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lunes, 29 de noviembre de 2010

UNA VIDA LENTA QUE PERMITE APRENDER MAS

Qué es más eficaz para que los niños crezcan rápido ? Hay 3 opciones: un buen complejo vitamínico, una dieta equilibrada o la preocupación continua de no morir devorado por las fieras, el frío o el hambre. La respuesta correcta es la C.


Los manuales de los médicos y las revistas especializadas están llenos de consejos como éstos para que su hijo crezca fuerte, sano y feliz: jalea real infantil para estimular sus defensas, calcio de ostras para reforzar sus dientes y huesos, preparados de plantas medicinales para abrir su apetito, L-casei para derrotar a las infecciones, un gran vaso de leche para ser el pívot de su clase y aceite de hígado de bacalao.

Sin embargo, parece que lo realmente les ayuda a crecer con rapidez y convertirse en hombres es, simple y llanamente, la lucha por la supervivencia.

Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha concluido que los niños neandertales crecían mucho más rápido que los niños humanos modernos debido a que tenían que estar preparados para afrontar los riesgos del día a día.

Vivían menos, por supuesto, y en condiciones más precarias, pero a pesar de las deficiencias de su dieta iban devorando centímetros de altura a más velocidad que sus parientes actuales, que maduran mucho más despacio.

Para llegar a esta conclusión, un equipo de Francia analizó los dientes fosilizados de once neandertales, entre ellos el del primer homínido hallado en Bélgica.

Les aplicaron herramientas de investigación no empleadas hasta ahora, que pusieron de manifiesto que este individuo tenía tan sólo tres años cuando murió, en lugar de los cuatro o cinco que se le atribuyó por su altura y características.

Los investigadores concluyen que la larga infancia y el lento desarrollo de los niños son un “invento” exclusivo de nuestra especie. Es más, estaríamos ante una de las señas de identidad del humano, la de pasar de la máxima “vive rápido porque morirás joven” a la de “vivir despacio pero muchos años”.

Según Tanya Smith, del Departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, esta maduración lenta y prolongada dio al humano la posibilidad de mejorar su aprendizaje y conocimiento, lo que a la larga le permitió pervivir sobre los neandertales y forzar su extinción.

«Aún más llamativo es el hecho de que nuestros primeros molares contienen una "partida de nacimiento" en miniatura que permite calcular con exactitud la edad a la que murió un niño», agregó.

Bajo la premisa de que no tiene sentido prolongar la infancia sin garantías de que se va a llegar a la vejez, los investigadores pretenden averiguar cuándo se produjo este punto de inflexión trascendental en el ser humano. Cuando dejaron de ser pequeños hombres para convertirse en niños grandes.

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