Cuando se analizan los efectos de la devaluación argentina en Uruguay, hay un punto que muchas veces es dejado de lado: el de los miles de uruguayos que en los últimos tiempos, como ya sucediera en otras décadas, viajaron al vecino país con el único objetivo de sumarle algunos quilos a las valijas y disfrutar de paso de una noche de hotel y de un buen bife de chorizo a precios accesibles. Les ofrecemos un interesante análisis al respecto.
A nivel macroeconómico, puede que sea un tema menor, a la luz de los impactos de la suba del tipo de cambio en Argentina que podrían esperarse en otras áreas, como el efecto nocivo sobre el sector turístico, el golpe que supondrá para aquellos exportadores de bienes que a pesar de las múltiples restricciones siguen ingresando al mercado argentino, y el efecto que supondrá en la pizarra local, precipitando una suba ya anticipada del precio del dólar. Pero más allá del impacto macroeconómico, a muchos uruguayos les importa qué tan ventajoso seguirá siendo el mercado de consumo argentino para aquellos que cruzan el Río de la Plata con la mirada puesta únicamente en ferias, outlets y free shops.
Antes de ensayar un análisis en ese sentido, es necesario comprender qué hizo que la plaza argentina fuera un negocio atractivo para los consumidores uruguayos. La respuesta pasa por el desdoblamiento cambiario. A fines de noviembre, el dólar en Argentina se pagaba a 6,14 pesos argentinos en el mercado oficial, mientras que cotizaba a 9,54 clandestinamente, con una brecha de 55,4% entre ambos valores. A la cotización oficial acceden los importadores, los exportadores y muy pocos argentinos más, bajo expresa autorización de la AFIP y por motivos ajenos al atesoramiento, la especulación o el simple capricho.
De ese modo, los precios al consumo en el vecino país conservan como referencia esa cotización, aunque la fuerte inflación y las restricciones a la importación distorsionan un poco esa realidad y llevan a que los precios consideren un tipo de cambio un poco por encima del oficial, pero muy por debajo del paralelo.
La dinámica de mercado –que no opera en Argentina, pero sí en Uruguay– le permite a los consumidores locales acceder a la moneda del vecino país a un tipo de cambio más cercano al que se consigue en la plaza clandestina del vecino país, que al que ofrece como referencia el Banco Central de la República Argentina. En noviembre, los uruguayos obtenían la moneda del vecino país a $ 2,5, lo que implicaba que por dólar estaban comprando 8,6 pesos argentinos. La diferencia era mayor si viajaban al país vecino con dólares y los cambiaban en el mercado paralelo, a cerca de 9 pesos argentinos por billete verde. De ese modo, bienes y servicios valuados con la referencia de un dólar oficial eran adquiridos por uruguayos pagando un tipo de cambio significativamente más barato, con una ganancia del entorno de 35%.
A grandes rasgos, esa realidad no cambió. La brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo en Argentina se mantiene en el mismo entorno, ahora con un dólar oficial a 8 pesos argentinos y un paralelo a 11,8. Sin embargo, la ventaja que obtiene el uruguayo ya no es tan clara. En primer lugar, existe la imprevisibilidad de qué va a pasar mañana. La naturaleza de la corrección cambiaria en el vecino país, brusca y pronunciada, puede traer aparejada – como todo cambio en los precios relativos de esas características–, una nueva corrección, en el mismo sentido o incluso contrario, en los días posteriores. Quien planee un viaje para el primer fin de semana de febrero y compre ya sus pesos argentinos, está asumiendo un riesgo enorme. Puede ganar si resulta que el dólar baja en el vecino país, como también puede perder si se dispara al alza. Al día de hoy, es hacer girar una ruleta.
Este riesgo se traslada también a los precios en pizarra. La brecha entre compra y venta del peso argentino en Uruguay se abrió de forma significativa. A fin de año, los cambios tomaban pesos argentinos a $ 1,75 y los vendían a $ 2,75, con una diferencia de 57% entre ambas puntas. Hoy toman la moneda del vecino país a $ 1,1 y la venden a $ 2,5, con una distancia de 127% entre los precios de compra y venta. La estrategia de los cambios pasa por cubrirse del riesgo, comprando moneda argentina más barata por las dudas de que el precio baje y vendiéndola más cara para protegerse de una suba. Quien quiera acceder hoy al peso argentino, deberá pagar una prima por el riesgo que asume quien le cambie por comprometer un precio en un escenario tan volátil como el actual.
¿Qué va a resultar de todo esto? Hay demasiados elementos en juego como para dar una respuesta seria a esa pregunta, porque no solo hace falta anticipar la reacción del mercado ante la variación del tipo de cambio, sino también una eventual respuesta del gobierno y el efecto que esa respuesta genere en los agentes económicos. Por lo tanto, resulta aconsejable postergar, en la medida de lo posible, cualquier decisión de consumo inmediata que involucre trasladarse al vecino país, hasta que el mercado cambiario se estabilice y permita volver a hacer los cálculos.
Si el dólar paralelo acompañara la suba del tipo de cambio oficial, la conveniencia del turismo de shopping se mantendría, pero un cierre de la brecha entre ambas cotizaciones reduciría el incentivo económico de cruzar el río, salvo que la devaluación fuera de tal magnitud que superara incluso el empuje inflacionario del vecino país, este último, un escenario de escasa probabilidad.
Habrá que prestar atención a lo que suceda en las próximas semanas con la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, que dependerá principalmente del grado de flexibilización efectiva que alcancen las medidas del gobierno argentino y si existe o no un plan de acción que no solo involucre al mercado cambiario sino que apunte a restablecer los equilibrios macroeconómicos perdidos, cauterizar la hemorragia de reservas, balancear las cuentas públicas y sobre todo, recomponer la confianza perdida de los agentes económicos.
Los uruguayos que piensen en hacer turismo de compras en el vecino país también deberán prestar atención al efecto que tenga la suba del tipo de cambio en los precios al público del vecino país. En la medida en que la devaluación afecte a las expectativas de inflación, ya superiores a 35% interanual, la suba de precios se verá potenciada, barriendo con los beneficios que hoy genera el desdoblamiento cambiario para los turistas uruguayos.
En el ojo de la tormenta, la prudencia es, sin lugar a dudas, el consejo más sensato.
Federico Comesaña @fcomesana
Fuente: El Observador
No hay comentarios:
Publicar un comentario