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jueves, 11 de agosto de 2016

LA OPINION DE L. GRILLE: MIRANDA Y LOS DESAFIOS DE LA IZQUIERDA

Javier Miranda fue elegido presidente del Frente Amplio con algo más de 32% de los votos. Sabíamos desde la semana pasada que habían votado 95.000 personas en la elección interna, marcando una caída de 75.000 sufragios con la elección en la que fue electa Mónica Xavier, alcanzando 43% de las adhesiones. Un análisis resultadista nos indica que nuevamente ha obtenido la victoria el candidato promovido por el Frente Liber Seregni (FLS) y por el Partido Socialista –una de sus mitades, con entusiasmo– superando fundamentalmente a los candidatos impulsados por el MPP (Pacha) y el Partido Comunista (Conde). El cuarto candidato, Pepe Bayardi, hizo una más que decorosa elección para alguien que no contaba con aparato alguno, pero tal como se preveía, quedó alejado de los tres candidatos que, en efecto, se disputaban la presidencia con oportunidad de ganar.


Una lectura un poco más honda de los resultados de la elección relativiza la victoria del astorismo y sus aliados frente al grupo de los ocho. En primer lugar, porque se inscriben dentro de ese grupo los tres candidatos que perdieron, y especialmente los primeros dos, que se disputan la izquierda de la izquierda. Si, tal como sugirió Mujica, el candidato del MPP hubiese sido Roberto Conde, entonces este se habría alzado con una victoria contundente, en tanto es prácticamente fijo que se le habrían añadido sin problemas los votos del Pacha. Es que además de las virtudes propias como candidato de Miranda, fue la dispersión en tres opciones de la verdadera mayoría del FA lo que permitió que el candidato propuesto por el astorismo obtuviera el triunfo.

Por cierto, la estrategia del FLS de impulsar un candidato independiente y con una marcada impronta en la lucha por la verdad y la justicia fue un acierto central y le proporcionó a muchos frenteamplistas la solución lógica para su voto: alguien sin sector, con innegable compromiso con los derechos humanos, y además hijo de un compañero desaparecido, uno de los pocos mártires cuyos restos hemos recuperado. Javier es así un arquetipo del mejor frenteamplista, aunque sin ninguna historia de militancia en el FA. Su triunfo corresponde y refleja una inteligencia estadística de la militancia. Nadie sabe bien por qué, sin concertación alguna, la votación termina produciendo el único equilibrio sostenible: el grupo de los ocho obtiene una clara mayoría en el Plenario y la socialdemocracia se precia de haber colocado al presidente de la fuerza política. Este, a la vez, es propuesto por el FLS, pero gana más por la verdad y la justicia que por la política económica. Y de ahí su victoria tributa más a Luisa Cuesta que a Danilo Astori. A la vez, Asamblea Uruguay cae y crece mucho el Partido Comunista, que alcanza la segunda posición. El voto cruzado de sector y presidente se muestra abrumador y el voto blanco sectorial toca sus máximos históricos.

Sostengo que la decisión popular es la mejor posible para el Frente Amplio, aunque este es un razonamiento a posteriori y con un añadido contrafáctico: los que no ganaron, no ganaron. Pero tengo la impresión de que si hubiese ganado Pacha (sobre todo Pacha) la presidencia, con la composición del Plenario que se anticipa, el astorismo se habría considerado demasiado aislado y eso habría complicado el balance necesario para la unidad. Así cada uno de los grandes sectores puede mirar su propia victoria: el MPP se siente la fuerza más votada capaz de llevar a un candidato joven y poco conocido a obtener una votación que arañó la presidencia; el PCU puede decir que su militancia no falla nunca, creció y alcanzó un segundo puesto en la interna, su candidato obtuvo muchísimos votos extrasectoriales, y si se le añade los delegados de las bases que son comunistas, su fuerza en el Plenario va a ser considerable; el FLS y el PS pueden ostentar con justicia que su candidato ganó, además de que el Plenario Departamental de Montevideo lo presidirá un hombre del astorismo también, Carlos Varela, aunque por consenso. Y hasta Pepe Bayardi puede mirar el resultado con mucho optimismo, considerando las condiciones de partida de su candidatura.

Ahora bien, el desafío para Miranda es notable. Porque no tiene experiencia ni conocimiento de la dinámica interna del FA, y además no cuenta con mayoría propia en la mesa, en el Plenario o en las bases. Con todo, eso le puede suceder a cualquier renovación, y Miranda, de algún modo, representa una.

El desafío más grande de la izquierda es conducir a Uruguay hacia un destino venturoso, al que muchos identificamos con el socialismo, pero se podría llamar “país de primera” o “productivo” o cualquier variante publicitaria sin mayores hostilidades, siempre y cuando partiera del principio de suprimir un modo de producción que incluye como fundamento ontológico la explotación del hombre por el hombre y su desigualdad. Antes de ese desafío, el Frente afronta la obligación de gobernar la coyuntura, el día a día de nuestra peripecia como sociedad y como nación con habilidad para ir mejorando las condiciones de vida de la gente o, en su defecto, impedir que se deteriore, pero con la inteligencia de mantener la navegación del barco orientado hacia el horizonte del largo plazo que nunca podemos perder de vista.

Si la izquierda pierde la brújula que lo guía a una sociedad nueva o no logra insertar sus movimientos cotidianos en el marco de una estrategia a largo plazo, entonces pierde una parte de su tripulación, la que adhirió al proyecto y militó durante toda su vida porque perseguía una utopía a la que no está dispuesta a renunciar.

Si la izquierda no pierde su brújula, pero gobierna mal el hoy, comete errores por apresuramiento o por infantilismo, o por elegir elencos inadecuados y para conducir el país, entonces pierde gente por todos los costados, sobre todo por el de la multitud que observa retroceder en su calidad de vida, aunque pudiese estar de acuerdo con la construcción de última instancia que se proclama.

Curiosamente, en los últimos años muchos analistas habían venido insistiendo en que la caída de intención de voto del Frente Amplio que se observaba en los estudios de opinión pública, tanto en el gobierno de Mujica (que luego no se corroboró en las elecciones en las que el Frente arrasó), como en el actual, respondían a que la izquierda se había empecinado en sacarle a la clase media. Es fácil reseñar artículos de prestigiosos politólogos abonando esa tesis, además de otras, como el crecimiento de la inseguridad. Es muy probable que algunos de los cuadros más importantes del Frente Amplio se hayan convencido de esa teoría que abiertamente ubicaba la sangría de intención de voto por ese lado: decían que el FA perdía votos entre los sectores medios y profesionales que se identificaban con el centro político y que no tendrían problemas en saltar las tranqueras.

Pero algunos de estos analistas ya han empezado a recular de esas audaces interpretaciones que chocaban con la intuición de los simples mortales. Incluso Bottinelli calificó lo que otrora eran tranqueras de “muros invisibles” y aseveró que la merma de la intención de voto del FA no se refleja en crecimiento de la intención de voto de los partidos tradicionales. Su consultora, Factum, cifra la caída de intención en 18% del padrón. Es decir: si la elección fuera este domingo, el FA obtendría cerca de 700.00 votos y se acumularían casi 400.000 votos en blanco o anulados, que corresponderían a los desencantados del Frente, que muy mayoritariamente no migran para ninguna otra opción del espectro político.

Javier Miranda va a tener que interpretar los motivos de esa multitud para irse del Frente Amplio. Y también Tabaré y Astori y el resto de la fuerza política. Es el mayor desafío de la nueva conducción de la fuerza política: comprender si los que se van lo hacen por izquierda, o por derecha o si no tienen sesgo. Si su desencanto es por el IRPF y el “despilfarro” de las empresas públicas o si se están yendo porque no ven al Frente todo lo removedor que se lo habían imaginado. Si se van porque quieren más o porque quieren menos. Si se están yendo porque el Frente les da plata a los “vagos”, la que “confisca” del salario de la clase media, o se van porque todavía medio millón de personas ganan menos de 15.000 pesos y los ricos son cada vez más ricos. Son preguntas claves para Javier Miranda, a quien, por cierto, le deseamos muchísima suerte en su presidencia, obtenida por el voto libre y soberano del pueblo frenteamplista, que lo eligió directamente, como no se hace en ninguna otra fuerza política del país.

Fuente:Caras y Caretas

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