Aunque los países iberoamericanos representan solo el 8,5% de la población mundial, el 27% de las muertes violentas se registran en Latinoamérica.
En los últimos 10 años, 1,2 millones de personas han muerto víctimas de delincuentes.
El corolario no sorprende: el crimen organizado y la delincuencia preocupan más a los latinoamericanos (27%) que el desempleo (19%).
Para el 64% de los venezolanos, el 46% de los panameños, el 44% de los salvadoreños, el 38% de los costarricenses y el 37% de los argentinos, es su principal motivo de desvelo.
El cauto optimismo que prevalece en América Latina no esconde grandes diferencias entre algunos países.
Mientras en Brasil la impresión de que el país progresa adecuadamente es ampliamente compartida, en México y Centroamérica, afectados por una crisis económica de la que salen con más dificultades, no las tienen todas consigo.
Si en 2001 el hundimiento económico supuso una caída del apoyo a la democracia (un 48% entonces frente al 61% hoy), la reciente recesión no ha producido ese efecto porque varios países han sido capaces de superarla rápidamente.
Varios Estados aplicaron medidas urgentes para proteger a las clases más desfavorecidas.
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