Era un jueves de julio en Piriápolis así que, recién levantado y con el mate pronto, Humberto Cabrera avivó el fuego de la estufa. Había tenido sus tres jornadas de 16 horas en la empresa de transporte donde trabajaba y se disponía a disfrutar del primero de tres días libres. Pero en minutos su vida cambió. "Somos policías, tenemos una orden de detención para ti. Te tenemos que allanar la casa, y no podés estar acá", le dijeron tres hombres y una mujer que llegaron en una camioneta. Totalmente confundido, Cabrera atinó solamente a pedirles que no hicieran ruido porque el bebé dormía. No se le ocurrió preguntar por qué lo buscaban, contó al diario El Observador.