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lunes, 13 de noviembre de 2017

G. JANCOU: UN FRANCES QUE VINO A MORIR EN URUGUAY

El anticuario francés Georges Jancou y su esposa Jenny Tapinka recorrían una librería del barrio Montmarte de París. Era el mes de diciembre del año 1998 y el sol ya casi se ocultaba en el oeste parisino. Mientras paseaba por la librería, Jancou sintió un fuerte impacto cuando se topó con el libro Monsieur Chouchani. El enigma de un maestro del siglo XX, del escritor francés Salomón Malka. La tapa exhibía tres fotos del protagonista. Jancou conocía ese rostro.  "Mi esposo quedó como petrificado cuando vio el libro", contó Jenny Tapinka al periodista del diario El País en su residencia de Maldonado.


El libro llevaba un prólogo del intelectual judío Elie Wiesel, superviviente de los campos de concentración nazis y confeso discípulo del misterioso Monseiur Chouchani.

A partir de ese día, la vida del anticuario francés cambió para siempre. Como Malkas, como Wiesel, también Georges Jancou se sintió atraído por la enigmática personalidad del señor Chouchani.

Cincuenta años atrás, en 1947, Jancou había mantenido una breve pero significativa relación con el protagonista del libro. El anticuario tenía trece años cuando recibió de Chouchani la enseñanza que todo judío debe acceder antes de celebrar el Bar Mitzvá, la ceremonia de la madurez religiosa. Jancou aseguró que luego de ese breve encuentro jamás volvió a ver a su maestro.

A lo largo de los años lo buscó por todos lados. Solo escuchó rumores. Algunos lo ubicaban en Israel, otros en Estados Unidos de América. El libro le dio la pista para encontrar a su antiguo maestro: El señor Chouchani había fallecido el 26 de enero de 1968 y estaba enterrado en un lugar desconocido para Jancou. Una ciudad y un país lejanos: sus restos reposaban en el cementerio israelita de La Paz, en Canelones. La tumba, que hoy sigue siendo objeto de veneración, había sido costeada por el propio Elie Wiesel, quien, en 1947 había conocido al señor Chouchani en un tren que atravesaba la campiña francesa. Desde esa época, Wiesel, Premio Nobel de la Paz en 1968, fue un fervoroso discípulo del místico judío.

El destino.

Con el libro cruzado sobre su pecho, Jancou le dijo a su esposa que debían viajar al lejano Uruguay. Las primeras visitas las hicieron en cruceros que a fines de la década de los noventa atracaron en los puertos uruguayos. Los viajes se sucedieron hasta que en 2004, el retirado anticuario le adelantó a su esposa que pasaría el resto de su vida en el Uruguay, y que quería morir ahí. Primero compraron una casa en Rincón del Indio. Después, un apartamento en la avenida Gorlero. Por último, un apartamento en el edificio Casino Tower, frente al Hotel Enjoy.

Jancou instruyó que sus restos debían ser sepultados cerca de la tumba de su mentor, al que había conocido brevemente en 1947 y no había vuelto a ver. Hace doce años, Jancou mandó a hacer la lápida de su tumba. La pagó al contado. También dispuso el texto que debía figurar en el mármol. Primero, su nombre: Georges Jancou, debajo, la Estrella de David y la frase: "Alumno del sabio Rebe Chouchani". También hizo labrar su fecha de nacimiento: 29/12/1934. Quedó libre el espacio para la fecha de su muerte, que fue llenado hace pocos días. Jancou murió el pasado sábado 4 de noviembre.

El martes 7 al mediodía fue sepultado a poca distancia de su mentor en el Cementerio Israelita de La Paz, en una ceremonia íntima a la que asistió su viuda.

Abrazado al libro.

Cada noche, durante meses, Jancou le pidió a su esposa que le leyera una y otra vez el mismo libro que había comprado en la lejana librería de Montmartre una tarde de 1998. El sábado, el anticuario francés murió abrazado a ese libro.

Jenny, cuya historia motivó una conocida película francesa, dijo a El País que regresará a la Costa Azul donde continuará su vida. "Le dije que me haría cargo de trasladar sus restos a Francia. No quiso. Él quiso ser sepultado junto a su maestro", añadió.

Pero, ¿quién fue el Señor Chouchani? Se sabe poco y casi nada de su vida, salvo algunos detalles como su fecha de nacimiento (enero de 1895) y de su muerte (26 de enero de 1968) en Montevideo.

Monsieur Chouchani (o "Shushani") era el apodo con que se conocía a este maestro del Talmud. Era un hombre calificado como "enigmático" y "excéntrico" pero que descolló gracias a sus notables conocimientos. Hablaba dieciocho idiomas, recitaba la Biblia de memoria y los versos del Corán en árabe. Además era un experto matemático, con dominios avanzados de física nuclear, según lo describen.

Un trabajo de la periodista Yael Levine, en 2015, sostiene que había nacido en la ciudad de Brest-Litosvky (en la actual Bielorrusia) y que se llamaba Mordechai Rosenbaum.

El profesor de Filosofía de la Universidad Hebrea Shalom Rosenberg, que acompañó a Chouchani en Montevideo, escribió en un artículo en Haaretz que el místico judío sufrió un grave revés de fortuna en el crack de la bolsa de valores en 1929.

Chouchani vivió en París hasta 1952. Luego fue a Israel y volvió a Francia en 1956 al estallar la guerra del Sinaí. Tras peregrinar por el mundo, falleció en Montevideo en 1968.

En su momento de mayor exposición, Chouchani vestía como un vagabundo. "Mi marido pudo conocer la casa que ocupó Chouchani en Montevideo. Era de una extrema pobreza", explica Jenny.
 
"Llegan de todas partes del mundo".

El Cementerio Israelita de La Paz, en Canelones está a punto de cumplir 100 años. Fue inaugurado el 28 de noviembre de 1917. Cuenta con secciones dedicadas a judíos de diferentes orígenes: sefardíes, alemanes, húngaros y asquenazíes, entre otros.

En 2014 se anunció la implementación de códigos QR para las tumbas, de manera de permitir el acceso remoto a las imágenes del cementerio y conocer la ubicación exacta de cada tumba. El proyecto todavía no ha sido completado. La tumba del misterioso Monsieur Chouchani es visitada con mucha regularidad, atestiguan los cuidadores.

"Hace 48 años que trabajo en el cementerio. Viene gente de todo el mundo para ver al señor Chouchani", dijo Julio, el encargado de la necrópolis. Los visitantes se quedan durante horas frente a la tumba. Algunos oran. Otros piden por la mejora del estado de salud de algún familiar o amigo. Otros llegan atraídos por la leyenda que rodea la vida del enigmatico personaje.

La sepultura de Chouchani, que falleció en Uruguay en 1968, fue pagada por el judío húngaro Elie Wiesel, sobreviviente de Auschwitz y Premio Nobel de La Paz (1968). El texto en la lápida también fue escrito por él mismo: "El sabio Rabino Chouchani de bendita memoria. Su nacimiento y su vida están sellados en un enigma".

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