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martes, 14 de octubre de 2014

E. KERET: EL CONOCIDO ESCRITOR ISRAELI CUENTA LA VERDAD DE SU TIERRA

Muy a su pesar, Etgar Keret (Ramat Gan,20-08-1967) ha aparcado el humor y la ficción por un tiempo. La última ofensiva israelí sobre la franja de Gaza ha colocado al célebre y sonriente escritor en el ojo del huracán político; un lugar que no le interesa y en el que apenas se reconoce. “No soy una persona muy política. Tristemente, ni siquiera soy buena persona. Pero en esta ocasión, la intimidación era tan fuerte, que casi nadie ha hablado. Hasta ahora, a todas las guerras le había seguido una oposición y para mí eso es fundamental para que una democracia sea fuerte”. Por eso y porque su difunto padre una vez le dijo que “sólo estás obligado a hablar cuando te manden callar”, en esta ocasión decidió hablar alto y claro.



Etgar Keret es un escritor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine israelí, considerado el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, por su empleo del lenguaje corriente para contar historias donde la vida cotidiana, el humor negro, el surrealismo, lo grotesco y lo infantil forman parte de un mismo universo.

Sus cuentos, consumidos masivamente en Israel por un público mayoritariamente adolescente, se han traducido a más de diez idiomas. En tanto, su carrera cinematográfica es muy promisoria.

Keret tiene raíces polacas. Es el tercer hijo de unos padres sobrevivientes al holocausto. Vive en Tel Aviv con su esposa, Shira Geffen y su hijo, Lev. Es profesor en la Universidad Ben-Gurión del Néguev en Beerseba y la Universidad de Tel Aviv.

Este pasado verano europeo, Keret abandonó su habitual distancia con la realidad y escribió un artículo en The New Yorker titulado La otra guerra de Israel, en el que defiende una solución negociada frente a la opción militar y en el que sostiene que la tolerancia hacia las posiciones críticas con el Gobierno y con el Ejército merma de forma alarmante. Esta y otras intervenciones le han costado una campaña de acoso de la mano de la derecha ultranacionalista israelí. Han amenazado a este hijo de supervivientes del Holocausto con llevar a su hijo a la cámara de gas o con violar a su mujer. Han conseguido quebrar su equilibrio y aún no sabe cómo ni cuándo será capaz de sentarse a escribir los relatos surreales y ocurrentes que le han convertido en uno de los escritores israelíes más admirados en el mundo. Sus libros se han traducido a 30 idiomas y la crítica internacional le adora.
Este hombre poco dado a ofrecer lecciones morales; más propenso a jugar con la imaginación, a flotar, toca ahora tierra firme. Ni el proceso ni el resultado han sido de su agrado. “Escribir ficción es como levitar, te hace sentirte ligero, disfrutar. Escribir artículos de opinión es como fregar los platos o sacar la basura, a veces hay que hacerlo, pero no te da placer”.

Si habitualmente en las entrevistas evita entrar en asuntos políticos, en esta ocasión dedica la primera media hora de un encuentro con este diario a vomitar su enfado y preocupación por la deriva que asegura sigue su país. “Los colonos nos han robado nuestro lenguaje, nuestros valores. Durante la guerra, cualquiera que fuera crítico [con el Gobierno] o que mostrara empatía con los civiles palestinos sufría represalias. En Israel, la libertad de expresión siempre ha estado garantizada por la derecha y por la izquierda. Hasta ahora sentíamos que nuestra democracia era lo suficientemente fuerte para permitir todo tipo de críticas, pero atravesamos un momento bajo. Nunca había visto una situación así en Israel”.

Keret ha pasado por España para presentar Los siete años de abundancia (Siruela), un libro de microrrelatos autobiográficos, tiernos, duros y desternillantes escritos antes de la guerra. En ellos recopila siete años de su vida, desde que nació su hijo hasta que murió su padre. Asegura que esta incursión en la no ficción obedece al nuevo lugar en el que le ha colocado la paternidad. “Yo prefiero vivir en mi mundo de ficción, pero al ser padre te das cuenta de que no puedes escapar de este mundo, que estás obligado a explicárselo a tu hijo, a pensar en el futuro. De repente te ves colocado entre el mundo y tu hijo”.

Los padres de Keret sobrevivieron al Holocausto en Polonia. Crecer a su lado le convirtió en un niño ultraempático. “Pronto aprendí qué tenía que hacer para no hacer daño a mis padres. En parte por eso, me siento bien en la ficción. En un cuento, puedes besar a una chica o pegarle un puñetazo a alguien sin que afecte al mundo real. Es mi refugio”.

Keret no tiene intención de publicar su nuevo libro en Israel por miedo a las críticas. Mientras, en países como Francia ya se encuentra en la lista de los más vendidos. “Hay veces que necesitas hablar, pero te resulta más fácil contarle tu vida a un desconocido en el tren que a alguien que conoces”.

Pero da poca tregua literaria y enseguida vuelve al tema que ahora le obsesiona: su país. “Para mí no es una cuestión moral. Olvídese de los palestinos. A mí lo que me preocupa es el futuro de Israel. La gente allí está desesperada. Los israelíes no son peores personas que otros. No quieren sacrificar a sus hijos en el altar de los colonos mesiánicos, pero reina un clima pasivo-depresivo. Falta liderazgo para tomar un camino distinto al que hemos seguido las últimas cien veces. Pero quién sabe, a veces, es en los peores momentos cuando surge una nueva energía”.

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