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domingo, 12 de diciembre de 2010

ESPAÑA: SU PENSAMIENTO SOBRE LOS PRESIDENTES LATINOAMERICANOS

Hugo Chávez es un payaso. Daniel Ortega es un loco. Evo Morales es un ignorante, pero no es un caso perdido. Los miembros del gobierno y altos cargos españoles que pasaron por la Embajada de Estados Unidos de América en Madrid no se mordían la lengua.



Convencidos de que sus palabras no iban a trascender, realizaron declaraciones sobre los dirigentes de algunos países latinoamericanos que pueden resultar embarazosas al hacerse públicas.

Según las comunicaciones enviadas por la Embajada al Departamento de Estado, la actual ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, por entonces secretaria de Estado para Iberoamérica, era una de las más locuaces.

Describió en noviembre de 2007 al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como "un payaso" al recordar el incidente en que el Rey le dijo el famoso "¿por qué no te callas?". No es la única invectiva de Jiménez contra Chávez.

Otro documento de la embajada pone en su boca la idea de que Chávez está "en otro mundo" , y un tercero asegura que Jiménez dijo que Chávez es "un bestia, pero no un estúpido" .

La actual ministra no es la única que hablaba mal de Chávez.

Según afirmó en junio de 2006 Rafael Dezcallar, por entonces director general de Política Exterior del Ministerio de Exteriores, Chávez era él mismo su peor enemigo.

Según la embajada, Dezcallar dijo que nadie le presta atención a la retórica de Chávez, pero que "no tiene estómago para ser un dictador".

Rafael Estrella, portavoz de Exteriores de los socialistas en el Congreso, opinaba que Chávez era un populista demócrata, pero que si los precios del petróleo caían podía convertirse en un "populista totalitario".

Tanto Zapatero como Rajoy y Moratinos estaban de acuerdo: Venezuela es un "desastre". Los tres lo dijeron en diferentes momentos a diplomáticos de Estados Unidos, según los papeles de la embajada.

Pese a esa mala opinión, Chávez visitó dos veces España. La primera, en 2005, fue invitado tras una fuerte insistencia por su parte, según relataron a la embajada varias fuentes españolas.

La segunda, en septiembre de 2009, directamente "se autoinvitó", según entrecomillan así, en español, los papeles de la embajada atribuyendo la cita a Javier Triana, subdirector general para Asuntos Andinos.

Zapatero hacía una reflexión más amplia. En una visita a La Moncloa del vicesecretario de Estado, Robert Zoellick, en abril de 2005, Zapatero dijo que "Venezuela es un desastre de país", según el resumen de la reunión hecho por la embajada, "con enormes recursos naturales despilfarrados por décadas de pobre liderazgo" y que es imposible explicar el fenómeno de Chávez sin la "debacle" económica y social de los años previos. Esto parece un análisis razonable.

Zapatero le contó a Zoellick que el consejo de varios líderes regionales había sido no aislar a Chávez.

El presidente, no obstante, subrayó ante el número dos de Condoleezza Rice que en su visita a Caracas se había reunido con los movimientos de oposición que le había recomendado el Gobierno de USA.

Zapatero culpó a la oposición venezolana de haber llevado el enfrentamiento con Chávez demasiado lejos y pronosticó que Chávez aún podría ganar tres elecciones seguidas gracias a las políticas sociales financiadas con dinero del petróleo.

La mala opinión sobre Chávez traspasaba fronteras.

El uruguayo Enrique Iglesias, Secretario General iberoamericano, señalaba a la Embajada de USA en Madrid que "todos en Latinoamérica están preocupados por la conducta de Hugo Chávez, que se está haciendo cada vez más megalomaniaco", según otro de los documentos secretos. Iglesias veía cómo con el tiempo habían crecido "los errores y la incompetencia" de Chávez.

El entonces ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, consideraba a Venezuela y Cuba los dos "agujeros negros" de la región, según una comunicación a Washington fechada en abril de 2005.

"España cree que Chávez va camino de convertirse en otro Castro, mientras USA cree que ya es otro Castro", decía Javier Sandomingo, director general de Exteriores para Latinoamérica en febrero de 2005. Pero, curiosamente, hacia Castro hay pocas declaraciones altisonantes.

Un documento sí señala que Zapatero mostró en abril de 2004 "desdén por Castro y la Cuba que dirige" y que "pese a muchas súplicas de Castro, Zapatero no le ha respondido y no quiere ninguna relación con él".

En julio de 2005, Zapatero lamentaba la falsa percepción de parte del exilio cubano de que él es pro-Castro.

El otro presidente con el que Zapatero no ha aceptado reunirse, explicaba este mismo año Bernardino León, es el de Nicaragua, Daniel Ortega, calificado como "errático e imprevisible" o cosas peores.

El director general para México, Centroamérica y el Caribe, Jorge Romeu, dijo en septiembre de 2008 que era un "loco". La actual ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, aseguró en enero de 2009 que Ortega era "el peor de todos los líderes con quien ella trabaja", según la transcripción de la embajada. Y León concluyó que Ortega era "una causa perdida".

El que no era "una causa perdida", al menos en octubre de 2005, era Evo Morales, según Javier Sandomingo.

"No es peor que varios otros líderes latinoamericanos con que hemos tratado en el pasado o ahora", señaló, según los papeles de la embajada. Y añadió que se mostraba más razonable en sus reuniones privadas que en los actos públicos.

Según la actual ministra de Exteriores, Morales parecía estar buscando en 2008 enemigos externos para distraer de sus problemas internos.

Zapatero reflexionaba en 2009 ante la secretaria de Seguridad de USA, Janet Napolitano, que el "mesianismo populista de Chávez y Morales era popular entre sus ciudadanos, lo que complicaba el escenario", según otro de los documentos.

Moratinos destacó ante el embajador Eduardo Aguirre en 2006 que los puntos fuertes del ya presidente de Bolivia eran "su honestidad y su conciencia".

Sin embargo, según el resumen de la embajada , Moratinos también le describió como "ignorante e inexperto". Moratinos se mostró preocupado por el riesgo de que Morales cayera en el "abrazo del oso" de Chávez y Castro.

Con todo, según Moratinos, Morales no controlaba del todo el poder en Bolivia y "decía una cosa y hacía otra".

Quizá eso ocurría porque Morales, según Ramón Santos, subdirector general para Asuntos Andinos, no podía "controlar sus palabras", se dice en otro documento de 2007.

Los diplomáticos españoles tampoco parecían controlarse mucho al hablar de los líderes latinoamericanos.

Bernardino León se lamentaba en enero de 2009 de la propensión del presidente de Ecuador, Rafael Correa, a decir "barbaridades".

Otro documento de la Embajada de USA asegura que España ha visto "un montón de dinero fluyendo desde Venezuela hacia la campaña de Correa".

Los que salen mejor parados en las declaraciones de los diplomáticos y altos cargos españoles son los presidentes de México, Felipe Calderón y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que según Trinidad Jiménez debían ejercer el papel de líderes naturales de la región.

Jiménez se declaraba una "gran admiradora" de Calderón, "el mejor del actual grupo de jóvenes líderes de Latinoamérica", mientras que Lula estaba haciendo las cosas bien, según dijo Jiménez en 2007.

No parece ser un criterio muy razonable el referido a Calderón,vista la enorme crisis social en que está sumido México

Los Kirchner no reciben tantas flores. Según Trinidad Jiménez, parte del problema era la excesiva dependencia de Cristina Fernández de su marido, el anterior presidente, Néstor Kirchner.

El ex presidente del Gobierno José María Aznar lo decía más crudamente: aunque había esperado una política exterior más sofisticada, al final parecía ser "una marioneta de su marido", señaló en mayo de 2008, según los papeles de la embajada .

Sandomingo aseguraba que Cristina Fernández "podría incluso ser más inconsistente y temperamental que su marido, Néstor, que ya es decir", según reflejan los documentos. Y León coincidía en enero del año pasado en que el equipo de Kirchner era "lamentable".

Trinidad Jiménez, por su lado, creía que la mezcla de populismo y temperamento de los Kirchner daría lugar a "días buenos y días malos", pero que la dirección era la correcta.

Fuente:El País

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