'Cuando se es joven, se pueden permitir licencias que de mayores son imperdonables', declaró, paternal, Arturo Torró, alcalde de Gandía, sobre la 'broma' de Daniel Terrades, secretario de Nuevas Generaciones de su pueblo, que publicó una imagen suya posando con el brazo en alto. Tuvo que pasar el mes para que Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas del Partido Popular, declarara que 'quienes cometen la estupidez de fotografiarse o mofarse haciendo gestos nazis o fascistas no merecen pertenecer al PP'. Y anunciara la apertura de expedientes.
Ha sido, hasta ahora, la reacción más contundente de los populares ante la sucesión de episodios de exaltación de símbolos franquistas que han protagonizado algunos compañeros de filas. La última, una alcaldesa. Mercedes García, regidora de Quijorna, pueblo madrileño de 3.000 habitantes, autorizó, y acudió, el pasado fin de semana a una feria en la que se vendía iconografía nazi y fascista antes de presidir un acto de homenaje a los 'caídos por Dios y por España'. Mientras el fiscal general del Estado ha anunciado que investigará los hechos, el PP no ha reñido oficialmente a García, que tampoco ha dimitido.
No hay que buscar bajo las piedras. Ahora mismo, en cualquier bazar de chinos, se venden llaveros, mecheros y pulseras de goma con la bandera franquista. Si los comerciantes asiáticos se toman la molestia de fabricarlos, traerlos desde su país y exhibirlos —discretamente, eso sí— en sus tiendas es porque venden.
'Sí, es un goteo. Si no tienes, siempre hay alguien que te los pide', confirma un adolescente oriental, criado en España, que cobra en un bazar situado en el centro de la turística Alcalá de Henares (Madrid). El chico, educado en un instituto público, solo sabe que Franco fue 'un general que mandaba mucho' y no ve problema en despachar esas baratijas.
No hace tanto, a ningún cargo del PP se le ocurría exhibir símbolos franquistas, y mucho menos nazis. Mucha pulserita rojigualda, mucho himno en el móvil, pero la bandera del aguilucho, el águila imperial del escudo franquista, se dejaba para casa. La ostentación pública quedaba para los franquistas irredentos en los fastos del 20-N, y los grupos juveniles de ultraderecha. Ahora, sin embargo, algunos jóvenes populares sacan pecho franquista sin complejos. Algo ha cambiado.
'No veo un aumento de la exaltación del franquismo, pero sí un orgullo creciente por manifestarlo. Hay un caldo de cultivo con varias vertientes. La atmósfera internacional de auge ultra en un escenario de crisis. En el plano local, una ofensiva contra los que creen una conjura para liquidar el franquismo por parte de la ONU, la justicia internacional y el soberanismo catalán. Y el espejo y altavoz de las TDT, que han devuelto el tema a la agenda si no política, sí mediática', dice el historiador Julián Casanova.
'No cerrar o cerrar mal el pasado trae esto. Urge hacerlo o existe el peligro de que pase como en Grecia o Hungría, donde los ultras arrasan', añade desde Budapest, donde ejerce de docente
José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, no considera 'banales, en absoluto', estos episodios, de los que responsabiliza, en última instancia, a los propios 'demócratas antifranquistas'.
'Ese caldo de cultivo existe desde que el PP y el PSOE, más allá de la Ley de Memoria Histórica hecha para salir del paso y que ha muerto de inanición, han permitido dejar intacta la simbología franquista, empezando por el monolito del Valle de los Caídos, esa vergüenza', acusa.
Según él, existe una masa sociológica franquista, que sitúa en 'más de un 10 %', que vota al PP. 'Por eso y por la afinidad del partido con el franquismo, no condenan el régimen que sí ha condenado la ONU, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa. En Francia, Alemania o Italia la exhibición de símbolos fascistas es delito. Aquí, se penalizan las 'actitudes que inciten al odio', pero se hizo pensando en ETA, no en Franco¡, explica.
'Mientras los demócratas no proclamen sin fisuras que es imposible reconciliar la democracia con la dictadura, no cesarán estos episodios', añade.
Lo cierto es que han tenido oportunidades de hacerlo. En mayo, el PP rechazó una propuesta de IU para declarar el 18 de julio 'Día de condena del franquismo' con el argumento de “que es mejor mirar al futuro que al pasado”. Y, esta semana, ha tumbado en solitario la propuesta de IU y UPyD para tipificar como delito en el Código Penal la apología del franquismo, calificando la propuesta de 'extemporánea'.
Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, insiste en deslindar casos como el de Quijorna de otros 'más graves', como el asalto del centro catalán Blanquerna en Madrid por parte de sujetos ultraderechistas.
'Los jóvenes que cuelgan fotos con banderas fascistas mezclan a Franco, Hitler y Mussolini en el mismo saco. Se han infectado de la cultura ultra del fútbol. Es la absoluta banalización del mal. Internet ahí ha jugado un papel fundamental extendiendo el virus', sostiene.
El historiador militar y coronel Fernando Puell de la Villa reseña el hecho de que 'nadie hable del Ejército en este contexto'. Los militares, constata, están callados. 'El Ejército es la institución que ha hecho una transformación más profunda en los últimos 30 años. Los militares son conservadores en su mayoría, pero perfectamente demócratas. No hacen manifestaciones públicas porque, entre otras cosas, saben que si lo hacen, les cortan la cabeza, como al general Mena. Y eso no es mala cosa', apunta.
Jaime Alonso, vicepresidente de la Fundación Franco 'Francisco Franco', caudillo de España, opina otra cosa. 'Los jóvenes no tienen complejos porque no tienen servidumbres. No quieren ser como los padres, hipócritas que dicen una cosa en público y otra en privado y que, al final, gobiernan como los otros', se desfoga.
Fuente: El País M.
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