Dice Carlos, uno de los jóvenes universitarios detenidos en La Habana durante las protestas del 11 de julio, que ahora en casa tienen a su abuela “en modo Good Bye Lenin”. Cuando en la tele salen escenas de los incidentes y el noticiero califica a los manifestantes de delincuentes, mercenarios y “confundidos”, él y su hermano cambian de canal y desvían el tema, además de tener advertidos a sus amigos y familiares de que cuando la llamen por teléfono no ahonden en el asunto. Carlos fue liberado el 12 de julio y ella ni supo de su arresto.