La mayoría de psiquiatras y psicólogos consultados, tanto españoles como extranjeros, rechazan que el copiloto alemán Andreas Lubitz decidiera estrellar el avión en los Alpes franceses, con otras 149 personas dentro, porque padecía una depresión o alguna otra enfermedad mental, tal como sostiene también el psiquiatra murciano Francisco Toledo en una entrevista publicada por La Crónica del Pajarito. Toledo va más allá y con los datos que se conocen considera que estamos ante un caso de trastorno de personalidad, en concreto del llamado narcisismo maligno, acuñado por Otto Kernberg, opinión que comparten varios expertos consultados por medios de comunicación españoles e internacionales.
Mientras que muchos medios alemanes siguen hablando de que Lubitz padecía una depresión o un burnout (estrés ocupacional crónico), psiquiatras y psicólogos se preguntan: ¿pueden estas dolencias de verdad explicar su comportamiento? “Es imposible dar un diagnóstico ajustado sin conocer el caso, pero lo sucedido hace pensar en un trastorno de la personalidad de tipo narcisista. Este tipo de pacientes tienen una elevada tasa de suicidio, y es habitual que cuando lo cometen, quieran hacerlo ‘a lo grande’, de una forma más ostentosa, sádica y calculada”, responde Samuel Martínez, psiquiatra español que trabaja en el hospital Johanniter de la ciudad alemana de Oberhausen.
Puede que nunca haya una explicación convincente para actos de violencia tan devastadores, pero los expertos creen que algunos trastornos de personalidad, como el narcisismo maligno o extremo, pueden ser un factor para que la gente que quiere quitarse la vida mate a otras al mismo tiempo.
En casos de asesinatos masivos, algunos responsables sufren trastornos de personalidad que los hacen extremadamente egocéntricos, explicó el doctor Raj Persaud, miembro del Colegio de Psiquiatras británico. "La gente siente que se les ha hecho algo tan terrible que este acto catastrófico está justificado como compensación", dijo. "Para ellos, parece el equilibrio correcto para igualar lo que ellos sufrieron".
"La gente se vuelve bastante hábil en enmascarar sus problemas porque es socialmente indeseable", indicó el doctor Paul Keedwell, psiquiatra especializado en desórdenes del estado de ánimo en la Universidad de Cardiff.
Algunos expertos explican que los asesinatos masivos tienen la intención de causar el mayor daño posible para atraer atención sobre el responsable. "El sujeto obtiene fama haciendo algo que el mundo recordará, aunque sea un héroe negativo", dijo el doctor Roland Coutanceau, presidente de la Liga Francesa por la Salud Mental.
"Uno de los aspectos más relevantes es su personalidad narcisista"
El psiquiatra vigués Tiburcio Angosto destaca que no hay una relación entre la depresión y provocar un accidente de avión. “Tenemos nombre para todas las conductas del ser humano, pero la depresión no ha sido la causa de que un hombre estrelle un avión y no debemos relacionarlo. Uno de los aspectos más relevantes es su personalidad narcisista. Parece que era una persona a la que le gustaba estar preparada y orgullosa de sí misma. La prensa francesa ha insistido mucho en este aspecto. Así que, si le han dicho que tenía una enfermedad grave (fuera esta la que fuera, como los problemas de visión) y que tenía que quedarse de baja, probablemente no lo hubiera soportado. En este sentido debía de tener una personalidad muy vulnerable ante el fracaso y esa podría ser una explicación de por qué rompió el documento de la baja”, indica este psiquiatra.
Angosto destaca que la azafata exnovia de Lubitz recuerda otra frase clave del copiloto: "Un día haré algo que cambiará todo el sistema. Todos conocerán mi nombre y me recordarán". Esa frase apunta a una tendencia narcisista que los expertos ven probable.
Varios especialistas en Psiquiatría y Psicología consultados por El Mundo coinciden en señalar que "las características de lo sucedido no coinciden con el perfil de una persona con depresión". "Con una depresión no pasa esto. Tiene que haber algo más", apunta Adela González, presidenta de la Asociación Española de Psicología de la Aviación (AEPA).
Coincide con su opinión Mercedes Navío, psiquiatra del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y responsable del programa de prevención del suicidio de la Comunidad de Madrid.
En primer lugar, explican, hay muchos síntomas de la depresión que, por lo que se ha hecho público, no estaban presentes en el caso. Ni Lubitz tenía inhibición psicomotriz, ni enlentecimiento del discurso, ni alteraciones en sus habilidades emocionales, signos habituales en una persona con una depresión severa. Pero, además, añaden, hay muestras de ocultación de sus intenciones y preparación premeditada de un plan, lo que encajaría más con otro tipo de perfil.
Las dos especialistas están también de acuerdo en que este caso no responde a un suicidio al uso. "Cada año se suicidan alrededor de un millón de personas y la gran mayoría lo hacen solas, en silencio y con un grado muy alto de sufrimiento", expone Navío.
"El suicidio es un acto de autodestrucción, contra uno mismo", añade la especialista, que recuerda que en los pocos casos que se da lo que se conoce como 'suicidio ampliado' este no suele afectar a desconocidos, sino a personas afectivamente cercanas cuyo posible sufrimiento el suicida cree que va a aliviar.
Para Navío y González, si a algo contribuyen sucesos como este es a "aumentar el estigma y la discriminación" de las personas con enfermedades mentales. "La gran mayoría de las personas con trastornos psiquiátricos no son violentas. Es más, muchas veces ellas son las víctimas de agresiones; pero estas noticias contribuyen a que la gente piense lo contrario", apunta Navío.
Psicólogos y psiquiatras insisten en que un cuadro de depresión puede implicar conductas suicidas pero no explica el comportamiento del copiloto del avión de Germanwings. Según Jerónimo Sáiz, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría, la padecen una de cada diez personas a lo largo de su vida. "Y las conductas violentas contra otras personas son extremadamente excepcionales", remarca.
Sáiz sostiene que "lo que ha hecho Lubitz no se explica por un cuadro de depresión". Aunque las personas que sufren esta enfermedad pueden desarrollar conductas suicidas en "casos extremos", éstas no suelen implicar a personas desconocidas. "El suicidio suele ser únicamente del propio sujeto y, como mucho, puede darse el llamado suicidio compartido, en el que el enfermo asesina a alguien que quiere mucho antes de matarse".
Paula Martínez, psicóloga cognitiva-conductual y formada en Gestalt, coincide con Sáiz y añade que cuando una persona está deprimida tiende a la hipoacción, es decir, a reducir su actividad de todo tipo (come menos, se mueve menos, se relaciona menos), de manera que una "actitud tan extremadamente pro-activa" como la que llevó a cabo a Lubitz no cuadra con las características de una depresión. De hecho, Martínez señala que las personas depresivas tienden a la "ideación suicida" más que a la "conducta suicida", es decir, piensan en matarse pero la gran mayoría no acaba haciéndolo.
¿Qué es el trastorno narcisista maligno?
El trastorno narcisista puede considerarse una alteración del carácter que genera discapacidad para la vida personal, afectiva, interrelacional y laboral de la persona que lo padece, según el psiquiatra Augusto Zafra.
El narcisismo maligno de Otto Kernberg corresponde, según Zafra, a un tipo especial y grave de nNarcisismo caracterizado por:
-Tendencias antisociales más pronunciadas con presencia de actos de crueldad escalofriantes, violencia e incluso de asesinatos con una patología grave del superyó, lo que explica la ausencia de culpa ante las conductas destructivas que es capaz de desplegar.
-Tendencias borderline de gravedad extrema, que se manifiestan con irascibilidad, impulsividad, mitomanía, baja tolerancia a la frustración, incapacidad de aplazar la gratificación, sentimientos de vacío y pensamientos crónicos de suicidio
-Comportamiento altamente sádico y rasgos paranoides marcados con mecanismos de defensa proyectivos, desconfianza, suspicacia y sensitividad.
-Ausencia de conciencia, culpa y autocritica respecto a su conducta, siendo a veces intensamente agresivos, con tendencia a la ofensa si se les lleva la contraria, desencadenando cólera (cólera narcisista).
-Presencia de vínculos inestables sin soportar otra perspectiva de la realidad, sólo la propia, siendo ésta la que rige toda su existencia.
El propio Otto Kernberg escribió lo siguiente:“La experiencia clínica en el Instituto de Trastornos de Personalidad en el Weill Cornell Medical College sugiere que los pacientes con organización borderline de la personalidad y con un trastorno narcisista de la personalidad tienen un pronóstico más grave que el resto de trastornos de personalidad que funcionan al nivel borderline, y que aquellos que, además, presentan una conducta antisocial significativa tienen un pronóstico aun peor (Clarkin, Yeomans y Kernberg, 1999; Stone, 1990). Esta tendencia negativa culmina en un grupo de pacientes prácticamente intratables con trastorno antisocial de personalidad, que representa los casos más graves de narcisismo patológico”.
“La agresión contra los otros o contra uno mismo es típica de la conducta antisocial de tipo agresivo, especialmente cuando estos pacientes cumplen los criterios para el síndrome de narcisismo maligno. Ese síndrome incluye, además del trastorno narcisista de personalidad, una grave conducta antisocial, importantes tendencias paranoides, y agresión egosintónica (esta última puede dirigirse contra uno mismo o contra los otros)”, añade Kernberg.
El galardonado psiquiatra español Francisco Toledo dijo que el copiloto Andreas Lubitz, responsable de la tragedia de los Alpes, no era un hombre con depresión o enfermedades mentales, al tiempo que sostiene que era una “mala persona” y un “narcisista maligno”.
Analizando en el diario digital español La Crónica la información salida tras el choque del avión de Germanwings, Toledo habló de la personalidad del hombre que decidió chocar el avión con 150 pasajeros.
Para Toledo decir que tenía alguna enfermedad mental es “un insulto para los enfermos mentales”, que en realidad “son víctimas”, algo que Lubitz -dijo- no era.
"No creo que [Andreas Lubitz] tuviera depresión, pues esta enfermedad conlleva una idea de culpabilidad e incluso de autoagresión, pero nunca hacia los demás", dijo el experto.
"Todo indica que fue premeditado y responde a una personalidad narcisista de tipo maligno que ha actuado así ante una frustración no superada", agregó.
Toledo distinguió enfermedad mental de trastorno de personalidad. Éste último hace que las personas sean muy conscientes de lo que hacen.
"Para que una persona estrelle un avión no tiene que ser un enfermo mental, tiene que ser una mala persona", afirmó el psiquiatra del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, España.
El copiloto era "un enfermo de tipo social" y no un ·enfermo mental”. Los enfermos mentales “no son culpables” y por eso la ley los exime de responsabilidades por los delitos que pudieran cometer.
La premeditación y el cálculo de Lubitz no hace pensar que se tratara de una persona deprimida. "Quizá tuviera algún diagnóstico de ansiedad, pero eso no explicaría nada ya que no existe ningún nexo con lo sucedido", señala.
"El copiloto tampoco era un psicótico, pues ni deliraba ni tenía alucinaciones. Yo creo que sabía aparentar que no era malo (…) para comprender necesitamos poner etiquetas, como la depresión, pero este hombre no tiene esa etiqueta", concluyó.
El galardonado psiquiatra español Francisco Toledo dijo que el
copiloto Andreas Lubitz, responsable de la tragedia de los Alpes, no era
un hombre con depresión o enfermedades mentales, al tiempo que sostiene
que era una “mala persona” y un “narcisista maligno”.
Analizando
en el diario digital español La Crónica la información salida tras el
choque del avión de Germanwings, Toledo habló de la personalidad del
hombre que decidió chocar el avión con 150 pasajeros.
Para Toledo
decir que tenía alguna enfermedad mental es “un insulto para los
enfermos mentales”, que en realidad “son víctimas”, algo que Lubitz
-dijo- no era.
"No creo que [Andreas Lubitz] tuviera depresión,
pues esta enfermedad conlleva una idea de culpabilidad e incluso de
autoagresión, pero nunca hacia los demás", dijo el experto.
"Todo
indica que fue premeditado y responde a una personalidad narcisista de
tipo maligno que ha actuado así ante una frustración no superada",
agregó.
Toledo distinguió enfermedad mental de trastorno de
personalidad. Éste último hace que las personas sean muy conscientes de
lo que hacen.
"Para que una persona estrelle un avión no tiene que
ser un enfermo mental, tiene que ser una mala persona", afirmó el
psiquiatra del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, España.
El
copiloto era "un enfermo de tipo social" y no un ·enfermo mental”. Los
enfermos mentales “no son culpables” y por eso la ley los exime de
responsabilidades por los delitos que pudieran cometer.
La
premeditación y el cálculo de Lubitz no hace pensar que se tratara de
una persona deprimida. "Quizá tuviera algún diagnóstico de ansiedad,
pero eso no explicaría nada ya que no existe ningún nexo con lo
sucedido", señala.
"El copiloto tampoco era un psicótico, pues ni
deliraba ni tenía alucinaciones. Yo creo que sabía aparentar que no era
malo (…) para comprender necesitamos poner etiquetas, como la depresión,
pero este hombre no tiene esa etiqueta", concluyó.
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