Los ciudadanos franceses concurrirán a las urnas el próximo domingo 23 para elegir presidente y una nueva encuesta muestra que el izquierdista Jean-Luc Mélenchon le pisa los talones a los máximos aspirantes, abriendo incertidumbre en la recta final de la campaña. Si bien de las elecciones participan once candidatos a suceder al socialista François Hollande en la jefatura del Estado, tres aspirantes aparecen ahora con las mejores posibilidades de buscar un lugar en el balotaje del domingo 7 de mayo.
El panorama que presentan las elecciones es una reñida competencia entre la candidata del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen y el aspirante del centrista movimiento ¡En Marcha!, Emmanuel Macron.
Pero, en los últimos días, el candidato de Francia Insumisa, de izquierda Jean-Luc Mélenchon, registró un ascenso de siete puntos porcentuales en el sondeo mensual de Ifop-Fiducial para Paris Match y Radio Sud, que lo sitúa en el tercer lugar por delante de François Fillon (Los Republicanos).
Aunque hasta el momento los sondeos no cambian los nombres de los dos favoritos a disputar la segunda vuelta —Le Pen y Macron— sí evidencian que las tendencias de ambos son a la baja y que su posición no está tan garantizada en la primera vuelta de los comicios.
La última encuesta del instituto Ifop muestra a Le Pen encabezando la intención de voto con el 24 %, seguida de Macron con 23 %, Mélenchon con 19 % y Fillon con 18,5 %.
Tanto Le Pen como Macron registraron un descenso de 2,5 puntos porcentuales en la intención de voto en relación con un mes atrás.
El jefe del departamento de Opinión de Ifop, Esteban Pratviel, explicó a Efe que en la práctica esos cuatro candidatos tienen posibilidades de clasificarse para la segunda vuelta.
Si las elecciones fueran hoy, precisó Pratviel, serían Le Pen y Macron en un orden que podría variar, pero, como todavía quedan varios días, no se descarta que Mélenchon o Fillon recorten distancias.
Pese a que el 32 % de los encuestados declara su propósito de abstenerse, la experiencia muestra que una parte significativa de ellos terminará emitiendo el voto.
El escenario que más asusta a los mercados es el de una segunda vuelta entre Le Pen y Mélenchon, puesto que ambos tienen propuestas claramente rupturistas y antiliberales basadas en el proteccionismo y el rechazo del mercado único europeo. El avance de Mélenchon en las encuestas, indujo al presidente de la patronal francesa Medef, Pierre Gattaz a advertir: "Estamos en un momento histórico del país. No debemos equivocarnos".
Sostuvo que el programa de Mélenchon se asemeja al del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, lo cual no es cierto pero es un cuco que agitan los empresarios.
A su vez, el responsable de investigación económica en Saxo Bank, Dembik Christopher consideró que "el riego político en Francia ha tomado un nuevo giro con la subida de Mélanchon en las encuestas" y puntualizó que "un escenario Le Pen-Mélanchon en la segunda ronda, aunque no es el más probable, alimenta cierto nerviosismo en los mercados".
Propuestas de gobierno para todos los gustos.
Las elecciones en francia ofrecen once propuestas para el gobierno. Hay cinco con chance de triunfar.
—Marine Le Pen (Frente Nacional), de 48 años, ha ganado el reto de imponer a su partido en el panorama político como "un partido normal", relegando a segundo plano la imagen de fuerza política extremista. Con un discurso contra la inmigración y antieuropeo, se presenta como la candidata antisistema.
—Emmanuel Macron (¡En Marcha!), un ex banquero de 39 años, era un desconocido hasta hace tres años cuando fue designado ministro de Economía del giobierno socialista.Este candidato joven y carismático rechaza las etiquetas de izquierda y derecha.
—Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa), un ex socialista de 65 años, participa por segunda vez de las elecciones presidenciales. Tiene el apoyo del Partido Comunista y plantea un programa anticapitalista y progresista.
—François Fillon (Los Republicanos), de 63 años, perdió su condición de gran favorito al verse involucrado en un escándalo de empleos supuestamente ficticios de su señora e hijos. Tiene un enfoque liberal en lo económico y conservador en los temas sociales.
—Benoit Hamon (Partido Socialista), de 49 años, se lanzó a la carrera presidencial abogando por un nuevo modelo de desarrollo.
William Barrett, empresario de origen británico de 30 años, viene todos los fines de semana a este mercado con banderillas galas y europeas y distribuye el programa del centrista Emmanuel Macron, candidato del movimiento ¡En marcha! “Antes yo votaba por la derecha. Pero dado que Macron ha sabido conciliar los valores humanistas de la izquierda y la apertura económica de la derecha, por primera vez me identifico completamente con las ideas de un político”, explica. Para él, luchar por la igualdad y por una Europa unida es tan importante como liberalizar las inversiones privadas.
Los equipos de Marien Le Pen, la favorita al lado de Macron de la primera vuelta del 23 de abril, no vienen al mercado. Quizás saben que no es tarea fácil convencer a las elites denunciadas por la presidenta del Frente Nacional, que se pasean en las calles del burgués distrito 1 de la capital. A 400 kilómetros al sur, en Dardilly, un municipio de 8.000 habitantes, el ingeniero de 27 años Frédéric Espieux milita a su manera en las redes y en lo que él llama los “medios de comunicación alternativos”, donde difunde las ideas de Le Pen. Con su teclado lucha contra el aborto, la teoría de género, el matrimonio homosexual, el neoliberalismo, los tratados de la Unión Europea y la inmigración magrebí musulmana. “Muchos dicen que el Frente Nacional es de extrema derecha, o fascistas, pero no es el caso. Es una derecha dura, simplemente. No hay candidato ideal, pero Marine Le Pen es la que está menos alejada de mis ideas”, afirma.
Esos dos universos hacen parte de una compleja realidad política en Francia, representada hoy por 11 aspirantes a la máxima investidura. Según las encuestas, solo 4 tendrían posibilidades de ganar. Macron, joven exbanquero y antiguo ministro de Economía de François Hollande, quiere encarnar la renovación política. Le Pen se presenta por segunda vez a unas elecciones presidenciales con el sueño de aplicar su programa ultranacionalista. François Fillon, antiguo primer ministro del conservador Nicolas Sarkozy, quiere reducir el gasto público drásticamente, y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon promete una revolución pacífica para “abolir la monarquía presidencial actual”.
Salvo alguna sorpresa de última hora, el éxito de la extrema derecha en la primera vuelta está asegurado. En 2002, Jean-Marie Le Pen, padre de Marine Le Pen, había logrado esa proeza gracias a una izquierda dividida y a una abstención importante. Esta vez, se trata de un voto de adhesión reivindicado por cerca de 30 % de los ciudadanos que, según las encuestas, estaría de acuerdo con las ideas del Frente Nacional. Buena parte de su éxito radica en haber hecho creer a millones de franceses que viven en un país en la miseria, sin soberanía e invadido por los extranjeros.
Una de las causas que ha contribuido al éxito de ese discurso es la lenta economía traducida en una tasa de desempleo de 10 por ciento. El presidente socialista François Hollande había prometido invertir la curva del desempleo en 2013, pero los franceses debieron esperar hasta el año pasado para ver los efectos de su política económica. En 2016 se crearon cerca de 190.000 empleos gracias a una tasa de crecimiento del producto interno bruto de 1,1 %. Esas cifras ilustran una lenta recuperación, pero son insuficientes para luchar contra la percepción negativa sobre el estado del país.
En ese contexto, la Unión Europea se ha vuelto el chivo expiatorio. Ocho de los once candidatos acusan a la institución transnacional de la crisis económica y de identidad del país. Tan solo Emmanuel Macron reivindica su voluntad de construir una “Europa más ambiciosa”.Marien Le Pen prefiere “una Europa de naciones”. Para ello, la abogada afirma que impulsará un frexit por referendo si los tratados no se logran negociar.
“La crítica contra la construcción europea es real y profunda en la sociedad francesa. Europa defrauda a sus ciudadanos en su incapacidad para protegerlos de las vicisitudes de la globalización, de los capitales y de los flujos migratorios.
El reflejo que consiste en encerrarse en sí mismo en un periodo de crisis, toma la delantera hoy”, explica a esta revista Béligh Nabli, director de investigación en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.
A la crisis económica se suma una gran desconfianza en los partidos políticos tradicionales alimentada por los fracasos de los gobiernos del conservador Sarkozy y del izquierdista Hollande.
A la crisis económica se suma una gran desconfianza en los partidos políticos tradicionales alimentada por los fracasos de los gobiernos del conservador Sarkozy y del izquierdista Hollande.
Si, como predicen los estudios de opinión, Macron pasa junto con Marien Le Pen a la segunda vuelta, por primera vez en la historia de la Quinta República los dos grandes movimientos tradicionales saldrían prematuramente de la competición electoral.
El Partido Socialista, con más de un siglo de existencia, naufraga con el peso de las divisiones internas producidas por la candidatura de Benoît Hamon, quien no logra convencer a las filas moderadas de la izquierda y se asfixia en el quinto lugar en los sondeos.
Los Republicanos, partido heredero del general Charles de Gaulle, no logran imponer su líder, Françoise Fillon, quien está a 3 o 5 puntos detrás del 23 o 25 % en el que Macron y Le Pen fluctúan en las encuestas.
Además, los recientes escándalos de corrupción minan aún más la credibilidad del sistema político.
Además, los recientes escándalos de corrupción minan aún más la credibilidad del sistema político.
A Fillon, favorito hace unos meses, lo investigan por haber contratado con dineros públicos a su mujer como asistente parlamentaria cuando, supuestamente, no habría trabajado.
A Le Pen, por su parte, la acusan de haber procedido de la misma manera al emplear a dos de los colaboradores del partido como asistentes parlamentarios de la Unión Europea.
“Nunca había existido una campaña presidencial tan marcada por los ‘affaires’. Es necesario reforzar los dispositivos de prevención y de control de irregularidades, como las declaraciones de las actividades, de los intereses y del patrimonio”, afirma Julie Benetti, miembro de la comisión de deontología pública creada por el presidente Hollande en 2012.
Ese panorama sirve de telón de fondo de un combate electoral decisivo de donde saldrán las dos grandes líneas políticas que los franceses desean para su país, que se enfrentarán en la segunda vuelta el 7 de mayo. Parece concretarse, en medio de esa crisis de confianza en la política tradicional, un país dividido en dos visiones irreconciliables: una abierta, liberal y europea, y la otra sombría, proteccionista y nacionalista.
Ese panorama sirve de telón de fondo de un combate electoral decisivo de donde saldrán las dos grandes líneas políticas que los franceses desean para su país, que se enfrentarán en la segunda vuelta el 7 de mayo. Parece concretarse, en medio de esa crisis de confianza en la política tradicional, un país dividido en dos visiones irreconciliables: una abierta, liberal y europea, y la otra sombría, proteccionista y nacionalista.
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