A las nuevas generaciones el nombre de Christine Keeler les dice poco o nada. El llamado Caso Profumo, que tuvo como protagonistas al entonces ministro de Guerra británico, John Profumo, a una joven modelo y bailarina y al agregado naval de la embajada soviética en Londres a principios de la década de 1960. Una explosiva mezcla de sexo y espionaje en plena Guerra Fría que desató uno de los escándalos políticos más sonados de Gran Bretaña.
Pues Christine Keeler era esa joven, que se vio envuelta en un juego de poderes que nunca pudo controlar y que la marcó hasta el último día de su vida. Falleció esta semana a la edad de 75 años.
La noticia la reveló ayer miércoles el diario The Guardian, citando al hijo de Keeler, que confirmó la muerte de su madre por una enfermedad pulmonar el lunes en un hospital del sureste de Inglaterra. "Se ganó su lugar en la historia británica pero pagando un alto precio personal", dijo su hijo Seymour Platt, de 46 años, residente en Irlanda.
El otro protagonista de esta historia es el médico Stephen Ward, encargado de reclutar a jóvenes como Keeler para sus fiestas sexuales con la alta sociedad británica. En 1961, en una de esas fiestas, mientras se bañaba desnuda en la piscina de la residencia de lord Astor, Profumo conoció a Keeler, 27 años menor que él.
Comenzó así una relación, que según contó la mujer duró solo algunas semanas, pero que dos años después desataría el escándalo que terminó costándole el cargo a Profumo y provocando la caída del gobierno del primer ministro conservador Harold MacMillan.
La cosa no habría pasado de una aventura extramatrimonial de uno de los políticos más importantes de Gran Bretaña y cuyo nombre se llegó a manejar como candidato a primer ministro. Pero un detalle lo cambió todo: Keeler, al mismo tiempo que mantenía su relación con Profumo, también se veía en encuentros sexuales con Yevgeny Eugene Ivanov, el agregado naval de la embajada de la Unión Soviética en Londres. Según los servicios de inteligencia británicos, Ivanov integraba una red de espionaje. Este hombre abandonó Londres apenas estalló el escándalo y nada más se supo de él. Ivanov era yerno del presidente de la Corte Suprema de la Unión Soviética.
Estaban los elementos para que comenzaran a tejerse todo tipo de teorías conspirativas, en las que la joven Keeler servía de vehículo de secretos de Estado de la cama del ministro británico a la del militar soviético.
Finalmente el 5 de junio de 1963 Profumo se vio obligado a dimitir, en medio de acusaciones de que había puesto en peligro la seguridad nacional y porque mintió en el Parlamento. Apenas tres meses después, en septiembre, ya enfermo de cáncer, renunció el primer ministro MacMillan, abriendo el camino para las elecciones del próximo año que ganarían los laboristas con Harold Wilson.
Profumo, casado con la actriz Valerie Hobson, no volvió más a la política, y a modo de "penitencia" se dedicó a las obras sociales, labor que le valió la condecoración de Comandante del Imperio Británico en 1975. Tenía el título nobiliario de barón pero que nunca usó. Murió en marzo de 2006 a la edad de 91 años.
"Nunca hablé de política con Profumo y nunca llegué a ser amante del soviético", contó Keeler en 1983, cuando presentó el libro Nothing but sobre su versión del caso. Definió su relación con el ministro británico de "puramente sexual", si bien reconoció que guardó un buen recuerdo de ese vínculo. Y sobre el soviético Ivanov, dijo que "solo nos acostamos una vez" y que nunca sintió nada por él.
Según Keeler, el único espía real en esta trama era Stephen Ward, el médico que le presentó a Profumo y le animó para que iniciara una relación con él. Ward, que fue acusado de proxenetismo, se suicidó en medio del escándalo.
Según el libro A matter of Trust, de Nigel West, el médico era un doble agente que trabajaba para los británicos relacionando a funcionarios soviéticos con mujeres.
En 1986 el caso llegó al cine con la película Escándalo, dirigida por Michael Caton-Jones.
Nacida en el oeste de Londres en 1942, Keeler fue abandonada por su padre cuando aún era una niña.
Después, la nueva pareja de su padre y los amigos para los que trabajaba como niñera, abusaron de ella cuando era una adolescente. Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Keeler sufrió abusos cuando era una adolescente.
Keeler abandonó la escuela, tras lo cual tuvo una sucesión de trabajos, desde camarera a modelo para cuadros.
A los 17 años, quedó embarazada. Sus intentos para abortar fallaron pero el bebé, un niño, murió días después de dar a luz.
"Tenía solo 17 años, no me quedaban muchas ilusiones y las que me quedaban pronto se desvanecieron".
Keeler encontró un trabajo en Murray´s, un club nocturno en el Soho londinense, donde servía bebidas y posaba semidesnuda en el escenario.
Por cuenta propia, tuvo relaciones sexuales con los clientes del club, aunque estas estaban prohibidas.
Fue en el Murray´s donde Keeler conoció a Stephen Ward, un osteópata entre cuyos clientes se contaban varias personas ricas e influyentes. Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Su relación con Stephen Ward era platónica.
Ward llevaba a Keeler a fiestas donde le presentaba a sus influyentes amigos.
En una de esas fiestas, el 8 de julio de 1961, Keeler llamó la atención del entonces ministro de Guerra, John Profumo, cuando nadaba en una piscina.
Profumo, que estaba casado con la actriz Valerie Hobson, era considerado una de las estrellas en ascenso del gobierno conservador. Se mantuvo en contacto con Keeler y tuvieron una breve aventura.
En esa fiesta también estaba Eugene Ivanov, agregado naval de la Embajada soviética en Londres. Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption John Profumo con su esposa, la actriz Valerie Hobson.
Más tarde, Keeler dijo que mantuvo una relación con Ivanov al mismo tiempo que la tenía con Profumo, aunque muchos lo desmintieron.
Ella también había estado relacionada con otros dos hombres: Lucky Gordon y Johnny Edgecombe.
Gordon y Edgecombe se pelearon amargamente por Keeler. En una disputa, Edgecombe realizó disparos en un apartamento donde Keeler estaba escondida.
La posterior investigación policial llevó a la prensa a interesarse por el caso y los reporteros pronto supieron de la relación entre Keeler y Profumo.
La renuncia Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Keeler dijo haber mantenido una aventura con Eugene Ivanov.
Las sospechas de que Keeler había obtenido secretos de Profumo y se los había pasado a Ivanov, llevó a los laboristas a considerar todo el asunto como una cuestión de seguridad nacional.
En 1963, Profumo fue obligado a comparecer en la Cámara de los Comunes, donde negó haber mantenido relaciones sexuales con Keeler.
"La señorita Keeler y yo éramos amigos", dijo Profumo. "No había nada inadecuado en mi relación con la señorita Keeler".
El 5 de junio, Profumo renunció como ministro de Guerra, teniendo que admitir que había mentido a la Cámara de los Comunes sobre su relación con Keeler.
Los laboristas ganaron las elecciones de 1964, usando el caso Profumo para acusar a los conservadores de no ser aptos para gobernar.
Perjurio
Mientras se seguía el proceso contra Profumo, Keeler había testificado en un juicio contra Lucky Gordon, a quien acusó de atacarla. Gordon fue condenado a tres años de cárcel.
Pero en diciembre de 1963, su sentencia fue anulada por la Corte de Apelaciones, y Keeler fue acusada de mentir en su juicio.
Se declaró culpable de los cargos de perjurio y fue sentenciada a nueve meses en prisión. Derechos de autor de la imagen PA Image caption Mandy Rice-Davies (izq.) fue, junto con Keeler, un testigo clave en el juicio contra Ward.
Stephen Ward había sido arrestado y acusado de vivir de las ganancias inmorales de Keeler.
Su juicio empezó en 1963, pero cuando el jurado anunció su veredicto, Ward había tomado una sobredosis de pastillas para dormir. Murió en el hospital tres días después.
"Escándalo"
Tras salir de prisión, Christine Keeler desapareció de la vida pública.
Tuvo dos matrimonios, que no duraron, y dos hijos. Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Christine Keeler se casó dos veces y tuvo dos hijos.
Aunque Keeler hizo dinero vendiendo su historia a los tabloides, ese dinero se había esfumado en los 70.
Publicó cinco libros sobre su vida, uno de los cuales, titulado "Scandal", dio lugar a la película de 1989 con el mismo nombre, protagonizada por Joanne Whalley.
"Víctima de su tiempo"
Cuando era joven, Christine Keeler estaba desesperada por huir de un hogar infeliz y hacer algo por sí misma. Tenía poco tiempo para preocuparse de la anticuada moral de la clase poderosa. Derechos de autor de la imagen PA Image caption Stephen Ward fue acusado de vivir de las ganancias inmorales de Keeler.
Desafortunadamente para ella, esa clase estaba desesperada por mantener su influencia en un país que estaba a punto de experimentar los enormes cambios sociales de los 60.
El escándalo fue instigado por la prensa sensacionalista.
"Querían saber sobre el sexo por supuesto", dijo Keeler en una ocasión. "Pero no el resto. Nadie quería saber el resto".
Douglas Thompson, periodista y autor que trabajó con Keeler en sus memorias, "The Truth Al Last", la describió como "una víctima de su tiempo".
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