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lunes, 17 de febrero de 2014

LA CAMPORA: EL GRUPO DE CHOQUE POLITICO DE CRISTINA FERNANDEZ

El ex presidente argentino Néstor Kirchner había dicho que 'Fútbol para todos', el programa televisivo por el que el gobierno de Cristina Fernández garantiza que a todos los hogares de su país lleguen los partidos de la competencia local, “no está para ganar plata sino para hacer política”. Por esto se explica que la decisión final sobre quién asumiría la nueva gestión del proyecto, acabara dejando de lado las propuestas de mejoras técnicas y artísticas que proponía Marcelo Tinelli y priorizara el trabajo de Domingo Cuello y Gerardo Caruso, dos hombres de La Cámpora.


Con esa jugada la pelota del poder vuelve a quedar en el terreno de ese grupo de jóvenes formados en la militancia universitaria, tal como sucedió en otros tres casos en las últimas semanas. Primero, la presidenta ubicó a un camporista amigo de su hijo –Hernán Reibel– al frente de la subsecretaría de Comunicación Pública y por lo tanto con la responsabilidad del reparto de publicidad oficial. Luego, designó a Rodrigo Rodríguez para un cargo en el Ministerio de Desarrollo Social y así el grupo político logró colocar un primer pie en la cartera dirigida por Alicia Kirchner.

Finalmente, el pasado jueves juraron como nuevos integrantes del Consejo de la Magistratura –el órgano que supervisa a los jueces, integrado por 13 personas– otros dos militantes del grupo. Se trata de Julián Álvarez, secretario de Justicia y designado como representante del Ejecutivo ante el cuerpo, y de Eduardo “Wado” de Pedro, uno de los camporistas con más llegada a Olivos.

Y estos ascensos se suman al crecimiento que tuvo este grupo cuando en noviembre de 2013 Fernández designó para el Ministerio de Economía a Axel Kicillof, uno de los protagonistas del movimiento dirigido por Máximo Kirchner que se ubicó en una cartera que estaba reservada para los cuadros del vicepresidente Amado Boudou.

Los integrantes del grupo tienen en general menos de 40 años y representan un nuevo tipo de dirigente. Son verborrágicos, ostentan un nivel de lecturas algo mayor al promedio del dirigente peronista tradicional, se mueven como pez en el agua en las redes sociales de internet, transitan mucho más por los barrios “cool” como Palermo y Belgrano que por el empobrecido y violento conurbano, y no ocultan que tienen gustos caros y grandes ambiciones.

Pero, por sobre todo, su marca de fábrica es una adhesión incondicional a la figura de Cristina, la verdadera madrina de la agrupación. “La presidenta no confía en nadie, y La Cámpora es el reflejo de eso. Entonces estos muchachos están llamados a cumplir un enorme papel”, observaba hace unos meses el analista Jorge Giacobbe.
Ese apoyo está muy por encima de las lealtades partidarias, de manera que, ante situaciones de lucha interna, estos jóvenes no tienen empacho alguno en enfrentarse a sectores del peronismo tradicional.

Por ejemplo, es conocida la rivalidad que existe entre ellos y los sindicalistas dirigidos por Hugo Moyano, que en sus actos públicos no dudó en reiterar que fueron los trabajadores que lo siguen a él quienes le dieron el 54% de los votos en 2011, y no los “chicos bien” que ahora la rodean.

A la hora de compararlos con aquellos viejos “cuadros” que aspiraban a la revolución social, al día de hoy los comentaristas no ahorran ironías cuando se refieren a las ambiciones económicas de estos nuevos protagonistas.

Jorge Asís, escritor y exsecretario de cultura de Carlos Menem, se refirió a La Cámpora como “una agencia de colocaciones”.

Pero tal vez nadie ha expresado con mayor claridad lo que todos piensan como Sergio Shocklender, el controvertido exapoderado de las Madres de Plaza de Mayo, sospechoso de malversación de fondos que este jueves fue defendido por el jefe de gabinete Jorge Capitanich.

En un libro que publicó a comienzos de 2012, Shocklender los definió así: “La Cámpora no deja de ser un montón de yuppies que quieren tener su oficina, una secretaria con minifalda, auto con chofer y sueldos disparatados. Además de un séquito de asesores parásitos y militantes rentados”.

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