Adolescentes escuálidos sostienen avisos en los cruceros con letreros que dicen fome –hambre— en letras grandes. Niños, muchos de ellos no han asistido a la escuela por más de un año, mendigan comida afuera de supermercados y restaurantes. Familias enteras se apretujan en endebles campamentos en las aceras y piden fórmula para bebé, galletas o lo que sea.