron en golpes físicos. Cuando Vanesa estaba embarazada de siete meses tomó la decisión de separarse de su pareja y mudarse de Treinta y Tres a Montevideo. Allí estuvo viviendo durante un tiempo hasta que perdió el trabajo y debió irse a vivir con su madre a Pando. Pero la convivencia y los problemas económicos comenzaron a afectar la relación. "Fue en ese momento que fui a pedir ayuda a un hogar del Mides, en donde me dijeron que mi caso iba a ser valorado pero que tenía que esperar porque yo no estaba viviendo en la calle. Esperé dos meses y volví, pero siempre me daban la misma respuesta", contó a Vanesa, que prefirió mantener su nombre completo en reserva.

La situación en la vivienda de su madre se tornó "demasiado complicada", según dijo, por lo que, en enero de este año, decidió regresar a vivir a Treinta y Tres a la casa de su expareja y padre de sus dos hijos. "No tenía otra opción. Él tenía su casa, estaba supuestamente trabajando y el lugar iba a ser el techo de mis hijos mientras yo arreglaba mi situación y me conseguía otro lugar donde vivir", dijo.

Pero la historia se volvió a repetir. A la semana de estar ahí, volvieron las agresiones. El hombre se había vuelto alcohólico y según cuenta Vanesa también consumía pasta base. También se había puesto "demasiado controlador".

"Volvía a casa e insultaba a mis hijos. Yo me oponía continuamente y los defendía. Eso hacía que también me agrediera verbalmente a mí", recordó. "Con el tiempo, el miedo te va consumiendo y no reaccionas", cuenta.

Según dice, las agresiones eran diarias y arrancaban desde la mañana cuando se levantaba a llevar a sus hijos a la escuela. "Me decía: levantá a ese gurí, movete, quiero esto acá, entre otras órdenes", recuerda. Cuando el hombre llegaba a su casa de noche, Vanesa le dejaba la comida pronta, "pero si no le gustaba la tiraba".

El límite.

En abril de este año una serie de sucesos la llevaron a tomar la decisión de irse definitivamente de la casa de su expareja. "Un día fui a buscar a mi hijo a la escuela y él fue a buscarnos. Como yo estaba conversando con otro papá, me agarró del brazo y me dijo que nos fuéramos para casa que ya iba a ver".

La última agresión ocurrió mientras se encontraban en la caja del supermercado. Allí, tras una discusión porque había demorado más de lo previsto haciendo las compras, el hombre le pegó golpe de puño en la espalda. Ante este hecho, la cajera les tuvo que pedir que se retiraran del lugar.

"Todos los días me preguntaba cómo podía hacer para salir de eso. No tenía a dónde ir y tampoco tenía trabajo; aunque había buscado un empleo con cama, con niños se me hacía difícil conseguirlo", explicó. Volvió a pedir ayuda al Mides, esta vez en Treinta y Tres. La respuesta fue la misma.

"Me dijeron que no había lugar para ningún tipo de caso. No sabía qué más hacer", dijo. Fue en ese entonces que a través de Facebook llegó al perfil denominado "Me defendí de mi agresor". "Escribí por privado preguntando cómo podía hacer para solucionar mi situación porque estaba desesperada. Enseguida, sin siquiera conocerme me dijeron que pasara mi teléfono, que se iban a comunicar conmigo y que me iban a ayudar. Hoy, es esa misma persona, llamada María, la que me está dando alojamiento en su propia casa desde hace 4 meses", contó.

Pedido de ayuda.

La tercera vez no fue la vencida para Vanesa que volvió a pedir ayuda en el Mides, en este caso de Montevideo, pero recibió como respuesta que "no había recursos" para ayudarla. Frente a esa situación la diputada colorada Valentina Rapela realizó un pedido de informes al Ministerio, consultando entre otras cosas cuál es el criterio que se utiliza para aceptar o no a una víctima de violencia doméstica en los hogares que administra.

"Lo que necesito es un trabajo, porque la situación y el alimentar a cinco niños se ha tornado complicado. La única que trabaja es María y el sueldo que entra es muy poco y hay días que no tenemos para comer. Eso me permitiría tener mi vivienda para estar con mis hijos. María me brindó una parte de su terreno para que construya, pero no tengo con qué", comentó.

Lleva una tobillera al defenderse de agresión

María, la mujer que se encuentra alojando a Vanesa, también fue víctima de violencia doméstica. Pero su caso es particular: es ella la que lleva una tobillera, luego de haber atacado a su marido mientras intentaba defenderse de una agresión. La lleva consigo desde el 2 de febrero de este año. El hecho que derivó en la medida ocurrió poco tiempo antes, el 27 de enero.

"Él hacía tiempo que me agredía verbalmente. Me reclamaba que me arreglaba para ir a trabajar y no cuando estaba en mi casa, me sacaba los vestidos del ropero para que no los usara hasta que comenzó a agredirme físicamente. Realicé varias denuncias pero no hicieron nada hasta que un día, por defenderme, ya que él me estaba zamarreando y no me soltaba tras una discusión, agarré una botella de cerveza, la partí contra la reja ya que estábamos afuera de mi casa y le hice un corte en una de las manos". 

Su reclamo es que le impongan a él también medidas recíprocas para defender su integridad. 

"Recibo mensajes de él, me acosa constantemente y aparece en la puerta de mi casa. La Dirección de Monitoreo Electrónico del Ministerio del Interior y el fiscal le han pedido a la jueza que le realicen a mi ex pareja una pericia psiquiátrica porque ha tenido actitudes raras pero hasta ahora no se han realizado y yo ya llevo seis meses con la tobillera", dijo la mujer.


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