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lunes, 11 de enero de 2016

POLONIA: ULTRA DERECHA GOBIERNA COMO UN ESPEJO DEL EXTREMISMO MUSULMAN

Polonia es, para la UE, la gran potencia del Este y la principal receptora de fondos comunitarios. Desde hace unas semanas, se ha convertido también en el mayor dolor de cabeza para las instituciones de Bruselas. Alarmada por los usos autoritarios con que se ha estrenado el Gobierno ultraconservador de Varsovia, la Comisión Europea ha invocado por primera vez un controvertido instrumento que evalúa la democracia de los Estados. El presidente comunitario, Jean-Claude Juncker, y sus 27 comisarios debaten esta semana qué hacer frente a los excesos polacos. La Comisión Europea dispone, desde marzo de 2014, de un esquema para evaluar el cumplimiento del Estado de derecho. Consta de tres fases. Evaluación. El Ejecutivo comunitario analiza el comportamiento del país sospechoso de incumplir las reglas y dialoga con él para aclarar las cosas. Recomendación. Si el diálogo no resuelve las dudas, Bruselas lanza una recomendación para que el Estado miembro acomode sus normas al estándar comunitario. Posibles sanciones. En caso de que Bruselas no quede convencida con la respuesta, puede activar el artículo 7 del tratado europeo, que contempla quitar a un país sus derechos de voto. Nunca se ha usado. En apenas un par de meses, Polonia ha pasado de ser el alumno aventajado de la UE —la única economía europea que ha evitado la recesión en la travesía de la crisis— a encarnar a la perfección los grandes riesgos que amenazan a todo el continente. Pese a los éxitos económicos, el centroderecha de Donald Tusk, ahora presidente del Consejo Europeo, fue barrido del Gobierno por la ultraderecha nacionalista de Jaroslaw Kaczynski, cuyo partido ganó las elecciones el pasado mes de octubre. Desde entonces, Varsovia ha desandado buena parte del camino de convergencia con Europa que emprendió al acceder al bloque comunitario, en 2004. Escarmentada por experiencias anteriores con Hungría y Rumania, Bruselas ha decidido lanzar una alerta temprana respecto a Polonia. El Ejecutivo comunitario dice estar dispuesto a inaugurar con este país el llamado mecanismo del Estado de derecho. Se trata de un procedimiento en el que la Comisión alza la voz cuando detecta un riesgo sistemático de cumplimiento de las reglas democráticas y obliga al país a dar explicaciones. Aunque la capacidad ejecutiva de esa herramienta es limitada —si el Gobierno de turno se resiste a cambiar, solo queda despojarlo de sus derechos de voto en la UE, un recurso extremo que nunca se ha usado—, Bruselas confía en que el mero enunciado del proceso reconvenga a las autoridades polacas. Más allá de las promesas de devolver a Polonia su orgullo histórico o de retirar la financiación a la fecundación in vitro en la sanidad pública, lo que disparó las señales de alerta en Bruselas fueron la ley que asegura el control de los medios públicos y, especialmente, la norma que resta margen de maniobra al Tribunal Constitucional. El Ejecutivo de Beata Szydlo, una figura de perfil moderado que sirve de tapadera a los excesos de Kaczynski, ha sustituido, además, a cinco magistrados de ese órgano. Bruselas ya había visto gestos similares en Hungría. Pero la importancia estratégica de Polonia es muy superior a la del país magiar. Así que en lugar de abrir procedimientos de infracción y litigar con el Ejecutivo polaco por cada causa específica, como se hizo con Budapest, la Comisión amaga con una enmienda a la totalidad. El debate del miércoles, a puerta cerrada, constituirá un primer paso en esa estrategia, compuesta de tres fases. Pero fuentes al tanto de la discusión advierten: “Lo más probable es que el proceso empiece y termine ahí”. Porque la inquietud que se respira en Bruselas respecto a Polonia no anula el sentimiento de cautela: atacar a unas autoridades que usarán esa afrenta en su beneficio solo puede reforzarlas. Y eso es lo que la Comisión Europea quiere evitar a toda costa. “Necesitamos tener relaciones cordiales con Polonia, así que nuestro enfoque es muy constructivo. No vamos a golpear a Polonia”, avanzó a finales de la semana pasada Juncker. En el entorno del presidente comunitario puntualizan que la clave con Polonia será emplear “fuerza en la sustancia, pero diplomacia en las formas”. Varsovia quiere bases permanentes de la OTAN Una de las señas de identidad de Polonia en el panorama internacional es su apego a la OTAN, que ve como una herramienta clave de protección frente a Rusia. Varsovia acogerá en julio de este año la cumbre bienal de la Alianza Atlántica y las nuevas autoridades quieren aprovechar para reforzar algunas de sus demandas. El presidente polaco, Adrzej Duda —también del partido del Gobierno, Ley y Justicia— acudirá el 18 de enero a Bruselas para visitar al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Aunque oficialmente la cita obedece a la cumbre, los ultranacionalistas de Kaczynski quieren plantear a la Alianza algo que hasta ahora no han logrado (al menos formalmente): el establecimiento de una base permanente aliada en territorio polaco. La presencia de la OTAN se ha reforzado mucho en el Este para contrarrestar la amenaza rusa, pero la mayoría de aliados se oponen a fijar bases formales porque eso contraviene los acuerdos firmados con Moscú en 1997. Judy Dempsey, de la casa de análisis Carnegie Europe, defiende esa aproximación. “Hay que hablar con ellos y ver qué pretenden. Más que luchar, hay que intentar entender por qué van por ese camino”, explica esta experta, que observa una diferencia básica entre Polonia y Hungría: la sociedad polaca es más capaz de plantar cara a medidas polémicas y regresivas. Efecto bumerán Las autoridades polacas ya han ofrecido algunas señales de que, lejos de arredrarse, se crecerán con cualquier embate. El ministro de Exteriores, Aleksander Stepkowski, respondió desafiante la semana pasada a la carta que le envió la Comisión cuestionando su reforma de medios. Stepkowski acusó a Bruselas de usar “información tendenciosa” y alertó de “efectos indeseados” si prosigue el cuestionamiento de las normas en Polonia. Al mismo tiempo, la inquietud por este autoritarismo rebasa ya el ámbito comunitario. Estados Unidos, fuerte aliado de Polonia, ha trasladado al Gobierno polaco su sorpresa por algunas de las medidas adoptadas, apuntan fuentes europeas. Independientemente del resultado, la ofensiva contra la nueva política polaca no ha hecho más que empezar. El Parlamento Europeo acogerá el 19 de enero un debate sobre las libertades en el país del Este. Y el Consejo de Europa —formado por 47 países del continente— evalúa ya la reforma del Constitucional. Decenas de miles de personas se han manifestado este sábado en las principales ciudades de Polonia para "defender la democracia", que consideran amenazada por las medidas ultraconservadoras aprobadas por el Gobierno de Ley y Justicia para la reforma del Tribunal Constitucional y la nueva ley de medios de comunicación públicos. La principal protesta se ha producido en Varsovia, la capital del país, donde alrededor de 20.000 asistentes se han concentrado frente a la sede de la televisión pública, según las cifras facilitadas por el Ayuntamiento. Las manifestaciones, en más de 20 ciudades —principalmente frente a las oficinas regionales de la cadena de televisión pública— han sido organizadas por el Comité de Defensa de la Democracia (KOD), un movimiento cívico creado para oponerse a las políticas del nacionalista y ultraconservadora Ley y Justicia. "Queremos mostrar nuestra solidaridad con los medios de comunicación independientes y defenderlos ante los ataques que están sufriendo", ha dicho Mateusz Kijowski, el fundador de la KOD. Muchos participantes portaban pancartas en defensa de la libertad de pensa en Polonia y banderas de la Unión Europea, en la tercera movilización de este tipo organizada en el país centroeuropeo desde el pasado diciembre. Se coreaban eslóganes como "Medios de comunicación libres, Polonia libre", así como consignas en contra del Gobierno. El presidente de Polonia, Andrzej Duda, vinculado a Ley y Justicia, ratificó el jueves la ley de medios públicos que refuerza el control del Gobierno sobre la televisión y radio estatales y este viernes el Ejecutivo designó a sus nuevos responsables. La nueva norma, aprobada pese a las protestas de la oposición y las críticas expresadas por la Comisión Europea, obliga a los medios públicos a seguir la línea oficial marcada por el Gobierno y a ensalzar con sus contenidos la imagen de Polonia. La cadena pública de televisión TVP y la Radio Polaca cuentan con audiencias mayoritarias en el país. La Ley sobre Medios de Comunicación Nacionales es el último episodio de los cambios normativos iniciados por Ley y Justicia, que ganó por mayoría absoluta las elecciones del pasado 25 de octubre, poniendo fin a ocho años de Gobierno del partido liberal de centroderecha Plataforma Ciudadana. Los partidos de la oposición critican las medidas adoptadas por la formación nacionalista, a la que acusan de querer controlar todas las instituciones del Estado sirviéndose de su mayoría parlamentaria y de "desmontar la democracia en Polonia". La Comisión Europea remitió hace unos días una carta al Gobierno polaco haciendo hincapié en que la libertad de prensa y el pluralismo de medios es crucial para el funcionamiento de la UE. El Ejecutivo europeo, que también ha mostrado su preocupación por la reforma del Tribunal Constitucional polaco, se reunirá el próximo 13 de enero para analizar la situación política en Polonia. Con la vuelta al poder de los ultraconservadores de Ley Justicia (PiS) tras el tornado que supuso su paso por el Gobierno entre 2005 y 2007, Polonia ha iniciado una metamorfosis que inquieta a la Unión Europea. La Comisión analizará el 13 de enero la reforma del Tribunal Constitucional que ha aprobado el PiS para sacar adelante todos sus proyectos sin oposición. Entre estos destacan leyes para controlar los medios de comunicación públicos, prohibir el aborto y dotar de más poder a la policía. En su primer mes en el poder, Jaroslaw Kaczynski está cumpliendo su promesa de revolucionar el país. “No habrá obras pornográficas en teatros polacos”. A Piotr Glinski, ministro de Cultura de Polonia, le desagradó tanto la representación de una pieza de la Nobel feminista Elfriede Jelinek que hace unas semanas intentó que se cancelara. La seguridad con la que lo planteó es una muestra más de que soplan nuevos vientos en Varsovia, hasta octubre uno de los actores emergentes de la UE y orgullosa defensora de su modernización tras la caída del comunismo. El partido dirigido por Jaroslaw Kaczynski tiene prisa por cumplir su programa y devolverle al país el espíritu cristiano y tradicionalista que considera que realmente le corresponde. Está usando su mayoría parlamentaria como un rodillo para impulsar leyes sin apenas debate. Desde que su candidata, Beata Szydlo, asumió en noviembre el cargo de primera ministra, el PiS ha cambiado cinco magistrados del Constitucional y modificado su sistema de toma de decisiones para evitar que los jueces obstaculicen las reformas del Gobierno. Ya ha aprobado un impuesto a los bancos para financiar su programa social (bonificaciones a la natalidad y adelanto de la jubilación). Prevé otro a los supermercados, además de reforzar los poderes de la policía para controlar las actividades en Internet y de obligar a los medios de comunicación públicos a que ensalcen la historia e imagen de Polonia. Caza de brujas El 23 de diciembre la Comisión Europea pidió por carta al Gobierno que congelase la reforma del tribunal para no menoscabar “su independencia y funcionamiento”. La incomodidad aumenta, y hasta el expresidente conservador Lech Walesa (cuyo histórico sindicato, Solidaridad, apoyó al PiS en las elecciones) ha pedido un referéndum para revocar a un Gobierno “antidemocrático”, mientras la Asociación de Periodistas de Polonia acusa al PiS de lanzar “una caza de brujas” contra los periodistas independientes, como Karolina Lewicka, una presentadora que fue suspendida tras entrevistar al ministro Glinski sobre su fallido intento de retirar la obra de Jelinek. El Ejecutivo se ha hecho con el control de las grandes empresas estatales y lanzado una limpieza en la Administración, a veces con intervenciones escandalosas, como cuando despidió al jefe de contraespionaje por falta de patriotismo y en mitad de la noche limpió de documentos una oficina de la OTAN para que ningún antiguo cargo se llevara nada. Crece el temor de revivir las purgas del anterior Gobierno del PiS, cuando Jaroslaw Kaczynski fue primer ministro y su hermano gemelo Lech el presidente. Lech falleció en un accidente aéreo en 2010 y Jaroslaw no ha vuelto a ocupar un cargo oficial. Esta vez la primera ministra, Beata Szydlo, es una mujer con un perfil más conciliador que sedujo a los electores, pero Kaczynski, su mentor, domina el partido y no ha tardado en dar rienda suelta a sus obsesiones, como la de perseguir a Donald Tusk, el ex primer ministro liberal y actual presidente del Consejo Europeo, bajo la acusación de no haber investigado el accidente de su hermano. Muchas de estas obsesiones giran en torno a la moral católica. El PiS ha anunciado que eliminará la educación sexual de las escuelas y ha retirado las subvenciones a publicaciones gais. “Ciertas acciones del Gobierno suponen un riesgo para los derechos de las mujeres”, explica Malgorzata Druciarek, del think tank Instituto de Asuntos Públicos (ISP): “El ministro de Salud ha declarado que las subvenciones estatales a la fecundación in vitro se cortarán en 2016 y se impulsará un ‘programa nacional de la procreación’ basado en la naprotecnología [una terapia alternativa sin aval científico]”. Druciarek recuerda que uno de los caballos de batalla del PiS es el aborto, aunque la legislación polaca ya sea de las más restrictivas de la UE: “El PiS ya tiene preparado un proyecto de ley para la prohibición total que intentó sacar con el anterior Gobierno, así que es solo cuestión del tiempo que la apruebe”. La reforma del Constitucional hará que estas leyes pasen sin contestación. El PiS no olvida que entre 2005 y 2007 el tribunal dificultó sus proyectos. Por eso, cuando el presidente del país, Andrzej Duda (también del PiS) firmó el lunes la reforma, insistió en que era necesaria para no entorpecer las decisiones “de la gran mayoría”. Pese a todo, Varsovia no renuncia a intentar calmar a sus socios europeos. Ha encargado a una comisión consultiva del Consejo de Europa que evalúe su reforma jurídica, y Duda declaró la semana pasada al semanario alemán Der Spiegel que el país continuará siendo proeuropeo y con buenas relaciones con Alemania. La UE, sin embargo, no parece dispuesta a hacer la vista gorda. En un 2015 en el que las disputas con los países del Este se han multiplicado a causa del rescate a Grecia y el programa de acogida de refugiados, Bruselas se resiste a perder el sólido asidero que le daba Polonia. Hasta ahora Víktor Orbán representaba la bestia negra en la región, y la impresión es que Kaczynski ha tomado nota de las estrategias del primer ministro húngaro (por ejemplo, él también modificó el Constitucional). “Pero lo que en Hungría ha necesitado años, y en Polonia sólo 12 días”, lamentó en la radio polaca Grzegorz Schetyna, anterior ministro de Exteriores. Aunque la gran diferencia entre los dos países puede ser que en Hungría no existe oposición mientras que, en Polonia, un Comité de Defensa de la Democracia ha reunido decenas de miles de manifestantes contra la reforma judicial. La Europa que no quiere ningún refugiado Su feroz oposición al plan de acogida de refugiados de la Unión Europea terminó de impulsar la popularidad de Ley y Justicia (PiS) durante la campaña electoral de octubre. El discurso antimigratorio de Kaczynski le permitió subrayar su carácter de defensor de los intereses polacos frente a los valores exportados por Bruselas. Acusó a los refugiados de portar enfermedades erradicadas en Europa. Una vez en el Gobierno, la retórica del PiS se ha hecho más ambigua. En una reciente entrevista con Der Spiegel, el presidente Andrzej Duda aseguró que aceptaría migrantes si estos tuvieran interés en ir a su país, cosa que cree que no sucede, pero que lo que “en ningún caso” hará es retener en Polonia a alguien cuya voluntad es vivir en Alemania. No sólo los polacos se resisten al plan de la UE. El Este no quiere ni musulmanes ni imposiciones de Bruselas. Eslovaquia y Hungría han presentado un recurso contra las cuotas del Consejo Europeo. Eslovaquia ha anunciado que sólo acogerá unos pocos refugiados cristianos. Mientras, el presidente checo, Milos Zeman, dedicó en su mensaje de Navidad declaraciones muy agresivas a la “invasión organizada” que sufre Europa. También apuntó que los sirios deberían quedarse en casa peleando contra el ISIS. Esa idea tiene grandes partidarios en la región. Witold Waszczykowski, ministro de Exteriores polaco, propuso dar entrenamiento militar a los sirios “que bajan de botes de goma con un iPad y buscando un cargador para sus móviles” para que vuelvan a su tierra a combatir. El Fidesz, partido de Gobierno en Hungría, ha declarado que abrirse a los migrantes entrañará “la erradicación de los fundamentos cristianos de la civilización europea”. El analista János Széky en un artículo citado en el blog Hungarian Spectrum plantea que la UE ha debido plegarse a estas posiciones extremas del Fidesz entre otras razones porque forma parte del establishment del Partido Popular Europeo; por oposición, el PiS está en la débil y euroescéptica Alianza de los Conservadores Europeos y tendrá menos posibilidades de rebelarse.

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