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domingo, 17 de octubre de 2010

T. VAZQUEZ: "SE NECESITA UN ESTADO MAS CERCANO A LA GENTE, MAS TRANSPARENTE Y MAS EFICIENTE"

El ex presidente de Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, dijo que es necesario establecer consensos entre empresarios, la sociedad y el Estado para alcanzar el desarrollo y el bienestar y agregó que si bien este tipo de acuerdos "no son fáciles" de lograr tampoco son "una quimera".



Vázquez participó anoche en la ciudad de Mar del Plata (Argentina) en el 46º Coloquio Anual de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) que contó con la participación de más de 600 empresarios de ese país.

El encuentro, que se realizó en el hotel Sheraton, se tituló "Consensos para el Desarrollo: empresarios, sociedad y Estado".

En su exposición, Vázquez se refirió también a la democracia, como "factor determinante" del desarrollo y a la integración regional, a la que definió como un "proyecto inexorable" y un "instrumento con principios y objetivos estratégicos".

El ex presidente mencionó la necesidad de un Estado "más cercano a la gente, más transparente y más eficiente" y afirmó que "la gente no quiere que le dirijan la vida, pero tampoco quiere andar sola por la vida". Además, sostuvo que "no sólo el Estado tiene que transformarse para mejorar" sino que "también el mercado debe hacerlo".

He aquí su intervención:

"Señor Gustavo Ripoll, presidente de IDEA señor Carlos Haehnel, presidente de este Coloquio Anual, amigas y amigos:

Las cenas no son ocasiones adecuadas para largos y conceptuosos discursos. Especialmente si, como en este caso, la cena cierra una jornada de trabajo que comenzó temprano y ha sido intensa. Por lo tanto, seré breve.

Ante todo, agradezco a IDEA haberme invitado a su Coloquio Anual y a todos ustedes la hospitalidad con que me reciben. Por cierto que esa hospitalidad no me sorprende pues más allá de muchos encuentros y algún desencuentro, el Uruguay y el Plata son ríos que nos unen y los uruguayos en Argentina, como ustedes en Uruguay, no somos visitantes extranjeros sino que nos sentimos en casa.

Casas bicentenarias, lo cual daría cuenta de cierta antigüedad si este fuese un congreso de arquitectura... pero no lo es.

Aquí el bicentenario, más que la merecida evocación del pasado que nos trajo a lo que somos, es el necesario modelaje del futuro que queremos y podemos ser.

Amigas y amigos:

Las naciones son mucho más que los símbolos patrios, una cronología de batallas, o una galería de héroes. Las naciones son, sustancialmente, la convicción y la confianza de una sociedad en su propio futuro.

La historia (incluso la más reciente), da cuenta de países que desaparecieron, entre otras razones, por la pérdida de esa utopía concreta o, por el contrario, de países que confiados en su futuro superaron las más duras adversidades.

Pero eso es historia. El futuro, en nuestra modesta opinión, no se espera con lamentos ni se anticipa con berrinches; se modela y se construye día a día y entre todos.

Las naciones, pues, tienen mucho de proyecto, mucho de proceso, y mucho de democracia.

Sin ella podrá haber riqueza y opulencia para algunos, pero nadie será auténticamente próspero. Lejos de ser un lujo o un adorno del desarrollo, la democracia es factor determinante del mismo.

La democracia entendida no sólo como forma de gobierno sino también como estado de la sociedad. La democracia es un contrato social, pero también un "talante" (por decirlo de alguna manera), de todos los integrantes de la sociedad.

Estos dichos pueden parecer muy obvios, pero los hechos demuestran que no son tanto como parece.

Amigas y amigos:

Los consensos para el desarrollo entre empresarios, la sociedad y el Estado no son una quimera ni conforman una ecuación irresoluble. Tiene incógnitas, pero no es irresoluble.

Dichos consensos no son fáciles, pero tampoco imposibles. No surgen de un día para otro, sino que resultan de un clima sostenido de unánime lealtad institucional y de reconocimiento, confianza y diálogo entre todos los involucrados.

Uno de ellos, obviamente, es el Estado. Lo subrayo no sólo por su condición insustituible como distribuidor de los beneficios del crecimiento económico (sin el cual no hay desarrollo), sino además por su condición de articulador de la sociedad, regulador de sus conflictos y sintetizador de sus acuerdos (sin lo cual tampoco hay desarrollo).

De ahí también la necesidad de un Estado más cercano a la gente, más transparente y reitero- más eficiente. La gente no quiere que le dirijan la vida, pero tampoco quiere andar sola por la vida.

Pero ( "siempre hay un pero") no sólo el Estado tiene que transformarse para mejorar. También el mercado debe hacerlo. O acaso no hay suficientes evidencias que demuestran que puede y debe hacerlo? Al fin y al cabo, es verdad que en el mercado no todos somos iguales, pero hay desigualdades que duelen demasiado a mucha gente (la mayoría, según las estadísticas mundiales sobre desarrollo humano).

En materia de consensos para el desarrollo nadie es perfecto, pero todos somos perfectibles. Y necesarios. Porque ningún agente de desarrollo, por poderoso que sea y mejores intenciones que tenga, puede por sí solo alcanzarlo.

Amigas y amigos:

Prometí ser breve y cumpliré el compromiso.

Pero no puedo cerrar este mensaje sin referir a algo estrechamente vinculado a la temática de este coloquio y que, aunque no lo fuera, está presente en la actividad cotidiana de cada uno de ustedes. Me refiero a la integración regional.

Basta repasar la cantidad de siglas que dan nombre a organismos o iniciativas referidas a la integración de nuestra región para constatar que no hay otra en el planeta que la iguale en vocación, creatividad y perseverancia integradora.

No obstante ello, difícilmente haya otra que la supere en ineficacia para lograr tal objetivo. Demasiados diagnósticos y consultorías; demasiados discursos y declaraciones; demasiadas cumbres, reuniones, seminarios y conversatorios; pero la verdad es que nuestros pueblos no viven los resultados tangibles de tanta actividad. Y en política, la verdad no es lo que los gobernantes y los políticos dicen, sino lo que la gente vive.

No asumo la integración como un idilio o un combate.

Creo que tiene mucho de impulso del pasado, pero tiene más de convocatoria del futuro. Se trata de un proyecto inexorable que implica un proceso complejo en el cual, más allá de la retórica, interactúan intereses nacionales e intranacionales.

Es lógico. Y es natural que en esa diversidad de intereses no todo sea acuerdos y coincidencias. No hay que dramatizar las diferencias. Tampoco resignarse a ellas. Hay que solucionarlas o, si ello no es posible, gobernarlas.

Creo también en la integración como instrumento con principios, y objetivos estratégicos.

Principios como la paz, la soberanía, la democracia, el pluralismo, el desarrollo sustentable, la solidaridad y la cooperación.

Objetivos estratégicos en áreas tan importantes como la energía, la conectividad, la complementación productiva, las migraciones, la protección social, la educación y la cultura, la investigación científica, el combate al crimen organizado, etc.

No sólo hay que integrar comercio y aduanas. Hay que integrar gente y bienestar.

No sólo hay que integrar quejas, reproches y frustraciones. Hay que integrar esperanza, confianza y soluciones .

Y si bien en esa integración todos cuentan y todos cuentan por igual, creo que argentinos y uruguayos, sin ser ni sentirnos más o menos que nadie, tenemos mucho para hacer entre nosotros y para aportar a los demás.

No es éste el momento ni el lugar de hacer el listado de asuntos pendientes. Basta con saber que el mismo podrá ser más o menos extenso, más o menos exigente, más o menos urgente, pero siempre existirá.

Afortunadamente, siempre existirá. Y digo "afortunadamente" porque el día que se agoten los asuntos pendientes entre argentinos y uruguayos, el día que no tengamos nada que resolver conjuntamente, el día que resignemos a soportarnos y nada más, el día que nos conformemos con lo avanzado y renunciemos a seguir adelante será un mal día.

Y si bien todos tenemos derecho a tener un mal día, nadie tiene derecho a negar a los demás o renunciar él mismo a la oportunidad de una vida y un futuro mejor.

Por esa razón, tan elemental y fundamental al mismo tiempo, acepté con gusto la invitación de IDEA a este coloquio y les agradezco nuevamente la atención y el afecto dispensados.

Muchas gracias.

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