Los talibanes han intensificado este miércoles los contactos políticos con otros dirigentes afganos para formar un Gobierno que han anunciado “islámico e incluyente”. Pero si sus declaraciones y sus gestos tratan de proyectar una imagen alejada de la brutalidad que caracterizó la dictadura que ejercieron entre 1996 y 2001, la realidad empieza a ponerles a prueba.