Una de las razones esgrimidas por el autocrático presidente ruso, Vladímir Putin, para invadir Ucrania fue la necesidad de liberar el país del yugo de un Gobierno supuestamente ultranacionalista y fascista, pero ese pueblo supuestamente oprimido le ha presentado dura resistencia al Zar ruso y ha apoyado a su presidente. La ofensiva militar rusa contra Ucrania está truncando millones de vidas también entre las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas que en teoría deberían beneficiarse de una guerra que el Kremlin vende al mundo como una operación de «desnazificación». Y que la derecha mundial apoya, pues Putin el gran amigo de Trump, es otro eslabón de la resurrección del fascismo.
En la foto la sinagoga dorada de Kiev.