viernes, 16 de noviembre de 2012
ISRAEL: UN URUGUAYO CUENTA COMO ES LA SITUACION
La sirena se escucha de fondo y la comunicación se hace dificultosa mientras el uruguayo Mauricio Balter se acomoda en el hall del edificio en que vive, el lugar asignado como refugio ante los ataques misilísticos de Hamas y con la voz agitada pasa describir los momentos que se viven en la ciudad de Beer Sheva, una de las más antiguas de Israel, ubicada al sur del país, a 108 kilómetros de Tel Aviv.
'Estamos en medio de una sirena, acabo de escucharla y estamos con los vecinos en el lobby o hall del edificio, cada hora tuvimos una sirena. No nos dejaron dormir, ni cambiar, da miedo entrar al baño', relata Balter con la voz agitada, cargada de la adrenalina que genera el peligro y la incertidumbre.
En Israel ya es pasado el mediodía, pero el clima de tensión se mantiene entre los vecinos que solo tuvieron un minuto para llegar al 'refugio' y algunos segundos después comenzaron a recuperar la respiración tras escuchar como la denominada 'Cúpula de Hierro' atajaba ese maldito cohete lanzado desde el otro lado de la frontera.
'Hay un millón de personas que están en los refugios desde ayer miércoles cuando comenzó la operación. A pesar de que destruyeron un almacén de misiles de largo alcance aún se escuchan explosiones. Acá, por lo que acabamos de escuchar, seguramente la Cúpula de Hierro bajó tres misiles', relató el rabino, mientras el murmullo se colaba por el teléfono.
Desde Buenos Aires, el cronista no logra aclarar como funciona el sistema de conteo de misiles que caen en territorio israelí, pero Balter asegura, desde el mismo escenario de los incidentes, que en 4 años cayeron once mil misiles.
Ya para esta hora, los noticieros israelíes dan cuenta de que el sistema de defensa antimisiles había bajado 80 explosivos.
'Sabemos enfrentarnos a estas cosas, pero no tenemos ninguna rutina de vida, solo hay que llegar al lugar protegido. Tenemos instrucciones claras. La gente tiene prohibido ir a trabajar (en las áreas más cercanas a la frontera con Gaza) y en las escuelas y universidades ubicadas hasta 40 kilómetros de la frontera no hay clases. Nos dicen que hay una amenaza fuerte y tenemos que estar cerca de los refugios', describe Balter, quien es el líder espiritual de la Congregación Eshel Avraham, de Beer Sheva.
Balter, rabino de la Comunidad Conservadora Masortí, también fue director del 'Proyecto de Aliá Sudamericana a Kiriat Bialik', una ciudad donde reside una importante cantidad de argentinos.
La calma parece retornar al edificio de 42 departamentos y las casi 200 personas que residen en el complejo se preparan para retornar a la 'normalidad'.
'Soy un rabino y suspendimos todas las actividades. Mañana realizaremos los servicios religiosos en la comunidad, pero pedimos que estén atentos a las noticias porque hay orden de no hacer ninguna reunión donde asistan más de 100 personas. Tenemos pautas claras. Eso hace que no haya tantos heridos', puntualiza Balter.
Tal vez sea una pregunta fuera de lugar frente al momento desesperante que viven, pero cómo hacen para alimentarse, por ejemplo.
'Hay zonas como en Sderot (una ciudad del Distrito Meridional de Israel ubicada a solo un kilómetro de Gaza) donde la gente está en forma prolongada en el refugio tienen alimentos en el mismo refugio. Si hay una pausa se reabastecen. En nuestro caso no tenemos problemas porque escuchamos la sirena vamos al refugio y después volvemos a la casa, no estamos todo el tiempo en el refugio', explica Balter.
Incluso, comenta que en los edificios nuevos ya hay 'una habitación antibomba', es algo obligatorio. 'En el edificio en el que vivo tiene 35 años y salimos al hall del piso y nos encontramos todos los vecinos y, en realidad, la gente está tranquila sabe que esto iba a pasar porque era imposible seguir viviendo así cuando sonaba la sirena cada hora', señala.
'Es una situación que no es sana, no se puede vivir así, sin tener una vida ordenada. Israel tenía que hacer algo porque en los últimos días la situación era insostenible. Ochenta misiles por día, ¿cómo se puede vivir?', se pregunta Balter.
'Salir al jardín o al trabajo es supertenso porque hay que correr a un edificio o algún lugar que uno desconoce para refugiarse. Acá los edificios están abiertos, pero si te toma en un lugar abierto hay que salir del auto y tirarse al piso. Sin ir más lejos, ayer volvía de un duelo con unas personas mayores cuando sonó la sirena y esta gente no puede correr y no los podía dejar solos, así estuvimos ahí expuestos a todo', relata.
La rutina de la ciudad se ve alterada por misiles y los chicos ya perdieron una semana de clases desde el inicio del ciclo lectivo el pasado 5 de agosto. A eso hay que agregarle las pérdidas económicas que genera esta situación.
'Espero que no empeore porque sería un escenario muy triste, espero que haya diálogo entre las partes y acuerdos para que no haya más misiles sobre Israel y Gaza. No soy partidario de violencia ni de la guerra', dice el rabino.
Balter aclara que no tiene contacto con la gente de Gaza. 'Estoy en una organización de derechos humanos y si tengo contacto con árabes israelíes, pero es diferente a la gente que vive en Gaza que son más extremistas. Acá hay árabes israelíes, gente muy moderada que está en contra de la guerra. Espero que esto se termine rápido', expresa.
Nacido en Uruguay, Balter, de 55 años, explica que Beer Sheva es una ciudad de unos 200 mil habitantes que se puede recorrer en menos de media hora. 'En nada se parece a Buenos Aires', agrega.
'Es muy importante que las noticias sean objetiva y que la gente entienda la situación en Israel y no fijarse en los medios tendenciosos. El tema no es lo que pasó ayer u hoy sino en los últimos diez años. Acá la gente no tiene vida', concluye el rabino cuando el conteo de misiles caídos en Israel ya supera los 270 y un par estuvieron cerca de llegar a Tel Aviv, donde la misma sirena del principio de esta nota volvió a sonar después de más de 20 años.
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