Wanderers campeón en Uruguay, Atlético Madrid en España, Defensor casi campeón de la Libertadores, River en Argentina. Algo está pasando en el fútbol y no nos hemos dado cuenta. Los equipos que más gastan ya no son los que más ganan, lo que nos lleva a cuestionarnos si estamos ante una acumulación de casualidades o ante un nuevo escenario en el que primero pensar y luego jugar bien (en sus diferentes acepciones) rinde más que el dinero.
En mi calidad de hincha de Nacional, de chico, aprendí varias cosas. Entre ellas que los clásicos no terminan hasta que terminan, que Morena es la encarnación de Lucifer, que al baño de la Ámsterdam nunca se entra, que el café del Estadio sabe a pie sucio y que en el fútbol uruguayo hay demasiados equipos montevideanos.
Pese a que el Nacional de mi infancia, llegado el caso, era capaz de perder con cualquiera, pronto comprendí que había equipos con historia, que trabajan bien en sus divisiones formativas, y con hinchadas numerosas que, llegado el caso también, eran capaces de llenar una tribuna con la misma asiduidad con que las parcialidades de los equipos grandes llenan el Centenario.1 Eran esos que clasificaban regularmente a la Liguilla, y que incluso a veces la ganaban.
De todos ellos, posiblemente Wanderers sea –de los que aún no lo ha logrado desde 1976 a esta parte– el que más se merece coronarse campeón uruguayo.2 Por lo que su reciente consagración (de cara a lo que pueda pasar el domingo) bien puede ser vista como un acto de justicia.
Un poco de historia. El Montevideo Wanderers Fútbol Club nació allá por 1902, y al año siguiente ya competía en la entonces Copa Uruguaya. La conquistó tres veces (1906, 1909 y 1931). Además, en 1923 obtuvo el torneo de la aurinegra Federación Uruguaya de Football (fuf), oportunamente formada tras el “cisma” que quebró a la Asociación. De un lado quedó Nacional, del otro quedó Peñarol. De un lado quedaron los equipos “amigos” de los tricolores, del otro los “filocarboneros”. Wanderers, que siempre estuvo un paso adelante, tuvo un equipo en la auf (el Montevideo Wanderers) y otro en la fuf (el Atlético Wanderers).3
Recompuesta la armonía de nuestro balompié, Wanderers fue el último campeón de la era amateur, gracias a que tenía un gran equipo y a que Peñarol no se presentó a jugar el match ante los bohemios, válido por la última fecha del certamen. Sabia decisión de los dirigentes oro y carbón, pues Juan Ramón Carrasco integraba aquel equipo mirasol, cuyo triunfo le hubiera deparado una nueva consagración a su eterno rival merced a su proverbial tendencia a meter goles inapropiados.
Probablemente Wanderers sea, junto a Danubio y los grandes, uno de los mayores proveedores de figuras del fútbol uruguayo. De allí salieron René “Tito” Borjas (autor de la frase “Tuya, Héctor”, luego de haber tenido un diferendo con Héctor Scarone relativo al amor de una señorita), Obdulio Varela, el “Chifle” Barrios, Enzo Francéscoli y Pablo Bengoechea (otra encarnación de Belcebú). Claro que el rosedal también tiene espinas: del parque Alfredo Víctor Viera también emergieron Enrique Peña y el “Chancho” Dadomo.
Por eso los amantes del fútbol uruguayo sentimos cierta felicidad interna al ver cómo los hinchas de Wanderers pudieron vivir una jornada acorde a su historia. Los hinchas de cuadro chico –salvo quizás los de River– festejaron, pues sienten cada derrota “doble” de los grandes como un pequeño triunfo (al menos por los hinchas de cuadro chico de verdad, no de esos que al primer rascado empiezan a exhibir las rayas o el bolsillo).
Los hinchas de cuadro grande –en particular los de Nacional– también tuvieron su motivo para festejar. Pues que Nacional no haya tenido que soportar una nueva vuelta olímpica carbonera pese a haber tenido –por lejos– el peor año del siglo xxi, y que Peñarol no haya tenido que penar una situación análoga tras haber recibido los goles más insólitos de su historia, es un verdadero doble milagro.
Tiempo de los chicos. Mientras Ache y Damiani dan charlas en adm vinculadas al éxito deportivo (llegué a pensar que se trataba de un espectáculo de stand up), Wanderers se coronó campeón del Clausura ganando 21 puntos consecutivos, con un plantel plagado de juveniles formados en el club y con un entrenador que no tiene empacho en autodefinirse como “un perdedor que está ante una chance histórica”.
Peñarol, que desde los tiempos de Gabriel Cedrés no sabe lo que es sacar de sus formativas a un jugador con patente de ídolo (como parece ocurrir ahora con Jonathan Rodríguez), debería aprender la lección bohemia y preocuparse por definir un patrón de juego y empezar a rascar en sus divisiones formativas. En un país lleno de hinchas de Peñarol, ¿no será que los jóvenes carboneros con talento prueban suerte en otros equipos –incluso en Nacional– porque saben que cuando tengan edad de Primera División tendrán dos o tres figuras recién arribadas que les frenarán la evolución?
¿Será que el campeonato obtenido por Wanderers nos dejará mucho más que la imagen tercermundista de los jugadores manipulando ese trofeo infame que perdió un asa y terminó girando cual Rock n’ Samba? ¿Será que Wanderers le está diciendo a los grandes que con el dinero que se invierte en traer a Cruzado, Hurtado, Toledo y Curbelo (por sólo mencionar a los que terminan en o) se podría hacer un esfuerzo por mantener un mismo plantel y un cuerpo técnico durante dos o tres años?
Claro que, para ello, primero hay que tomar decisiones, y sustentarlas ni bien caigan dos o tres derrotas consecutivas.
Y las decisiones bien tomadas son las más fáciles de sustentar.
1. También comprendí que hay un sinfín de equipos en nuestro fútbol profesional que no tienen razón de ser. Que parecen más la expresión egoísta de un puñado de personas con berretines de grandeza que otra cosa, y que bien harían en centrar su actividad deportiva en las diversas opciones que el fútbol amateur nos ofrece. No mencionaremos a ninguno para no herir sensibilidades.
2. Wanderers también es, con diferencia, el equipo chico con mayor cantidad de hinchas integrantes del jet-set vernáculo.
3. Este último se coronó campeón al superar a grandes instituciones, como Peñarol, Peñarol del Plata, Rosarino Central, Roberto Chery, Roland Moor, Uruguayo, Oriental Pocitos, Solferino, Charley, Bequeló, Sayago, Reformers, San Carlos Taurino, Triumph Juniors, Treinta y Tres, Miguelete, Belvedere, Firestone, Livingstone, Sportivo Aguada y Uruguay Forever. En total, 32 equipos. ¿Y critican al actual ejecutivo de la auf por querer jugar un Uruguayo de 20? ¡Dense un baño de dignidad, háganme el favor!
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