Luego de 20 años de optar por gobernantes de ultra derecha, los neoyorquinos optaron ahora por una agenda social al elegir un candidato que se aparta incluso, de la línea de derecha moderada que es habitual en el partído Demócrata al elegir al demócrata Bill De Blasio como su nuevo alcalde. De Blasio, es un político progresista que centró su campaña en las desigualdades de la ciudad y logró un categórico triunfo sobre su rival, el republicano Joe Lhota, según marcaban las encuestas en boca de urna.
Con De Blasio, los demócratas recuperaron el control de la ciudad más grande de Estados Unidos de América luego de dos décadas de gobierno repartidas entre dos políticos de raíces republicanas (ultra derecha), Rudolph Giuliani y Michael Bloomberg, cuyo legado estuvo en el centro del debate electoral.
"Necesitamos hacer un cambio progresista muy serio y alejarnos de las políticas de la era Bloomberg", vaticinó un De Blasio confiado, luego de votar en Park Slope, Brooklyn, acompañado de su mujer, Chirlane, y sus hijos, Dante y Chiara, todos protagonistas centrales de la campaña del demócrata.
Lhota, cuyo pasado como "número dos" de Giuliani lo persiguió durante toda la campaña, intentó algo muy difícil: convencer a la ciudad que era una alternativa de cambio moderada, un buen administrador que comparte algunas de las posturas progresistas de los neoyorquinos, como el apoyo al aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de la marihuana.
Alejado en los sondeos, intentó en la antesala de la elección mellar la confianza en De Blasio al afirmar que debilitaría las finanzas de la ciudad y sería demasiado blando con el crimen.
El demócrata buscará ahora utilizar el enorme respaldo que tuvo en las urnas para impulsar su agenda, centrada en su cruzada para reducir la desigualdad.
De Blasio buscará frenar el cierre de hospitales comunitarios, construir 200.000 viviendas sociales en una década, aumentar impuestos a los neoyorquinos que ganen más de 500.000 dólares al año y garantizar el acceso universal al jardín de infantes (en Nueva York, los preescolares, o day care , pueden costar tanto como un alquiler).
Además, De Blasio reemplazará al jefe de la policía, Ray Kelly, y buscará terminar con la discriminación racial en la táctica de detenciones policíacas conocida con el nombre de "detención y cacheo".
"Ésa era mi principal preocupación. Es una táctica puramente en contra de los latinos y los afroamericanos. Lhota trabajó para Giuliani y va a ser todo lo que fue Bloomberg, y estoy totalmente en contra de eso", dijo José Luis Martínez, un vendedor de 57 años, puertorriqueño, que vive en Brooklyn. "Además, De Blasio es del barrio", bromeó.
La enorme ventaja que mostraba el demócrata en las encuestas llevó a una reducción en la participación de los neoyorquinos en los comicios, que en las últimas citas electorales ya había sido baja: en 2001, 2005 y 2009, las tres elecciones en las que se impuso Bloomberg, fueron del 41, 33 y 28%, respectivamente. La última vez que votó más de la mitad del padrón fue en 1993, cuando resultó electo Giuliani.
En la Escuela Pública 15, en Park Slope, en Brooklyn, el barrio más poblado de la ciudad, se notaba esa baja concurrencia. Un puñado de votantes cumplía con la ceremonia democrática sin demoras. A la entrada, una larga mesa montada por padres de los alumnos ofrecía galletas, café, bizcochos y cupcakes, e intérpretes aguardaban sentados que alguien requiriera de sus servicios.
"Me gusta De Blasio. Es un hombre de familia", comentó allí Lindsay Greenburger, de 31 años, especialista en marketing y también vecina de Brooklyn, que no pudo encontrar un mejor motivo para votar por el demócrata.
Para los 2,3 millones de hispanos que viven en Nueva York, la llegada de De Blasio a la alcaldía debería ser beneficiosa, ya que se trata de un político con sensibilidad por América latina, que habla castellano y quiere atacar problemas que las minorías sufren más de cerca.
Carlos Menchaca, el primer descendiente de mexicanos electo para ocupar una banca en el Concejo Deliberante de la ciudad, dijo que De Blasio va a ponerles más atención a los barrios "latinos", como Queens o el Bronx, que, en la mirada de muchos neoyorquinos, fueron descuidados por Bloomberg.
"Él entiende a la ciudad como una, y no diferencia a Manhattan del resto", dijo Menchaca.
De Blasio no fue el único que les dio una alegría a los demócratas. En Virginia, uno de los estados que juega un papel determinante en las elecciones presidenciales, el demócrata Terry McAuliffe les arrebató el estado a los republicanos al imponerse en las elecciones a gobernador con el 50% de los votos a Ken Cuccinelli, que obtuvo el 43 %, según los primeros resultados.
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