Honduras es uno de los países más peligrosos para ser mujer: el año pasado fueron asesinadas 380 hondureñas y la cantidad de “desaparecidas” sigue en aumento. Estados Unidos de América no puede levantar un muro y esperar que las mujeres se resignen a que las maten. El asesinato de Sherill Yubissa Hernández Mancía explica por qué las mujeres centroamericanas están huyendo hacia el norte. Hernández tenía 28 años y era funcionaria de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), el órgano que se encarga de investigar los asesinatos de mujeres.
Ella tenía una relación amorosa con Wilfredo García, quien era director de la oficina de la ATIC en San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras. Según personas involucradas en el caso, Hernández llegó a sospechar que su amante, quien además está casado con la hermana de un líder de la MS-13 —la pandilla más grande del país—, ayudaba a los criminales en vez de trabajar para acabar con el grupo delictivo.