Nadia Nadim (Herat, 1988) es un ejemplo de vida. Una vida complicada desde que era una niña y vivía en su Afganistan natal. Porque Nadia ha salido adelante gracias a sus ganas de vivir y su pasión por el fútbol. Huérfana desde los 12 años huyó de su casa, vivió en un campo de refugiados, se entregó al fútbol y tuvo que pelear el poder representar al país que le había acogido con la FIFA. El balón le dio esperanzas y le proporcionó poder integrarse en una nación nueva a la que le empujó una guerra y el régimen del terror. Hoy lucha por los derechos de esas personas que tienen que dejar todo atrás por la guerra mientras juega al fútbol, acaba de terminar la carrera de medicina y habla ocho idiomas.