Era la primera presentación del tenor lírico italiano,
tal vez el más grande cantante lírico de la historia, en Montevideo.
Luciano Pavarotti llegaba a la Capital Cultural Iberoamericana para un
concierto único. En la noche de aquel 4 de marzo el Centenario, lo que debió ser una fiesta se convirtió en un papelón.
Se habían vendido más localidades que las disponibles y varias de las personas que tenían sus entradas no encontraban los asientos o se encontraban con otros espectadores sentados en su lugar.
Otros debieron aceptar localidades distintas o sentarse en las escaleras. Un grupo de personas quedó sin ingresar. En total unas 500 personas compraron sus entradas y no pudieron asistir al concierto.
El público, enojado, gritaba e insultaba mientras el tenor intentaba concentrarse en dar el concierto. Como si fuera poco el viento no ayudaba, y los que intentaban disfrutar del evento a pesar de los inconvenientes, no escuchaban bien al italiano.
Pavarotti estaba confundido. Interrumpió varias veces
su repertorio debido a los gritos del público. Según las crónicas de la
época, durante el intervalo el presidente Julio María Sanguinetti y el
intendente Mariano Arana subieron a hablar con el artista para
convencerlo de que no se retirara del estadio.
Finalmente el tenor continuó con el espectáculo y logró terminarlo. Un show que quedó guardado en la memoria de los uruguayos como de los peores de la historia.
Finalmente el tenor continuó con el espectáculo y logró terminarlo. Un show que quedó guardado en la memoria de los uruguayos como de los peores de la historia.
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