Todavía hay obreros trabajando en algunos sectores y ultimando detalles en otros; aún hay polvo y ruido de obra, pero la inauguración de la nueva planta de comprimidos de Asse en el laboratorio Dorrego ya se hizo el 18 de junio con la presencia del presidente José Mujica.
No es para menos: calculan que ahora el sector público –principalmente ASSE, pero también el resto de los integrantes de la Red Integral de Efectores Públicos– ahorrará $ 20 millones anuales. Los costos de producir medicamentos en el Dorrego son inferiores a los precios de venta del resto de la industria nacional.
Eso se explica, en buena medida, porque no hay costos de comercialización ni promoción, que sí tienen otros laboratorios uruguayos.
Si bien en el Dorrego se producirá el 7 % del vademécum (los medicamentos autorizados), se trata de la porción de fármacos más consumidos en el primer nivel de atención. ASSE tendrá de su propia fuente los medicamentos de uso más masivo. La planta estará operativa en un mes.
Tres años en pausa
En 2011, el laboratorio recibió una inspección del Ministerio de Salud Pública (MSP) y debió cerrar su planta de comprimidos. Todo, incluso la parte de líquidos (jarabes, por ejemplo) y semisólidos (como pomadas) funcionaba en un mismo lugar físico que no cumplía con la normativa. Tenía, por ejemplo, paredes con azulejos (cuando se exige que sean blancas y lavables) y ángulos rectos entre pisos y paredes (se pide que sean bordeados para una mejor desinfección).
La directora del Dorrego, la ingeniera química Silvia Belvisi, directora del laboratorio desde 2010, contó que el edificio se construyó en 1971 y originalmente iba a destinarse a un banco de sangre. “Ya empezamos mal”, consideró. Luego pasaron 20 años sin “aggiornar” la planta.
Tras la clausura sobrevino el planteo: “¿Queremos seguir teniendo producción propia de medicamentos?”, recreó Belvisi. Efectivamente, la decisión fue rearmar la planta. Algunos técnicos del Dorrego diseñaron un proyecto junto a la división Arquitectura de ASSE.
La licitación la ganó la empresa Stiler. Se invirtieron US$ 1,5 millones, que se recuperarán en un año y medio.
La nueva planta contempla todos los requisitos de las buenas prácticas de producción farmacéutica e incluso se pone a la vanguardia y se adelanta, en algunos aspectos, a las reglas internacionales aún no escritas. Un ejemplo de esto son los filtros del aire que entra a la fábrica (para proteger el producto) y del aire que sale (para proteger el medio ambiente). Lo que se exige es que se impida el pasaje de partículas de más de 5 micras; en el Dorrego se filtran las de 0,5 micras.
Aun así, se conservan máquinas que tienen décadas. Es una característica común a la industria local, aclaró por su parte el subdirector del laboratorio, Carlos Volonterio. “La mayoría de los laboratorios en este país deben hacer multiproducto: producen la mayoría de uno, que es la estrella, un poco menos de un producto B, y muy poquito del C. Entonces, los productos C se hacen con una máquina posiblemente más lenta, más vieja, que precisa más gente y más mantenimiento. Para el producto estrella invierten más porque se procura la mejor calidad y el menor costo”, explicó.
La planta fue construida pensando en que sea vigente por 20 años, pero tanto Belvisi como Volonterio saben que en 10 años habrá que volver a invertir para cumplir con nuevas exigencias.
Un negocio “sideral”
El día de la inauguración, el presidente José Mujica calificó de “audaz” la decisión de ASSE. “Seguramente tendrá enemigos, porque se está metiendo en un asunto que era un coto entre privados”, advirtió. El mandatario también dijo que el “negocio de los medicamentos es de dimensiones siderales”, y, en ese sentido, destacó la importancia de contar con producción pública de medicamentos. “No se trata de pensar que todos los medicamentos específicos puedan fabricarse en un país pequeño, pero existe una multitud de cosas que, francamente, son posibles”.
El 90 % de los medicamentos esenciales o que necesitan los pacientes crónicos se elaboran en Uruguay. El otro 10% son esencialmente medicamentos biotecnológicos, para los cuales hay que tener infraestructura e investigación. Esos, que se importan, son los más caros.
Volonterio dijo a El Observador que si bien en ese sentido Uruguay aún depende de las multinacionales extranjeras, otros países latinoamericanos están en mayor desventaja porque no tienen siquiera industria nacional.
Del camión al blíster: el proceso
Los camiones entran por la calle Cufré (esquina bulevar Artigas)y en un local, que aún está en obra, depositan la materia prima. Esta se fracciona y se pesa, como si fueran ingredientes de una torta, y se homogeneiza en un mezclador. El producto pasa a distintos boxes donde están las máquinas comprimidoras. Allí hay diferenciales de presión para que las corrientes de aire sean de adentro hacia afuera. De unos toboganes bajan los comprimidos que en otro sector se colocan en blísters.
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