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viernes, 10 de junio de 2016

LECHERIA EN URUGUAY: PORQUE SE PIERDEN 70 MILLONES DE DOLARES POR AÑO

El sector lechero en Uruguay deja de ganar por lo menos una cifra cercana a los US$ 70 millones anuales como consecuencia de no medir la disparidad en la productividad de los animales, lo que responde al desconocimiento de los tamberos sobre la producción de proteína y grasa por litro de leche de cada una de sus vacas, que no les permite visualizar la conveniencia de realizar una mejor selección en sus rodeos.

 
De un total de 425.000 vacas en producción según las cifras oficiales, solo un 25 % están evaluadas con precisión en el Instituto de Mejoramiento y Control Lechero Uruguayo (MU), entidad privada surgida de la unión entre Control Lechero de la Asociación Rural del Uruguay y el Instituto Nacional para el Mejoramiento Lechero.


Esas más de 100.000 vacas de las que se dispone de registros precisos sobre la composición de la leche que producen al estar comprendidas dentro del sistema de evaluación genética, corresponden a algo más de 300 tambos de un total de 4.341 establecimientos que registra Uruguay. El 75 % del total de animales “están a ciegas”, dijo a Campo el gerente general de MU, Fernando Sotelo.


MU se financia con una cuota de $ 5,55 que el productor asociado paga por vaca, quien a su vez remite una muestra mensual de la leche de cada animal a alguno de los tres laboratorios disponibles para la realización del análisis, donde se mide grasa y proteína. Esa información es cargada en un software por el propio productor en su casa y remitida luego a una base de datos nacional administrada por el instituto, registros con los que se elabora el denominado Índice Económico de Selección (IEP), que ya es utilizado desde hace muchos años por los países “de punta” como Estados Unidos o Nueva Zelanda, entre otros.


Con la información individualizada por vaca, y a partir del índice determinado, el tambero puede tomar sus decisiones de selección en función de cada situación particular, y levantar de esa manera una de las restricciones más importantes para mejorar los resultados productivos, como lo es el de la selección genética. Sotelo explicó, por ejemplo, que puede darse el caso de una vaca bien alimentada pero con malos indicadores genéticos y sin potencial, o por el contrario un animal con mucho potencial pero con problemas de alimentación o sanitarios que le impiden producir una leche de mejor calidad. O en caso de incorporar un toro a su rodeo, garantizarse un producto rentable que va a cumplir con las expectativas a su respecto, al estar compuesto por un cúmulo de datos surgidos de la investigación biológica y económica.


Diseñado para establecimientos cuyos ingresos provienen principalmente de la venta de leche, el Índice Económico de Selección se explica en un 50 % por la producción de proteína en función de su relevancia en la rentabilidad del producto, presente en una proporción que no supera los 400 g por cada litro de leche y con un valor tres veces superior al de la grasa. La industria paga la leche al productor por la cantidad de proteína y grasa que contiene, y penaliza por el volumen compuesto fundamentalmente por agua.


Sotelo explicó que en un tambo comercial es notoria la diferencia entre las vacas que componen su rodeo si calculamos el precio bruto de cada producción individual, comparando aquellos animales que producen más dinero, que no necesariamente son aquellos que producen más litros, con las que generan menos dinero. 

Esas diferencias pueden llegar a ser de hasta un 50 % en promedio entre unas y otras.

En la reciente 2ª Jornada Anual de Genética Lechera, organizada por el Instituto Nacional de la Leche (Inale), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Instituto de Mejoramiento y Control Lechero Uruguayo (MU), el especialista presentó un caso concreto de un tambo con 488 vacas en ordeñe, donde la diferencia entre el tercio de vacas con mejor producción mostraba una brecha de casi U$S 500 por lactancia con aquellas que componían el tercio inferior.


El gerente general de MU explicó esta cifra a Campo, y dijo que con el 30 % de las vacas menos rentables, los productores se están perdiendo de ganar en promedio unos $ 50 (U$S 1,60) por día por animal y por lactancia, lo que globalizado a todo el rodeo nacional, representa un monto anual millonario en dólares. Esto significa también una oportunidad de crecimiento para el potencial de facturación de la industria láctea, que paga más por la leche con cierta composición, con relación a otra con menor cantidad de sólidos y más presencia de agua; dando una señal clara sobre la combinación de producto que más valora.


En una cuenta que consideró “muy conservadora”, Sotelo señaló que si se consideran las 425.000 vacas en producción que hay hoy en el país según las cifras oficiales, y se infiere que las diferencias son similares a las de un tambo comercial como aquellos que llevan registros en Mejoramiento Lechero, el monto que se deja de percibir a escala nacional alcanzaría una cifra cercana a los U$S 70 millones.


Tomando como base la relación de precios y ecuación del pago de la leche de Conaprole aplicadas a la producción individual por vaca, en una duración de lactancia estándar de 305 días, equivalentes a un año calendario, esa pérdida de U$S 1,60 por vaca por día, multiplicada por 141,666 vacas (un tercio del total de 425.000 vacas en producción según las cifras oficiales), representa U$S 68,8 millones por año. Ese monto equivale solo a la ganancia potencial que se obtendría al sustituir las vacas del tercio menos rentable por otras similares a las del tercio superior (más rentable), diferencias cuya causa se explica por varios factores, como genética, sanidad, alimentación y manejo.


Dijo, no obstante, que esa cifra podría ser mayor, si se considera que para realizar el cálculo se tomaron en cuenta establecimientos de productores “preocupados” por el tema y que lo están midiendo permanentemente, pero que representan solo un 25 % de las vacas en producción que tiene el país.

La relación costo-beneficio


Para Sotelo esta es una cuenta relevante que se maneja en todos los países de punta en producción de leche como Estados Unidos o Nueva Zelanda, entre otros, y que cuentan con un servicio oficial que indica el rumbo de la orientación genética con el objetivo de lograr una producción más rentable que habilite una mayor facturación para el país. Señaló que estos “países líderes” tienen medido exactamente cuántos millones de dólares ganan solamente por la incorporación de genética de calidad en sus rodeos, y con esa información sustentan sus programas de mejora genética lechera.


Mejoramiento Lechero en Uruguay es privado, constituyendo una asociación sin fines de lucro mantenida por los productores con una cuota social, mientras que en otros países son sistemas de registros y mejora genética organizados y/o sustentados por el Estado, porque reconocen la importancia económica que ello tiene para el país, no solamente por su producción láctea, sino también por la venta de genética. “No hay que olvidarse que Uruguay importa genética, y compra lo que estos países están produciendo y lo que promueven que es mejor”.


Este ejecutivo hizo especial hincapié en que el primer paso para superar las restricciones de este tipo en un rodeo comercial es conocer con exactitud el volumen y la calidad de la producción por vaca, a efectos de poder resolver la sustitución del tercio inferior por genética de mayor calidad, y esto es exactamente lo que proporciona el índice que elabora la Comisión Nacional de Evaluaciones Genéticas, integrado por MU, la Asociación Rural del Uruguay (ARU), la Sociedad de Criadores de Holando, el INIA, el Instituto Nacional de la Leche (Inale) y la Facultad de Agronomía (Fagro), en función de la información provista por el MU. 

Ese índice está “emparentado” en un 90 % con la forma en que al productor se le paga la leche.


Según indicó, el esfuerzo de realizar un proceso de mejora genética para elevar la totalidad del rodeo hasta equipararlo con el tercio superior tiene un costo, pero el beneficio que reportaría es “infinitamente superior”, y dijo que ese el motivo por el cual el 70 % de los tambos realizan inseminación artificial, estén o no dentro del programa de mejoramiento lechero, o lleven o no registros.

Vacas más sanas


Durante la jornada se destacó especialmente la conferencia dictada por el doctor Donaugh Berry, genetista irlandés del Instituto Teagasc, quien contó cómo se lograron mejoras en el rodeo de su país a través de la inclusión de características de fertilidad, por ejemplo, y cuál es su visión del progreso genético en los rodeos lecheros en diferentes regiones del mundo. Berry es un referente internacional en el uso de evaluaciones genéticas y en genómica para la mejora de los rodeos.


Sobre la presentación de este referente internacional en el uso de evaluaciones genéticas y genómica para la mejora de los rodeos, Sotelo destacó especialmente las tendencias mundiales de la investigación en esta materia. Señaló al respecto que al inicio de la década del 2000, la discusión estaba centrada en el hecho de que las vacas estaban produciendo mucha leche, pero que no obtenían buenos resultados reproductivos. 

Esto, según relató, se originó a partir de intensificar una selección basada fundamentalmente en los aspectos productivos, lo cual descuidó la reproducción. A partir de esa constatación, dijo que los principales países del mundo se preocuparon en recuperar el potencial genético en indicadores reproductivos, ya que el objetivo de que las vacas tengan cría una vez al año es fundamental en lechería, con su producción de leche correspondiente.


El ejecutivo de Mejoramiento Uruguayo dijo a Campo que ahora la tendencia mundial en investigación, según indicó Berry, pondrá especialmente el acento en los aspectos sanitarios. Esto es debido a que los rodeos están compuestos por animales “cada vez más viejos”, lo que lleva a extremar la selección buscando vacas “más sanas” que tengan una vida productiva más extensa. Apuntó que además de esto, también los aspectos sanitarios jugarán un papel cada vez más importante en la calidad del producto exportable. 

Dijo que los mercados compradores establecerán más barreras no directamente relacionadas con los aspectos comerciales y que es necesario estar preparados para superarlas. Otro aspecto al que Berry dio relevancia fue el de las barreras vinculadas con la denominada “huella ambiental”, que ya es una preocupación en Europa y que aún es incipiente en Uruguay y los países de la región.

Fuente: Búsqueda
 


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