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domingo, 19 de diciembre de 2010

ERA NO MAS LA CABEZA PERDIDA DE ENRIQUE IV

Científicos franceses han autentificado mediante una variedad de técnicas forenses, genéticas y antropológicas, que han encontrado la cabeza profanada en la Revolución francesa de Enrique IV de Francia y III de Navarra, el primer rey de la Casa de Borbón, según publica esta semana el British Medical Journal (BMJ).


El grupo dirigido por Philippe Charlier, médico forense y osteoarqueólogo, analizó con sofisticados métodos la reliquia embalsamada, que a lo largo de los años pasó por varias colecciones privadas y que ahora, tras confirmarse su identidad, volverá a ser enterrada, con un funeral, en la basílica real de Saint-Denis, en París.

Los científicos detallan en su artículo que la cabeza, que se encontró en casa de un jubilado en 2008, estaba muy bien preservada y presentaba dos rasgos conocidos del monarca, una lesión marrón con forma de seta de 11 milímetros sobre el orificio nasal derecho y un agujero en el lóbulo de la oreja derecha donde en su día hubo un pendiente, lo que coincide con retratos del rey.

También se identificaron otras características que coinciden con las imágenes, bustos y crónicas de la época.

Por ejemplo, los expertos constataron una calvicie incipiente, los restos de cabellos blancos y pelirrojos en la cabeza y la barba, unos dientes en muy mal estado e indicios de una lesión en el hueso superior de la mejilla izquierda, que correspondería a la cuchillada que le asestó Jean Châtel cuando intentó asesinarle en 1594.

También se encontraron señales de cortes en las cervicales que, según los expertos, se deberían a la decapitación que sufrió el cadáver del monarca, con otras mutilaciones, a manos de los revolucionarios en 1793.

Otro elemento que confirma que la cabeza pertenece a Enrique IV de Francia son las pruebas de carbono, que la han datado entre 1450 y 1650, lo que cubre el año de su muerte, en 1610.

Los expertos observan también en su estudio el particular método de embalsamamiento de "estilo italiano" a que se sometió al rey a petición propia, un sistema que evita el aspecto mutilado al no requerir la apertura del cráneo.

Enrique IV de Francia y III de Navarra, el primer rey de la dinastía de los Borbones, es uno de los más queridos en el país galo, donde es conocido como "Enrique el bueno" o "el galante" por su supuesto éxito entre las damas.

El monarca fue enterrado en la basílica de Saint-Denis, donde descansan los reyes de Francia, cuyas tumbas fueron posteriormente profanadas en 1793, durante la revolución francesa (1789-1799).

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