Sobre el escritorio del director de la Escuela Secundaria Estatal para Varones de Peshawar (Pakistán) hay una pantalla que transmite un video de vigilancia de alrededor del campus. En uno de los cajones del escritorio, al alcance de la mano derecha de Abdul Saeed, yace una pistola completamente cargada.
Saeed, quien ha sido maestro durante 15 años, afirma que traer un arma a la escuela le da seguridad a sus estudiantes. Ellos aún están aterrados luego de un ataque ocurrido en diciembre en el Army Public School and Degree College, cuando militantes talibanes irrumpieron en el edificio y masacraron a docenas de estudiantes durante un asedio de seis horas.
"Ellos miraban hacia la puerta cada vez que escuchaban un ruido. Ahora cuando me ven con la pistola, no necesitan preocuparse y pueden enfocarse en la tarea que tienen por delante: aprender", dice Saeed.
La seguridad de la escuela ha sido reforzada
Alambre de púas, cámaras de vigilancia y francotiradores se han convertido en una escena común en las escuelas de esta ciudad paquistaní. Las escuelas privadas en la provincia de Khyber Pakhtunkua, en la frontera al noroeste de Paquistán, han recibido instrucciones por parte del gobierno para instalar guardias de seguridad y detectores de metal.
Las autoridades de la escuela no han dicho mucho acerca de las amenazas que han recibido por parte de militantes, pero han surgido historias de que ataúdes vacíos han sido enviados a los directores como una sugerencia ominosa del peligro que podrían enfrentar.
Luego del brutal ataque, el vocero del Talibán paquistaní, Mohammed Khurrassani, le dijo a CNN que el ataque fue una venganza por el asesinato de cientos de miembros de la tribu durante varias operaciones del ejército en provincias como Waziristán del Sur, Waziristán del Norte y la Agencia del Khyber.
El mes pasado, el gobierno de la provincia prometió gastar 7.000 millones de rupias (69 millones de dólares) para mejorar la seguridad en escuelas previstas por el gobierno en Khyber Pakhtunkhua. Sin embargo, el ministro de información de KPK, Mushtaq Ghani, dice que aún no es suficiente como para prevenir un ataque contra las 35.000 escuelas previstas por el gobierno en la provincia.
Así que, en una medida extraordinaria, el gobierno de KPK ha permitido que los maestros que tengan licencias para portar armas tengan armas en la escuela.
¿Por qué glorificar a las armas?
Umar Daraz, un tranquilo profesor de escuela primaria, quien ha sido miembro del Consejo Ejecutivo de la Asociación de Maestros de Escuela Primaria de Peshawar durante más de 20 años, está impresionado por la decisión.
"¿Por qué habrías de glorificar las armas?", pregunta. "Si los maestros llevan armas al salón de clases, eso glorifica esta arma mortal ante los ojos de los niños, y en el futuro, esto podría inspirarlos a volverse a las armas, hacer un mal uso de ellas y ocasionar más tragedias".
"El propósito de los maestros es enseñar", añade.
En un campo de tiro en Peshawar, la policía de Kyber Pakhtunkua ha iniciado sesiones básicas de entrenamiento para los maestros que estén interesados en aprender a usar armas de fuego.
Faisal Mukhtar, un superintendente de la policía, dice que una de las razones por las cuales han permitido que los policías porten armas es para que puedan detener a los militantes durante un posible ataque hasta que lleguen las fuerzas de seguridad.
El inspector Rozia Altaf ha ya entrenado a alrededor de 20 maestras. La mayoría de ellas ni siquiera había tenido un arma en sus manos.
"La tragedia del 16 de diciembre ha envalentonado a estas mujeres", le dice Altaf a CNN. "La mayoría de ellas eran madres y estaban indefensas en ese momento.... nunca más volverán a estarlo".
Independientemente del entrenamiento del día, Mukhtar dice que ninguno de los maestros involucrados ha manifestado interés en obtener una licencia para portar armas.
'Tiempos extraordinarios'
De vuelta en la oficina del director, Saeed coloca el arma sobre el escritorio y comparte la experiencia que vivió cuando se ofreció como voluntario en hospitales el día del ataque.
Sus ojos se le llenan de lágrimas mientras recuerda ver estudiantes de tan solo 12 años con heridas de bala que no serían poco comunes en un campo de batalla.
Rechaza a quienes critican la decisión de llevar armas a las escuelas, y afirma que "estos son tiempos extraordinarios y debemos hacerles frente con medidas extraordinarias".
"Después de lo que he visto, me niego a permanecer indefenso y desarmado si alguien viene a atacar a mis alumnos de la forma en la que los militantes lo hicieron en diciembre".
"Una vez fuimos guerreros de la tiza y el pizarrón. Ahora debemos ser soldados en guerra y luchar por la causa de la educación y de un mejor futuro para nuestros hijos".
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