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sábado, 25 de noviembre de 2017

ASESINOS DE NIÑOS: TANTO LES DA MATAR A UN NIÑO COMO A UNA CUCARACHA

Hombre en el 90% de los casos, de 25 a 45 años, con trabajo y familia: ese es el perfil estadístico de los abusadores de niños. A la vista, personas "normales", pero en su interior guardan "una fuerte inadecuación subjetiva del mundo adulto". Es decir, se sienten incómodos con la realidad que les toca vivir y explotan de la peor manera. Así lo explica el director de la Asociación Latinoamericana de psicología jurídica y forense, Gustavo Álvarez, quien sugiere, no obstante, que es bueno analizar cada caso para valorar la motivación intrínseca del homicida.

La semejanza y cercanía en el tiempo de los casos de Valentina y Brissa traen a colación la pregunta de qué pasó por la cabeza de los hombres que cometieron los crímenes. Valentina Walter fue abusada y asesinada en Rivera la semana pasada y el cadáver de Brissa González apareció en las últimas horas enterrada en un balneario de Canelones.

Para el psicólogo Roberto Mosera, también es importante estudiar cada caso, pero expresó que en general se trata de "estructuras patológicas y antisociales de personalidad". Mosera entiende innegables la impulsividad y el sentido perverso de la conducta en estos casos.

El psicólogo Robert Parrado añade a la descripción del victimario la falta de empatía y del sufrimiento del otro. Además, expresa que deben diferenciarse los casos en que se trata de violaciones domésticas o violaciones callejeras. Estas últimas "son mucho más violentas".

Los especialistas en psicología coinciden en que la elección de niñas tan pequeñas de edad tiene que ver con "cierto desbalance" y con la vulnerabilidad de la víctima en lo físico y en lo psicológico. Un punto de semejanza entre los dos casos es el asesinato final.

Para Mosera, más allá de que pueda existir como argumento el temor a ser descubierto, las razones del homicida son más complejas. "Es una característica muy agresiva la de someter sexualmente y matar", dijo.

Álvarez explicó que es característico de estas patologías el "cosificar" a la víctima, dejando de lado toda empatía. Ninguno de los tres especialistas cree que estos tipos de casos puedan generar una suerte de contagio en la sociedad. Sin embargo, Álvarez habla de "núcleos patógenos" que pueden ser influenciados. "Aquel que está proclive a cometer un delito de este tipo puede entenderlo como una habilitacion", expresó el psicólogo.

Tanto Parrado como Álvarez dijeron que en Uruguay hay un déficit muy grande en materia de estudios criminológicos y, específicamente, de un registro de abusadores. Parrado explicó que el registro del Instituto Técnico Forense funciona como una inscripción judicial más que como una base para futuras investigaciones. Por tanto, no es posible hacer un seguimiento del abusador y controlar su comportamiento. Para eso, expresó que es necesaria la creación de una política de Estado.
 
 
 

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