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jueves, 18 de abril de 2013

URUGUAY: MEJORANDO LA DISTRIBUCION DE LAS RIQUEZAS QUE SE GENERAN


La política fiscal contribuye a mejorar los indicadores sociales en Uruguay, y lo hace de un modo más efectivo que la región en su conjunto. A través del sistema tributario y las transferencias de recursos a las familias, el Estado uruguayo es el que logra reducir en mayor medida la pobreza en términos de ingresos y se encuentra en segundo lugar, luego de Argentina, en la reducción de la desigualdad.


Un estudio académico realizado por los economistas Marisa Bucheli, Nora Lustig, Máximo Rossi y Florencia Amábile para el proyecto Commitment to Equity (CEQ) del Banco Mundial, da cuenta del impacto de los impuestos y el gasto público sobre los ingresos de los hogares de menores recursos.

El trabajo se titula “Gasto social, impuestos y redistribución del ingreso en Uruguay” y sirvió además de insumo para un trabajo comparativo a nivel de la región, realizado por Nora Lustig, Carola Pessino y John Scott, titulado 'El impacto de los impuestos y el gasto social en la inequidad y la pobreza en Argentina, Bolivia, Brasil, México, Perú y Uruguay'.

Los expertos realizaron indicadores de pobreza y desigualdad antes de aplicarle a la población el pago de impuestos y realizarles transferencias estatales, y luego compararon los resultados con los obtenidos cuando a los uruguayos se le aplican los gravámenes, subvenciones y beneficios.

El grado de desigualdad en la distribución del ingreso es medida a través del índice de Gini, que va de cero a uno. Una sociedad con un índice de cero implicaría que todos los hogares reciben el mismo ingreso, mientras que un registro de uno implica que un solo hogar concentra absolutamente todo el ingreso del país. Si bien los extremos son ideales e imposibles, un índice de Gini más alto implica un reparto más desigual de los ingresos mientras que uno más bajo, una mayor equidad.

Al excluir todo tipo de transferencia e impuesto, el índice de Gini para Uruguay era de 0,492 en 2009 –año tomado como referencia para poder comparar los diferentes países en el estudio–. La desigualdad se reduce a 0,477 cuandos se consideran además los aportes a la seguridad social y impuestos directos (IRPF); y muestra una caída todavía mayor, a 0,457, al agregar las transferencias que realiza el Estado a las familias.

El único aumento de la desigualdad se produce cuando se tienen en cuenta los impuestos indirectos (IVA), a 0,459. Sin embargo, al considerar finalmente las transferencias en especie (servicios de salud y educación brindados por el Estado), hay una fuerte caída del índice de Gini a 0,393.

Cuando se cuentan únicamente los ingresos, sin impuestos ni transferencias, Uruguay es un país más desigual que Bolivia. Una vez que se agrega el pago de tributos y el gasto social, el país se ubica por debajo únicamente de Argentina en materia de equidad, que le gana el primer puesto a Uruguay solo cuando se consideran los gastos en educación y en salud.

Los expertos elaboran además un índice de efectividad para cuantificar qué tanto mejora la distribución del ingreso a partir de la utilización de la política fiscal. El índice para Uruguay se ubica en 1,62 puntos, solo superado por el de Argentina, de 2,12 puntos.

En tanto, el país menos efectivo de la región a la hora de reducir la desigualdad a través de la política fiscal es Bolivia, con un indicador de 1,07 puntos, según el estudio.

Pobreza

En materia de pobreza, los impuestos y transferencias estatales contribuyen aún más a mejorar los indicadores, en comparación con la región.

Uno de los indicadores de pobreza que considera el estudio es el porcentaje de personas que viven en hogares cuyo ingreso se encuentra por debajo de US$ 2,5 diarios por habitante a paridad de poder de compra –es decir, teniendo en cuenta un tipo de cambio que permita acceder en cada país a una cantidad equivalente de bienes y servicios–.

Teniendo en cuenta únicamente los ingresos de mercado, el índice de pobreza se ubica en 8,5% de la población en Uruguay. Sin embargo, al considerar los impuestos y las transferencias –solamente las monetarias y no los servicios de salud y educación–, el indicador se reduce a 2,6%.

Cuando los investigadores se ponen más exigentes en términos de ingresos y consideran una línea de pobreza de US$ 4 a paridad de poder de compra, el índice en Uruguay pasa de 17,6% de la población a 9,8% debido a la utilización de la política fiscal.

De hecho, Uruguay es el país de la región más efectivo en la reducción de la pobreza a través de la política fiscal. El índice de efectividad para la línea de US$ 2,5 a paridad de poder de compra, es de 31,68 puntos, con una efectividad creciente a mayor valor. La segunda más importante es la de Perú, de 20,09.

Al igual que en el caso de la desigualdad, la menor eficacia a la hora de reducir la pobreza por la vía de impuestos y transferencias directas se registra en Bolivia, con un índice de 5,06 puntos, seis veces más bajo que el de Uruguay.

Educación terciaria da más a quienes más tienen

El gasto social tiene un importante efecto en Uruguay para reducir la desigualdad. Sin embargo, no todos los programas implementados por el Estado tienen la misma efectividad. Mientras que la tarjeta alimenticia tiene un efecto muy grande en términos de equidad, la educación secundaria y terciaria no tienen una incidencia significativa.

En su artículo 'Gasto social, impuestos y redistribución del ingreso en Uruguay', los economistas Marisa Bucheli, Nora Lustig, Máximo Rossi y Florencia Amábile, evalúan diferentes tipos de políticas de gasto en Uruguay a través de los llamados coeficientes de concentración.
Cuando esos indicadores son negativos, implican una mejora de la distribución del ingreso en términos absolutos –la cantidad de dinero que reciben los ricos es menor de la que reciben los pobres– y relativos –en términos porcentuales, los pobres reciben más dinero que los ricos–.

Cuando el indicador es menor que el índice de Gini con ingresos de mercado (0,49), implica que la mejora se da en términos relativos pero no absolutos. Un indicador mayor que el índice de Gini implica que la medida analizada genera mayor desigualdad.

En Uruguay, todas las políticas de transferencias disminuyen la desigualdad, tanto en términos absolutos como relativos. Solo la educación terciaria gratuita es la excepción, debido a que brinda más ingresos a aquellos que más tienen y no a los más pobres. En el otro extremo, la tarjeta alimenticia aparece como el mayor redistribuidor de recursos.

Durante el último año 2012, 42.000 uruguayos salieron de situación de pobreza. Al mismo tiempo, quienes aún mantienen ingresos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas, se encuentran en una mejor situación económica respecto al año anterior. Eso llevó a que la desiguladad registrara un nuevo mínimo en lo que va del siglo.

Según los datos difundidos ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de uruguayos en situación de pobreza pasó de 13,7 % a 12,4 %. Una persona se considera pobre en Uruguay cuando pertenece a un hogar cuyo ingreso se considera insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de sus integrantes. Hoy en día esa población comprende a 419.000 habitantes.

El porcentaje de hogares pobres acumula ocho años consecutivos a la baja. En 2005 esa participación alcanzaba a 36,6% de la población –ese año la encuesta no se realizó para la totalidad del país, sino para las localidades de más de 5.000 habitantes–. Eso implica que durante ese lapso, el porcentaje de hogares pobres se redujo casi a la tercera parte.

En tanto, la indigencia tuvo en los últimos años una tendencia similar a la pobreza. Incluso, en términos relativos, tuvo una caída más pronunciada, de un pico de 4,7 % en 2004 a 0,5 % en el último año. A diferencia de la pobreza, la indigencia no bajó en 2012 y se mantuvo en el mismo nivel que en el año anterior, cuando un total de 17.000 uruguayos se encuentran en esa condición.

La indigencia se define como las personas que pertenecen a hogares que no solo no  poseen ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas en su conjunto, sino incluso, para cubrir los requerimientos mínimos alimenticios de sus miembros.

En términos de ingreso, el INE calculó en diciembre que un hogar es indigente si posee un ingreso inferior a $ 1.899 por persona, que es lo que se requiere para satisfacer mínimamente las necesidades alimenticias de cada integrante. Para salir de la pobreza, en tanto, se requieren $ 5.847 adicionales para el primer integrante del hogar.

El resto de los miembros del núcleo familiar requieren de un ingreso menor porque se considera que existen economías de escala dentro del hogar, por las cuales determinados gastos no deben repetirse por cada integrante adicional. Esos montos se definen como línea de indigencia y línea de pobreza, respectivamente.

Desigualdad

En 2012 no solo hubo menos pobres, sino también la pobreza adquirió un carácter menos profundo. La brecha de pobreza mide la distancia media de los ingresos de los hogares pobres respecto a la línea de pobreza. Esto es, qué tan pobres son los hogares que no alcanzan a satisfacer sus necesidades básicas. Durante el último año, el indicador cayó de 2,5 % a 2,2 %, cuando en 2004 era de 10,1 %.

La reducción de la desigualdad no solo se dio a la interna de los hogares pobres, donde el indicador específico bajó levemente en el último año. En la totalidad de la población, la desigualdad de ingresos se mide a través del índice de Gini, que se redujo de 0,403 a 0,379 en el último año –la escala del indicador va de cero a uno, donde los externos corresponden, respectivamente, a un estado ideal donde todos los hogares perciben el mismo ingreso y uno donde un solo hogar concentra todos los ingresos–.

Los que tienen menos cada vez concentran más

El 10 % más pobre de la población uruguaya aumentó en los últimos años su participación en el ingreso total de la población. Según los datos presentados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el decil más pobre pasó de concentrar 2,2 % de los ingresos de la población en 2009 a 2,4% en 2011 y en el último año, obtuvieron 2,6 %. En tanto, el 10 % más rico de la población pasó de tener 31,9 % del ingreso total en 2009, a 28,8 % en 2011 y finalmente a 26,2 % en el último año. Eso implica que el decil más rico percibe 9,9 veces mayor ingreso que el más pobre.



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