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lunes, 22 de diciembre de 2014

DILMA ROUSSEFF: COMBATE A LA CORRUPCION HA SIDO UNO DE NUESTROS PRINCIPALES OBJETIVOS

Por 4to. año consecutivo el Grupo de Diarios América (GDA) realizó una encuesta entre los directores y editores de los 11 diarios más importantes de la región que integran la alianza acerca del personaje del año. Cabe precisar que la encuesta fue realizada con anterioridad al anuncio formulado por los presidentes de USA y Cuba acerca del restablecimiento de relaciones. El sondeo estableció que la presidenta brasileña Dilma Rousseff era, sin dudas, el personaje latinoamericano del año. El 2do. lugar fue para el presidente uruguayo José Mujica, quien ocupara el primer lugar en 2013. A nivel mundial el mandatario ruso, Vladimir Putin, fue elegido el personaje de 2014 dado su protagonismo.


—¿Durante su segunda gestión, la política exterior de Brasil desarrollará un mayor apoyo a la democracia?

—La promoción de la democracia y la defensa de los derechos humanos son principios de la política externa brasileña inscritos en nuestra Constitución, y seguirán siéndolo en mi segundo gobierno. La prioridad de la democracia en nuestra política exterior ha sido evidente, en especial con respecto a Sudamérica. Hemos apoyado activamente la introducción de la cláusula democrática tanto en el marco del Mercosur como en el de Unasur. Todos los gobiernos de la región fueron elegidos en las urnas y legitimados por la voluntad popular. La existencia de divergencias entre nuestros países, así como en el interior de ellos, es natural y es parte intrínseca de los regímenes democráticos. Unasur actuó positivamente en crisis como las de Bolivia, en 2008, del Paraguay, en 2012, y de Venezuela, en 2014.

En este último caso, la actuación de Unasur, a instancias del presidente (Nicolás) Maduro, comprobó la eficacia de la entidad para auxiliar a los Estados miembros a buscar soluciones democráticas, pacíficas y negociadas en escenarios de crisis. Las recientes elecciones en Colombia, Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil demostraron el vigor de la democracia en nuestra región, en sufragios caracterizados por la significativa participación popular y por la más amplia libertad de expresión.

En dichas elecciones, ha salido victoriosa la agenda de inclusión social, de desarrollo con distribución de ingresos y, por lo tanto, de lucha contra la desigualdad y de garantía de oportunidades, que ha caracterizado a nuestra región en los últimos años.

—¿Qué mecanismos podrán ayudar en la aproximación de Brasil al bloque de la Alianza del Pacífico?

—Sudamérica es un continente de diversidad, por lo que es natural que cada país tenga su visión y sus estrategias económicas y comerciales. Nos complace ver la iniciativa de Chile de promover un encuentro entre los Cancilleres del Mercosur y de la Alianza del Pacífico, con el propósito de estudiar mecanismos de convergencia entre estos dos procesos de integración.

Este también es uno de los objetivos del nuevo Secretario General de Unasur, Ernesto Samper. Brasil y el Mercosur, en la práctica, ya ejercen el libre comercio con Chile, Colombia y Perú, por ejemplo. Brasil también ha firmado varios acuerdos con México. Todo ello ha representado una base concreta para la creación de un área de libre comercio en Sudamérica.

Respetamos la opción que hicieron muchos países de establecer tratados de libre comercio, pero los temas referentes a la integración no se nos plantean hoy de la misma manera que en el siglo pasado. Las distintas estrategias de ingreso en la economía mundial no impiden una cooperación provechosa en el ámbito regional. Creemos que la integración sudamericana debe priorizar a la vez el lado comercial y la necesidad de una mayor complementariedad productiva, con énfasis en la innovación tecnológica, que permita crear cadenas de valor, y en la construcción de una fuerte infraestructura energética y logística. Ello nos dará más competitividad respecto al resto del mundo. Para nosotros, el ingreso en las cadenas productivas globales también implica fortalecer las cadenas productivas nacionales y regionales.

—¿Cree que las quejas relacionadas con Petrobras pueden afectar a la paz política necesaria para su segundo mandato?

—Mi indignación con las denuncias que involucran a Petrobras es la misma que sienten todos brasileños, y quiero, al igual que todos los brasileños, que los culpables sean castigados. Quienes hayan cometido el crimen, quienes hayan quebrantado la ley deben pagar por ello.

En Brasil no hay intocables. Quienquiera que no trate el dinero público con seriedad, honestidad y efectividad, debe pagar por ello. Este es un compromiso de mi gobierno. Es fundamental resaltar que la población reconoce el esfuerzo de mi gobierno en la lucha contra la corrupción. La encuesta del instituto Datafolha publicada el 6 de diciembre muestra que el 46 % de los brasileños considera que mi gobierno es el que más ha investigado casos de corrupción en toda la historia, y el 40 % considera que mi gobierno es el que más ha punido a los corruptores. Estos índices de investigación y lucha contra la corrupción son los más elevados de entre los presidentes considerados en la encuesta.

Las investigaciones sobre desviaciones de recursos en Petrobras son conducidas por la Policía Federal de mi gobierno. En mi primer gobierno, la Policía Federal, además de varias otras instituciones de control, fue fortalecida y llevó a cabo 162 operaciones de lucha contra la corrupción y delitos financieros. Además, mi gobierno aprobó leyes que ampliaron la transparencia y las penas por corrupción, como las leyes de Acceso a Información, de la Ficha Limpia, de la punición al corruptor y del combate a las organizaciones delictivas.

Antes de nuestros gobiernos, mío y del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, el Fiscal General de la República tenía el apodo de Encajonador General de la República, porque olvidaba los expedientes en sus cajones y no los investigaba. Eso ha cambiado con nosotros. En mi gobierno, al contrario de lo que sucedió hasta el año 2002, respetamos la autonomía del Ministerio Público nombrando al cargo de Fiscal General de la República siempre al fiscal más votado por sus homólogos. Hoy, ya nada queda olvidado en sus cajones.

Todo es objeto de investigación. Para dar una idea de este gran cambio, en los ocho años de los gobiernos inmediatamente anteriores al PT, se realizaron sólo 48 operaciones de la Policía Federal contra la corrupción. Mientras que en los 12 años de los gobiernos del PT, se han llevado a cabo 226 operaciones especiales de la Policía Federal.

El gran fortalecimiento de las instituciones de control y la intensa promoción de la transparencia administrativa durante los gobiernos del PT a veces transmiten la falsa impresión de que los casos de corrupción han aumentado. En realidad, lo que ocurre en el Brasil de hoy es que, por primera vez en la historia, estamos combatiendo efectivamente la secular llaga de la corrupción. Brasil no vive una crisis de corrupción, como afirman algunos. En los últimos años comenzamos a ponerle fin a un largo período de impunidad. Esto es un gran avance para la democracia brasileña. Asimismo, quiero resaltar que tengo el firme propósito de promover, en este segundo gobierno una Reforma Política que, entre otras cosas, luche contra la excesiva influencia del poder económico sobre nuestro sistema de representación, principal fuente de la corrupción política y de las desviaciones administrativas en Brasil.

—En países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, los triunfos electorales siempre están vinculados a la figura de un líder (y en el primer ejemplo, de su sucesor, Nicolás Maduro), no hay muestras de que se esté preparando un cambio de generaciones para las próximas elecciones. ¿Cómo ve usted la postura del Partido de los Trabajadores a este respecto hasta el 2018?

—Es natural que las democracias se consoliden en torno a líderes, tanto del partido que gobierna como de la oposición. Eso sucede en países de todo el mundo, no solo en los de Sudamérica. Cualquier democracia necesita bastante tanto de líderes gubernamentales como de líderes de oposición responsables y constructivos.

Naturalmente, cuando hay cambios generacionales se plantean nuevos desafíos históricos y con el Partido de los Trabajadores no es diferente. Sabemos que cada país tiene sus características, cada sociedad tiene su dinámica política, electoral, social. Quien decide el momento del cambio es la sociedad. Por ejemplo, en su tiempo, Franklin Roosevelt fue elegido 4 veces presidente de USA. Después, la sociedad estadounidense adoptó otras reglas electorales que sólo permiten dos mandatos, sin reconducción del presidente. El PT es un partido tan joven como la democracia brasileña. Cree, como varios ejemplos históricos ponen de manifiesto, que el ejercicio del juego democrático en cada elección permite que más líderes y más ideas innovadoras surjan. Cuando la sociedad está lista, el cambio se produce.

—¿Ud. cree en un mayor acercamiento entre Brasil y México en su segundo gobierno o los dos países son rivales estratégicos en América Latina?

—México y Brasil son dos grandes naciones en desarrollo que enfrentan desafíos comunes, en especial la necesidad imperiosa de luchar contra la pobreza y el hambre, reduciendo las desigualdades sociales. Somos dos sociedades diversas, ricas y multiétnicas. Tenemos la tarea de incluir plenamente a millones de jóvenes, mujeres, negros e indígenas. Para construir un camino de desarrollo sostenible que sea capaz de competir internacionalmente, necesitamos realizar amplias inversiones en educación, innovación e infraestructura. Necesitamos coordinarnos en nuestro hemisferio y fortalecernos a través de una cooperación más profunda.

Esta no es una tarea fácil, mucho menos en un contexto de crisis económica internacional persistente. Pero es lo que los brasileños y los mexicanos esperan que sus gobernantes hagan. Veo, por lo tanto, una relación marcada por convergencias, no por divergencias. Veo a México y a Brasil como grandes aliados, no como rivales. Brasil y México son también dos economías complejas y diversificadas, lo que se refleja en intensas relaciones comerciales y de inversiones. Brasil —y el Mercosur en su conjunto— quiere ampliar aún más el intercambio comercial con México. Además de los negocios, los brasileños y los mexicanos tienen interés por ampliar el conocimiento mutuo, la cooperación educacional y cultural y el turismo. Le dije al presidente (Enrique) Peña Nieto que pretendo visitar a México en los primeros meses de mi segundo gobierno, para discutir estos y otros temas relevantes de la agenda bilateral.

—¿Cómo puede liderar una campaña seria anticorrupción en su país si su propio partido es el protagonista del escándalo de Petrobras, empresa de la cual usted fue presidente del Consejo Directivo durante los años de las denuncias?

—Como dije en la respuesta al diario El Tiempo (Colombia), es la Policía Federal bajo mi gobierno la que conduce las investigaciones sobre corrupción en Petrobras. Han sido esas investigaciones las que llevaron al desmantelamiento de un esquema del cual se sospecha que tenga décadas de existencia, con anterioridad a los gobiernos del PT. Quiero resaltar que somos nosotros, mi gobierno, los que hemos liderado el proceso contra la impunidad en Brasil, poniendo fin a la era en que los ilícitos se ocultaban debajo de la alfombra.

Yo misma despedí, 3 años antes de esas investigaciones, al director que confesó ante la Justicia la conformación del esquema de desviación de dinero en Petrobras. Las investigaciones de la Policía Federal y del Ministerio Público en lo que se refiere a la implicación de políticos en el esquema delincuente no han terminado. Resalto que en cualquier partido político puede haber personas que cometan delitos. Lo que importa es que todos los que estén implicados serán castigados.

—¿Es conveniente para la integración latinoamericana la existencia de tantos bloques? ¿Cuál es el papel del Alba, creado por Venezuela en 2004, dentro del proceso de integración regional?

—La coexistencia de diferentes mecanismos regionales refleja la rica diversidad sociopolítica de nuestros países, pero además comprueba el firme compromiso de todos respecto al ideal de la integración. El concepto de integración es rico y complejo, y puede abarcar desde un sencillo acuerdo comercial hasta la integración productiva, desde la cooperación económica hasta la concertación política.

Este concepto también puede adoptar distintos formatos y contornos, con la participación de grupos de países diversos, lo que puede ser un reflejo del patrón de relación histórica entre ellos. Desde la perspectiva brasileña, la coexistencia de tres de estos mecanismos, de los cuales formamos parte, ocurre de manera natural. Para nosotros, el Mercosur representa el mecanismo de integración más profunda, que engloba a los diferentes campos de coordinación política, económica y comercial. En cambio, Unasur y Celac son principalmente instancias de convergencia política entre países sudamericanos (Unasur), además de los caribeños y centroamericanos (Celac), lo que las hace instancias complementarias en muchos aspectos.

Cabe resaltar que, en los últimos años, Unasur ha asumido funciones importantes tanto en materia de mediación de crisis políticas en la región, como en el caso de Venezuela, como de cooperación en temas como seguridad, defensa e infraestructura. Como tuve la oportunidad de resaltar en un discurso reciente, con ocasión de la inauguración de la nueva sede de Unasur, en Quito (Ecuador), esta convivencia entre mecanismos complementarios de integración es la mayor prueba de que en nuestra región vivimos a diario una situación de creciente "unidad en la diversidad".
"Acuerdos deberían realizarse siempre en forma conjunta"

GDA

—Con dificultades en las economías de Argentina y de Brasil, ¿está dispuesta a recorrer un camino de mayor apertura internacional del Mercosur?

—El proyecto de integración comercial del Mercosur siempre tuvo en cuenta la apertura a otros países, bloques o regiones. Tomemos el caso de la negociación con la Unión Europea: el Mercosur ya tiene su propuesta lista en lo que a la Comisión Europea concierne; aun no tiene el apoyo de los Estados Miembros para presentarla. El Mercosur no es, como algunas veces lo acusan, un bloque cerrado. Desde 1991, año de la creación del bloque, hemos negociado innumerables acuerdos comerciales, tanto en el marco de la Aladi como fuera de ella. Si algunas de esas negociaciones no avanzaron, no fue necesariamente culpa del Mercosur, como en el ejemplo de la negociación con los europeos.

Otro aspecto que cabe destacar es el hecho de que en el Mercosur todas las economías ganan, no solo las más grandes. En 2004, con la creación del Focem, el bloque estableció una cartera de proyectos que ha beneficiado especialmente a los socios menores, con un conjunto que hoy asciende a 45 proyectos en áreas como energía, infraestructura, saneamiento y vivienda, y que cuenta con un aporte comunitario de US$ 1.000 millones.

—¿Cuál es su posición acerca de que Uruguay haya reclamado el derecho a celebrar acuerdos fuera del Mercosur?

—Sobre el formato de las negociaciones comerciales del Mercosur y la posibilidad de acuerdos individuales extrabloque, se debe tener presente que, desde el principio, hubo consenso de que el bloque debería realizarlos en forma conjunta, como una manera de proteger los logros ya alcanzados en la integración intrazona, tanto en términos de preferencias arancelarias internas como de arreglos productivos. Tal exigencia está consagrada en el artículo 1 del Tratado de Asunción. Ello no quiere decir que cuando se negocia un acuerdo no se tengan en cuenta la situación y los intereses distintos de los diferentes países miembros.

—¿La reciente sustitución del ministro de Hacienda por un técnico más centrado en el mercado traerá cambios en la política social de su país?

—El ministro Joaquim Levy tiene una larga carrera en el servicio público. Fue secretario del Tesoro en el primer gobierno de Lula y secretario de Hacienda del gobierno del Estado de Río de Janeiro. Conviví con el ministro Levy durante años y confío en su competencia para conducir el Ministerio de Hacienda en este momento. La economía brasileña, así como todas las economías emergentes, atraviesa un momento de transición, en el cual aún sufrimos los efectos externos del lento crecimiento mundial, incluso con la reducción de los precios de las commodities. Todos sabemos que la recuperación de la crisis que tuvo comienzo hace años, en el 2008, aún es tenue. En Europa la situación es difícil; Japón atraviesa una recesión. China ha estado creciendo a niveles más bajos en los últimos años, y aun la recuperación en los Estados Unidos no ha mostrado toda su fuerza. Es, pues, una situación que requiere atención.
Los desafíos que esperan a su segundo gobierno

La presidenta reelecta, que el próximo 1° de enero, comenzará su segundo mandato, superó un año lleno de desafíos y obstáculos antes de ganar una reñida contienda electoral. Y aún así enfrenta uno de los mayores escándalos que salpica a los más altos niveles del Ejecutivo, la trama Petrobras. En su próximo mandato Dilma Rousseff deberá enfrentar desafíos aún mayores. Contener una inflación que amenaza con cerrar el año por encima del techo del 6,5 %; retomar la credibilidad del país ante los mercados financieros, atraer inversores, recortar los gastos y, sobre todo, enfrentar las consecuencias del escándalo de corrupción.

También le cabe a Brasil un papel preponderante en los principales bloques regionales: Mercosur, Unasur, Alianza del Pacífico, Celac, Alba. Las actuaciones en materia de política exterior, tanto en el plano continental como internacional, plantean también a la presidenta brasileña una serie de desafíos mayores en un contexto de crisis económicas, conflictos bélicos y grandes demandas sociales. Y, por último, el cambio histórico que se procesó por estos días con los anuncios hechos desde Estados Unidos y Cuba.

Sobre todos estos temas respondió la mandataria brasileña, sobre la base del cuestionario elaborado por los editores de la alianza GDA: La Nación (Argentina), O Globo (Brasil), El Mercurio (Chile), El Tiempo (Colombia), La Nación (Costa Rica), El Comercio (Ecuador), El Universal (México), El Comercio (Perú), El Nuevo Día (Puerto Rico), El País (Uruguay), y El Nacional (Venezuela).

PERFIL

Nacida en Belo Horizonte, Dilma, que cumplió 67 años el 14 de diciembre, comenzó pronto en la militancia política. Ella actuó en dos organizaciones clandestinas que defendían la lucha armada, entre 1967 y 1972, fue arrestada, torturada y pasó 28 meses encarcelada.

Se casó dos veces. En la segunda boda, dio a la luz a Paula, su única hija. Hoy separada, es abuela de Gabriel. En su primer mandato, Dilma buscó dar continuidad a programas sociales de Lula, como la Bolsa Familia y Mi Casa, Mi Vida, y creó otros, como Más Médicos y el Pronatec, que da becas de postgrado para que jóvenes cursen escuelas técnicas.

Pero, si en el lado social ella mantuvo lo que Lula había comenzado, en la cuestión fiscal dejó el país con dificultades. En su [primer] mandato se hizo famosa la “contabilidad creativa”, donde el Ministerio de Hacienda usó malabarismos contables para poder cerrar las cuentas del gobierno. En la campaña electoral de 2014, Dilma fue cuestionada varias veces por sus opositores sobre la conducción fiscal de su futuro gobierno.

A pesar de haber partido al frente en la carrera electoral, un accidente aéreo, que le quitó la vida del candidato Eduardo Campos (del Partido Socialista Brasileño, PSB), cambió el escenario e hizo del pleito de este año el más disputado desde 1989, cuando hubo la primera elección directa para presidente después de 20 años de dictadura. Derrotó a su firme rival Marina Silva, del Partido Socialista y en segunda vuelta al candidato del PSDB, Aécio Neves, su férreo opositor.

Nombre: Dilma Rousseff

Nació: 1947

Cargo: Presidenta de Brasil

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