La revista Scientific American difundió que distintas especies de caracoles han sido declaradas en peligro de extinción en Hawái, Alabama, Nueva Zelanda y Fiji. En Malasia, por ejemplo, tres especies de caracoles perdieron su hábitat después de que una compañía minera arrasara con su hábitat.
Los caracoles vivos pueden indicar si algo está mal en el medio ambiente, en particular por los impactos de la acidificación de los océanos. "Los caracoles en el océano forman sus conchas, su protección, exclusivamente a partir de carbonato de calcio y si están teniendo problemas para construirlas, eso significa que el océano está enfrentando grandes dificultades", dijo la investigadora especializada en caracoles Rebecca Rundell, profesora asistente en la Universidad Estatal de Nueva York.
También pueden dar pistas de lo que ocurre en la tierra. "Ellos necesitan ciertos niveles de humedad, sombra y de materiales en descomposición", explicó Rundell. "Cuando no tienen eso empiezan a morir".
Con todo, "estamos perdiendo especies de caracoles a un ritmo astronómico", afirmó Rundell, "que es equivalente, e incluso superior, a la tasa mundial de pérdida de anfibios".
Un problema para los investigadores es que se desconoce qué es necesario para mantener la mayoría de las especies de caracoles vivos en cautiverio, dado que viven en microhábitats.
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